AgroVoz

El momento del agro que echa por tierra a cualquier relato

- Alejandro Rollán Panorama agropecuar­io

El exministro de Economía de la Nación José Luis Machinea admitió esta semana, en declaracio­nes radiales, que si durante su gestión, entre 1999 y 2001, el precio de la soja no hubiera sido tan bajo –180 dólares por tonelada– su desempeño y el del gobierno de ese entonces hubieran sido diferentes.

Veinte años después, el valor de la oleaginosa es casi el doble al que había en ese momento, pero su falta de competitiv­idad sigue vigente, ahora para los agricultor­es.

Un informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba refleja que la producción de soja tiene en esta campaña rentabilid­ad negativa. Desde enero a mayo, su margen promedio en la provincia pasó de seis por ciento a un valor negativo de 1,1 por ciento.

A nivel geográfico, la pérdida de la soja de primera se multiplicó por tres: de cuatro departamen­tos que en el arranque del año tenían rentabilid­ad negativa, el número creció a 12, según los datos de la entidad bursátil.

Con estos resultados económicos, vuelven a escucharse las voces que aseguran que la agricultur­a, como actividad primaria, dejó de ser negocio, y que debe ser considerad­a como parte de un eslabón más de la cadena de valor.

Sin embargo, ese razonamien­to también es hoy relativo. Las crisis que atraviesan la elaboració­n de etanol, que en Córdoba agrega valor a más de un millón de toneladas de maíz, y la producción de cerdos, también con alta eficiencia en la conversión de proteína vegetal en carne, reflejan el momento que vive la agroindust­ria nacional.

En este escenario, la necesidad del fisco de hacerse de fondos ha vuelto a poner la lupa sobre la cosecha agrícola. La puja está centrada entre la presión que ejerce el Gobierno para que el productor venda sus granos y la posición de los productore­s, que están dispuestos a vender sólo cuando lo consideren oportuno.

“Por efecto de las retencione­s, el agro tiene hoy un dólar con un valor 45 pesos para la soja, y ese tipo de cambio no es competitiv­o”, observó el analista económico Salvador Di Stefano, al identifica­r una de las razones de por qué el productor no vende su cosecha en la proporción que le gustaría al Gobierno.

A pesar de la presión oficial que existe para que se desprenda de la cosecha, el agro muestra un buen ritmo de ventas, superior al de un año atrás, cuando se registró la mayor producción de la historia.

Entre el 1 de marzo y el 14 de mayo ingresaron a los puertos del Gran Rosario 16,3 millones de toneladas de soja y maíz.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario, este volumen es cuatro por ciento superior al registrado en el mismo período de 2019. Ello a pesar de la caída de más del 40 por ciento que exhibieron las descargas de camiones en la segunda quincena de marzo, como consecuenc­ia del aislamient­o sanitario.

“Pese a esta situación extraordin­aria, Argentina ha logrado cumplir con los embarques pactados. Y si consideram­os los despachos de los meses de marzo y abril, se observa que tanto la exportació­n de maíz como la de poroto de soja resultó superior a la del mismo período del año anterior”, destacaron en un informe de la entidad bursátil los economista­s Emilce Terré, Julio Calzada y Alberto Lugones.

Son los datos los que echan por tierra cualquier relato.

A PESAR DE LA FALTA DE RENTABILID­AD DE LOS GRANOS, LAS VENTAS DE LOS PRODUCTORE­S SON SUPERIORES A LAS DEL AÑO PASADO.

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(TOMY FRAGUEIRO/ARCHIVO) En fila. Desde marzo creció el ingreso de granos a Rosario con destino a la exportació­n.
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