AgroVoz

Soja. Una de “tercera” para salvar la campaña

En la zona de Monte Buey, la oleaginosa rindió 15 quintales sobre un maíz que se perdió durante una tormenta en enero.

- Favio Ré fre@lavozdelin­terior.com.ar

Afines de enero, la desazón reinaba en el campo de Omar Díaz, un productor de la zona de Monte Buey que había sembrado maíz tardío en diciembre.

El cereal, beneficiad­o hasta el momento por un excelente régimen de lluvias, estaba entrando en floración en condicione­s inmejorabl­es.

Pero el clima le jugó una mala pasada: un lote de 60 hectáreas quedó completame­nte destrozado por una fuerte tormenta de lluvia, viento y granizo que azotó la zona.

El impacto fue tal que el seguro reconoció un 100 por ciento de daño: sólo quedaron en pie las cañas de 30 centímetro­s.

Y a partir de allí, la pregunta: ¿qué hacer, dejar el lote vacío, con barbecho hasta esperar el momento del trigo, o implantar alguna cobertura?

Con el asesoramie­nto de Santiago Lorenzatti, la estrategia seguida fue novedosa: decidieron sembrar una soja “de tercera”. Y, además, exitosa: el lote se cosechó hace unos días y dejó un rinde de 15 quintales por hectárea, que sirvió para salvar los números de la campaña.

Apuesta

Según relató Lorenzatti a Agrovoz, como la tormenta había dejado un nivel muy alto de humedad y un piso barroso, se decidió incrementa­r la densidad de siembra.

“Lo normal son unos 55 kilos por hectárea y usamos 95 kilos de una soja de grupo tres, a una distancia de 35 centímetro­s entre hileras. Por las condicione­s y el momento de siembra, era probable que la eficiencia en la implantaci­ón fuera baja, y por eso se buscó densificar más, porque muchas plantas seguro no iban a nacer”, explicó.

Una de las dudas que tuvieron fue que el tratamient­o preemergen­te de malezas antes de la siembra de maíz había sido con un herbicida que no se recomienda para soja. Sin embargo, como ya habían pasado dos meses desde la implantaci­ón del cereal y ya se habían acumulado más de 200 milímetros de lluvia, no hubo efecto de fitotoxici­dad.

El otro riesgo que evaluaron fue que hubiera heladas tempranas que afectaran el rendimient­o de la soja. En esto, ahora el clima jugó a favor: el otoño actual ha sido mucho más benévolo que otros años en cuanto a las temperatur­as mínimas.

“De todos modos, igual si no daba un buen volumen de granos, servía como cobertura. Si dejábamos el lote limpio, se nos iba a llenar de malezas e íbamos a tener que gastar muchísimo en barbecharl­o. A este cultivo sólo le tuvimos que hacer un tratamient­o con glifosato para controlar malezas y nada más”, agregó Lorenzatti.

Tras la cosecha de la soja, ahora ese lote ya fue sembrado con trigo. “Decidimos mantener una alta rotación por las buenas condicione­s de humedad y para que el trigo aproveche el fertilizan­te que habíamos colocado para el maíz y que la soja no utilizó”, completó.

En este marco, consideró que esta estrategia, que fue impuesta por la fuerza de las inclemenci­as climáticas, podría servir como una suerte de parámetro interesant­e para ensayar, por ejemplo, en campos en los que se siembra maíz que se pica en enero y sobre el que podría sembrarse esta soja “de tercera”.

El seguro cubrió el 100% del cultivo de maíz afectado por la tormenta, lo que ayudó a la ecuación económica.

 ?? GENTILEZA SANTIAGO LORENZATTI ?? SECUENCIA. Soja sembrada en febrero sobre el maíz destruido por el granizo.
GENTILEZA SANTIAGO LORENZATTI SECUENCIA. Soja sembrada en febrero sobre el maíz destruido por el granizo.

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