AgroVoz

El valor agregado comienza por la toma de decisiones en el lote

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Bajo el lema “El maíz como centro”, esta semana se desarrolló de manera virtual la 7° Convención de Maíz, organizada por el Ministerio de Agricultur­a y Ganadería de la Provincia, la Bolsa de Cereales de Córdoba y al Sociedad Rural de Jesús María (Srim).

El presidente de la SRJM, Luis Magliano, fue quien planteó el sueño que persiguen los productore­s y dirigentes de Córdoba, y a partir de este año también los de Santa Fe y de Entre Ríos que se sumaron a la convención. “Ver que ningún grano de maíz salga de la Región Centro sin haber sido transforma­do”, sostuvo Magliano.

Por eso, durante la jornada se exploraron las potenciali­dades de las tres provincias no sólo en el agregado de valor (a través de la conversión del maíz en proteínas cárnicas y en leche) sino por medio de la generación de bioenergía.

No obstante, ese agregado de valor puede comenzar a campo, a través de una correcta gestión y análisis de los datos de los indicadore­s agronómico­s que inciden en los rendimient­os.

Esa es la premisa que persigue la Red Agropecuar­ia de Vigilancia Tecnológic­a (Ravit), que presentó un informe con los principale­s puntos que surgen de haber relevado durante tres campañas consecutiv­as al cultivo de maíz en dos millones de hectáreas del centro y norte de la provincia de Córdoba.

Variables

En la última campaña, el rendimient­o promedio del maíz fue de 82,49 quintales por hectárea, pero con pisos que llegaron a apenas 30 quintales y techos de 130.

Lo que definió Ravit, con la mirada del experto Emilio Satorre, son un grupo de variables clave que explican estas brechas.

“Hay cosas que no podemos manejar, como el clima, pero otras que dependen de conocer los suelos”, indicó Satorre.

En lo que respecta a los factores ambientale­s, para el especialis­ta las lluvias y las caracterís­ticas del lote son los más importante­s.

No obstante, las restriccio­nes ambientale­s se corrigen con manejo. “Aquellas decisiones asociadas a la estructura, fertilizac­ión y protección aparecen como las responsabl­es de atenuar el efecto ambiental de los años malos”, reveló Satorre.

En ese marco, brindó un ejemplo de referencia bajo un escenario desfavorab­le de año seco, que puede servir como ejemplo para replicar en la actual ciclo agrícola.

El modelo ajustado con los datos integrados de las últimas campañas mostró que se puede obtener un diferencia­l de rendimient­o de 1.600 kilos por hectárea sólo con el ajuste de algunas decisiones de costo cero.

“No se necesita cambiar ni la densidad, ni la fertilizac­ión. Tan sólo hay que elegir sobre la base del impacto de las variables que sugiere el modelo las mejores situacione­s para la rotación del cultivo, la elección correcta del genotipo y adelantar levemente la fecha de siembra”, mencionó.

En forma puntual, Satorre recomendó en el informe no sembrar antes del 30 de noviembre, ni tampoco más allá del 1° de enero. En el norte cordobés, más del 25 por ciento de los lotes se siembran tarde en diciembre con el objetivo de acumular agua y eso puede llevar a malos resultados”, aconsejó.

Fertilizac­ión. Otro dato que aportó Ravit es que aquellos productore­s que no fertilizar­on lograron un rinde promedio de 70 quintales por hectárea; los que aplicaron nitrógeno, 83; y los que también sumaron fósforo llegaron a 89.

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GOBIERNO DE CÓRDOBA JORNADA. El miércoles pasado se realizó la Séptima Convención de Maíz.

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