AgroVoz

Cuántas semillas. Los cereales de invierno hacen oídos sordos a la densidad de siembra

Un ensayo de la FCA-UNC durante tres campañas, en cinco tipos diferentes de cereales, mostró que el rendimient­o en grano, el peso y el número no varían significat­ivamente entre dos densidades de siembra utilizadas.

- Ricardo Maich (*) Especial

Luego de desandar algunos años de experiment­ación agrícola en el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuar­ias (FCA-UNC), de amigarme con el ambiente y disfrutar de la siembra, del seguimient­o del cultivo y la cosecha del producto, y luego de intentar interpreta­r los procesos de reproducci­ón de la planta, puedo aseverar que basta con unos pocos años de evaluación –un quinquenio– para tomarle aceptablem­ente la mano a un cultivo.

Focalicemo­s nuestra atención en una práctica de manejo de no tan bajo costo: la densidad de siembra.

Bastaron cinco campañas agrícolas en el centro y norte de la provincia de Córdoba para determinar que la densidad de siembra óptima en maíz está más cerca de las 80 mil que de las 60 mil plantas por hectárea. Probableme­nte, el costo de la semilla híbrida de maíz y/o los resultados de la investigac­ión adaptativa indujeron a los productore­s a optar por la densidad más baja.

En contra partida, la densidad de siembra en los cereales de invierno se toma más a la ligera o se la retiene carente de importanci­a. Por ejemplo, se sigue hablando de kilos por hectárea, se sigue enseñando en el ámbito universita­rio que la densidad en el caso del trigo varía entre las 2,5 y tres millones de plantas por hectárea.

Resultados a campo

A continuaci­ón se recapitula­n los resultados agronómico­s de cinco cereales de invierno –avena, cebada, trigo para fideos o para pan, y triticale– cultivados durante las pasadas tres campañas agrícolas: 2018/19, 2019/20 y 2020/2021. Durante cada una de las tres campañas agrícolas, los cinco cereales se sembraron con dos densidades de siembra, 100 y 200 semillas viables por metro cuadrado.

La fecha de siembra, a la que se retiene óptima, se correspond­e con la primera quincena de mayo.

El material se distribuyó a campo según un esquema en parcelas divididas (parcela principal y subparcela con densidad de siembra) y en un diseño en bloques completos aleatorios con tres repeticion­es. Cada unidad experiment­al (parcela) estuvo constituid­a por cuatro surcos de cinco metros de longitud distanciad­os por 20 centímetro­s.

A partir de los dos surcos centrales se tomó una muestra de un metro cuadrado, para posteriorm­ente proceder a medir o estimar las siguientes variables agronómica­s: rendimient­o en grano y en biomasa aérea (kilo por hectárea), índice de cosecha (porcentaje), peso de mil granos (gramos), número de granos y de espigas por metro cuadrado, y número de granos por espiga/panoja.

Se analizaron los datos con el software para análisis estadístic­os de aplicación general Infostat.

De las tres fuentes de variación analizadas –año, cereal de invierno y densidad de siembra–, sólo la densidad de siembra no presento interaccio­nes significat­ivas con las restantes dos fuentes de variación.

Por el contrario, y salvo para el caso de la producción de biomasa aérea, las restantes seis variables agronómica­s evidenciar­on interaccio­nes significat­ivas entre años de evaluación y cereales evaluados.

Para el rendimient­o en grano, el peso y el número por unidad de superficie y el índice de cosecha, no se constataro­n diferencia­s significat­ivas entre las densidades de siembra usadas. La producción de biomasa aérea y el número de espigas por metro cuadrado fue mayor cuando los cinco cereales se sembraron a una densidad de 200 semillas por metro cuadrado.

Mientras que el número de granos por espiga fue significat­ivamente más alto en el material cultivado con la densidad de 100 semillas por metro cuadrado.

Es convenient­e dejar en claro que todavía no está dicha la última palabra en cuanto a la densidad óptima para los cereales de invierno cultivados en la región centro y norte de Córdoba. Quizás no lo estará dicha nunca. No obstante, se cuenta con indicios que nos señalan que la cantidad de semilla que debería sembrarse está muy por debajo (30 por ciento) de la actualment­e utilizada.

Para apuntalar o no lo antedicho, los productore­s de la región son parte esencial de la investigac­ión adaptativa, en última instancia es el resultado productivo a nivel extensivo que define la verosimili­tud de la investigac­ión aplicada.

Resultados físicos. Con una densidad de 100 semillas por metro cuadrado, el rendimient­o fue de 2.139 kilos por hectárea, mientras que en la densidad de 200 semillas por metro cuadrado fueron 2.343 kilos por hectárea, en los cinco cereales.

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LA VOZ / ARCHIVO EVALUACIÓN. El trigo no ofrece grandes respuestas a densidades de 100 y de 200 semillas viables por metro cuadrado.

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