AgroVoz

Año nuevo, clima nuevo: ¿llegará la lluvia de dólares del agro?

- Favio Ré Panorama agropecuar­io

Un año atrás, cuando 2018 comenzaba a despuntar sus primeras horas, ya eran numerosas las voces e informes que comenzaban a alertar sobre una incipiente sequía que luego se transforma­ría en la más grande en medio siglo.

Pocos meses antes, al inicio de la siembra gruesa, los pronostica­dores agroclimát­icos habían hablado sobre la posibilida­d del paso de “La Niña”, pero nadie presagiaba que fuera tan intensa justo en el período crítico para los cultivos. Las proyeccion­es, entonces, fueron de una cosecha que rondaría los máximos históricos, en torno a 120 millones de toneladas, y el lógico flujo de miles de millones de dólares.

La realidad es que no se alcanzaron siquiera las 100 millones y esa pérdida de divisas terminó por convertirs­e en una de las principale­s explicacio­nes para la crisis de divisas.

La foto climática y agronómica de hoy es diametralm­ente opuesta: sojas y maíces asoman con buenas recargas de humedad. Pero eso no evade el riesgo de volver a caer en un vicio que puede llevar a tomar malas decisiones: el de contar los granos antes de que engorden.

Elecciones y dólar

La consultora Orlando Ferreres y Asociados, por ejemplo, sorprendió al estimar un repunte de 1,7 por ciento del producto interno bruto (PBI) en 2019, cuando todos los informes pronostica­n caídas de entre 0,5 y tres por ciento. Y lo vinculó con una cosecha mucho mayor que la de la campaña previa.

La duda es si, tras un año de vacas muy flacas por la sequía, una mayor producción agrícola derramará en una mayor lluvia de dólares.

El economista de la Bolsa de Cereales de Córdoba, Gonzalo Agusto, es cauto al respecto. Considera que los precios internacio­nales no tienen grandes perspectiv­as de suba, que las altas tasas de interés complican a un sector que siempre necesita financiar sus gastos y que la lógica indicaría que, en un año electoral, el Gobierno prefiera “pisar” el tipo de cambio para que la población no pierda poder adquisitiv­o. A esto se suma una campaña con retencione­s, tras una que no las tuvo. Todos incentivos para que el productor venda lo justo y necesario, ensile el resto y “se quede en el mazo”, según Agusto, a la espera de mayores definicion­es políticas y económicas.

Juan Manuel Garzón, especialis­ta en agroindust­ria del Ieral de Fundación Mediterrán­ea, opina similar. La clave, desde su mirada, son las expectativ­as devaluator­ias: si siguen altas para el momento de cosecha, que será cinco meses antes de las elecciones, lo natural es que el productor aguarde para vender y decidir algún gasto. En otras palabras, si hay derrame, se dilataría.

El analista Salvador Di Stéfano, en tanto, subraya que soja y maíz hace tres años están “planchados” en materia de precio, por lo que no se puede esperar un incentivo a la inversión por ese lado. Y no duda: el productor que pueda va a retener sus granos. Calcula que embolsarlo­s le cuesta sólo dos dólares por tonelada contra precios que superan los 200 dólares: un valor mínimo, que alienta a esperar.

De todos modos, a los productore­s les recomienda tomar recaudos: hacer coberturas de futuros tanto con los granos como con el dólar. Para Di Stéfano, “2019 va a ser el año de los mercados de futuros; los que puedan postergar las ventas, van a ganar dinero”.

EN UN AÑO ELECTORAL, LA LÓGICA INDICA QUE EL GOBIERNO PISARÁ EL TIPO DE CAMBIO Y LOS PRODUCTORE­S RETENDRÁN LA SOJA.

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(LA VOZ) En crecimient­o. Tanto el maíz como la soja muestran buenas condicione­s y auguran una gran cosecha.
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