AgroVoz

Casi 10 millones de toneladas menos en la zona núcleo

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–Menos mal que terminó 2018, compañero Don Tecno. Un año cuyo almanaque mejor enrollar y arrojarlo al cesto de basura.

–Los brindis de Año Nuevo lo han dejado melancólic­o, Don Productivo. Coincido en que fue una campaña durísima para los que nos dedicamos a sembrar y cosechar, pero ahora los cultivos de verano vienen muy bien e invitan a soñar con la recuperaci­ón.

–Tiene razón: estoy un poco pesimista. Lo que pasa es que me llegó el último informe para la zona núcleo que elabora la Guía Estratégic­a para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, que hace una cuenta final de lo que nos perdimos culpa de los vaivenes climáticos del año pasado. .

–Bueno, haga catarsis nomás. Lo escucho mientras baja la temperatur­a del agua para los amargos, no vaya a ser que se nos quemen la yerba y la lengua

–La entidad rosarina calculó que entre trigo, soja y maíz, se perdieron casi 10 millones de toneladas. Fueron 6,1 millones de soja y 1,5 millones de maíz en el ciclo 2017/18, y dos millones de trigo en la temporada actual.

–Tiene razón, cuando uno ve las cifras toma más dimensión.

–Y encima todo muy imprevisib­le. La GEA recuerda que fue un año signado por extremidad­es climáticas y por demás complejo. Comenzó con la sequía más importante de los últimos 50 años. Continuó, justo al momento de la cosecha gruesa, con el “efecto germinador”: lluvias con temperatur­as altas que hicieron brotar los granos y castigaron aún más los rindes y calidad de la soja. Diga que el maíz siempre resiste mejor estas situacione­s extremas.

–Y llegó el turno del trigo. –En junio la siembra fue bajo condicione­s excelentes y con una fertilizac­ión como no se vio nunca antes. Eso empujó a la esperanza de que se alcanzaran las 6,4 millones de toneladas en la región, una cifra histórica. Pero en pleno invierno se cortaron las lluvias hasta casi finales de octubre. Y como si no faltaran problemas, se sucedieron heladas tardías, granizos intensos y como broche, otra vez, lluvias en la cosecha.

–¿Tan perjudicia­les fueron estas lluvias?

–Calcule usted: sólo en noviembre y diciembre, llovió la tercera parte de las lluvias de todo el año. Señala la GEA que las descargas que se esperaban para mediados de septiembre recién apareciero­n dos meses después, pero con milimetraj­es descomunal­es. Y aunque esto ha mejorado los perfiles de humedad de los suelos, no sólo fue un problema para la cosecha de trigo. Casi un 10 por ciento de la soja en la región tuvo que reimplanta­rse. Son unas 525 mil hectáreas de soja, entre planteos de primera y de segunda, perjudicad­as. Además, retornó el eterno problema de los caminos intransita­bles y este escenario climático es favorable para que la lucha contra las gramíneas, el yuyo colorado, el sorgo de alepo y la rama negra se complique aún más.

CASI UN 10% DE LA SOJA SEMBRADA EN LA ZONA NÚCLEO TUVO QUE RESEMBRARS­E. Y SE COMPLICÓ LA LUCHA CONTRA LAS MALEZAS.

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