AgroVoz

Ganó el picado

En Chacras del Rey, en el departamen­to Tulumba, el maíz tardío le escapó a la sequía y se convertirá en forraje con un alto volumen de materia verde.

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L a actual campaña marcó el debut de la agricultur­a en siembra directa en Chacras del Rey, un establecim­iento mixto ubicado en el pie de sierra en el departamen­to Tulumba, donde la flora autóctona convive con el gatton panic sembrado por las palomas.

Un lote de 75 hectáreas, cuyos antecesore­s de toda la vida habían sido el pasto natural y el renoval, fue acondicion­ado para recibir al maíz tardío que –casi como una rareza– no conoció los efectos de la sequía.

Antes de la siembra, allá por septiembre, el suelo franco arenoso fue subsolado por debajo de los 20 centímetro­s para aliviar más de 30 años ininterrum­pidos de arado de reja y vertedera. “Ahí estuvo el 50 por ciento del éxito”, afirma sin dudar Matías Guzmán, integrante de la familia propietari­a del campo y encargado de su dirección técnica, mientras recorre con Agrovoz el cultivo.

Después del paratill fue el turno de una rastra de disco para emparejar la superficie, liberarla del churqui y dejarla lista para la siembra. El 3 de enero, el híbrido 510 del semillero Dow con tecnología MG (resistente a insectos) hizo su ingreso al lote. Con una densidad de 2,8 plantas por metro, la idea original era destinarlo para grano. Pero la evolución de la campaña hizo que Francisco (el padre y dueño del campo) y Matías cambiarán de parecer. Será picado como reserva para el plantel de 270 vientres que tiene el establecim­iento y que se insemina artificial­mente con toros Brangus negros y colorados. Sorpresa

Hoy, casi 100 días después de la siembra, el maíz está listo para ir a la bolsa. Su rendimient­o en grano está calculado en alrededor de 90 quintales por hectárea. Convertido en materia verde, su aporte será de entre 29 a 32 toneladas por hectárea. Una verdadera sorpresa para la zona.

“No recibió ni un gramo de fertilizan­te, sólo se fumigó para controlar malezas y su sanidad fue satisfacto­ria. No tuvo ningún tipo de tratamient­o posterior a la siembra. Casi ‘cero’ costos”, resumió Matías.

La productivi­dad del maíz en el establecim­iento no es muy común en la zona, donde en campañas normales no supera los 70 quintales por hectárea. Y menos en una cosecha como la actual marcada por una fuerte deficienci­a hídrica. “Lo maíces en la actual campa- ña están rindiendo en la zona 45 quintales”, comparó Guzmán.

Como forrajero, su potenciali­dad también es mayor. Sus dueños esperan poder confeccion­ar un silo de 240 toneladas cada siete u ocho hectáreas de picado. Cuando, según los datos que tiene Matías, en la zona de Sebastián el Cano, Las Arrias, La Rinconada, Rayo Cortado se están necesitand­o picar hasta 24 hectáreas para hacer un silo de 240 toneladas.

¿Y el clima?

En 1994, cuando la familia Guzmán adquirió las 900 hectáreas que integran el establecim­iento, su geografía estaba dominada por la piedra y los cactus. Con el tiemdecidi­mos po se fue corriendo la línea de la isohieta hacia la sierra y el régimen de lluvias pasó de 360 a 720 milímetros.

A contramano de lo que fue el desarrollo del verano en buena parte del ciclo agrícola en la provincia, en esta zona del departamen­to Tulumba las lluvias no escasearon. Todo lo contrario.

En su esquema de producción tardío, el maíz no tuvo problemas de agua. En enero recibió 170 milímetros, cuatro veces por encima del promedio de los últimos 40 años que era de 40 milímetros anuales.

En febrero cayeron 98 milímetros y en marzo otros 60. El cultivo solo estuvo 15 días a merced de un fuerte estrés hídrico y ahora en abril ya lleva acumulados 40 milímetros.

Matías admite que el rendimient­o podría haber sido aún mejor, si no hubiera sido por una tormenta con piedra registrada el 10 de marzo y que dejó a las plantas con muchas lesiones.

Ciclo completo

Con una cadena forrajera que tiene al pasto natural y al gatton como platos exclusivos del rodeo de cría, el maíz tendrá su lugar como reserva.

“Hasta el año pasado lo comprábamo­s y a partir de esta campaña confeccion­arlo”, agregó el productor. La avena, como verdeo de invierno, también se suma a la dieta.

La oferta de maíz para ganadería se completa con otras 70 hectáreas sembradas más tarde y en suelos de menor aptitud agrícola. “Vamos a tener para alimentar 1.400 animales”, graficó Matías.

Si bien el valor comercial del cereal como grano es tentador, Guzmán trata de no apartarse de su objetivo de corto plazo: extender el ciclo ganadero, desde la cría al ciclo completo, a partir de la construcci­ón de un feedlot.

Además, la próxima semana, el campo recibirá otros 200 vientres preñados con lo cual su “fábrica” de terneros contará con 500 madres.

Los futuros corrales de engorde, con una capacidad para 400 animales, junto con el patio de comida, estarán disponible­s para recibir terneros criados a una mayor altitud que el establecim­iento.

“Hasta hace dos meses vendíamos los terneros con entre 160 y 180 kilos; el destete se realizó a los tres meses para que la vaca se recuperara lo más rápido posible. Ahora vamos a ir a un ciclo completo con animales propios y de compra terminados entre 340 y 360 kilos”, anticipó el productor.

A partir de la buena experienci­a con el maíz en siembra directa y con la necesidad de sumar más fuente de energía, las perspectiv­as para el año próximo son sumar 90 hectáreas con el cereal.

El lugar que dejará el maíz picado será ocupado por el sorgo granífero para cosecha. Sobre esa cobertura, en el ciclo posterior ingresará la soja.

LA HISTORIA GANADERA DEL LOTE FUE LO QUE BENEFICIÓ EL DEBUT DEL MAÍZ SEMBRADO EN DIRECTA. Matías Guzmán, asesor técnico del establecim­iento Chacras del Rey

 ?? (LA VOZ) ?? Tamaño. Matías Guzmán observa las espigas del híbrido Dow 510, que ya está listo para picar. El cultivo rendirá alrededor de 32 mil kilos de materia verde por hectárea.
(LA VOZ) Tamaño. Matías Guzmán observa las espigas del híbrido Dow 510, que ya está listo para picar. El cultivo rendirá alrededor de 32 mil kilos de materia verde por hectárea.
 ?? (LA VOZ) ?? Paisaje. Con la sierras como parte del ambiente, el maíz sembrado a principios de este año ya espera por la picadora para convertirs­e en forraje.
(LA VOZ) Paisaje. Con la sierras como parte del ambiente, el maíz sembrado a principios de este año ya espera por la picadora para convertirs­e en forraje.
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