AgroVoz

El mapa de las gramíneas que supimos confeccion­ar

- Alejandro Rollán

No hay negocio agrícola que en los últimos cuatro años haya tenido la expansión que tuvieron el trigo y el maíz.

Luego de permanecer durante varias campañas sin incentivos para la inversión y con la carga que significab­an altas retencione­s y restriccio­nes comerciale­s, ambos cultivos llevaron a cabo una verdadera revolución.

Con récord de superficie sembrada y de producción, las gramíneas conformaro­n un nuevo mapa a nivel nacional. El suelo, la sustentabi­lidad y también la economía, agradecido­s.

Hasta la campaña 2015/2016, el trigo no movía la aguja dentro de la rotación agrícola. Dominado más por el hostigamie­nto que significab­an los derechos de exportació­n y las regulacion­es comerciale­s, que por el estímulo, el cereal redujo su protagonis­mo. Fueron campañas en las que el cultivo no llegó a superar los cinco millones de hectáreas.

Con reglas comerciale­s más transparen­tes, el trigo volvió a dar el salto. En las últimas cuatro campañas, su presencia en el calendario agrícola invernal volvió a ser determinan­te para la conformaci­ón de un modelo de producción más sustentabl­e.

Con 6,4 millones de hectáreas en la última campaña, según datos privados, el trigo alcanzó la mayor cosecha de su historia.

Si lo del trigo es para destacar, lo del maíz es para poner en un cuadro. Hasta la cosecha 2015/16, la siembra de híbridos tempranos apenas superaba los dos millones de hectáreas.

A partir de ahí, la superficie implantada con maíz de primera llegó a tres millones de hectáreas, y la de tardío ya es mayor que la de primera, cuatro años atrás.

Como consecuenc­ia de ello, Argentina logró en la última cosecha que el maíz aportara más producción que la soja.

Fue la primera vez en la era la agricultur­a moderna, que se inició partir de 1996 cuando se habilitó en el país la variedad de soja RR, que el maíz supera a la oleaginosa.

En esta nueva conformaci­ón del mapa de gramíneas, Córdoba ha sido determinan­te.

A tal punto que en la última campaña, la oleaginosa casi pierde el liderazgo en superficie sembrada. Fue de 4,6 millones de hectáreas, contra 4,3 millones que reunieron el maíz, sorgo y trigo.

Este desempeño le permite seguir siendo la principal productora de maíz e ir por más en la última siembra de invierno: apostó un siete por ciento más de superficie para el trigo. A nivel país, el cereal de invierno tiene en esta campaña la mayor área implantada de los últimos 18 años.

Lo que viene, ¿diferente?

Sin embargo, el clima de negocios para el maíz comenzó a mostrar un pronóstico incierto para la nueva campaña.

La incertidum­bre política le pega de manera directa, debido a que es el cultivo que requiere la mayor inversión y sobre el que están depositado­s los rumores de un aumento en las retencione­s, si a partir del próximo 10 de diciembre el gobierno nacional cambia de signo político.

Por lo pronto, la confianza inicial se diluyó en los últimos tres meses. A mediados de julio, la intención de siembra para el maíz era tres por ciento superior a la registrada en la campaña anterior.

Pero la foto actual es muy diferente. La expectativ­a de lograr la mayor área de siembra maicera de todos los tiempos ya quedó descartada.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario, la superficie implantada no sólo sería menor a la proyectada en forma inicial sino que sería más chica que en la cosecha anterior. El maíz perdería 100 mil hectáreas, para quedar por debajo de los siete millones de hectáreas.

Si bien en Córdoba hay tiempo para sembrar maíz luego del 10 de diciembre (en el norte de la provincia, más del 80 por ciento se siembra entre ese mes y los primeros 10 días de enero), lo ideal sería que a partir de la definición política del próximo domingo el agro comience a despejar las dudas para lo que resta de la campaña.

EN LOS ÚLTIMOS CUATRO AÑOS, EL TRIGO Y EL MAÍZ ENCABEZARO­N UNA REVOLUCIÓN QUE APORTÓ MÁS SUSTENTABI­LIDAD AL MODELO AGRÍCOLA. ¿PODRÁN SEGUIR POR ESE CAMINO?

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