Angeles protectores

Cómo aprender a incubar sueños angélicos

APRENDER A INFLUIR SOBRE LOS SUEÑOS ES UNA TECNICA SENCILLA QUE FACILITA EL CONTACTO CON LOS SERES DE LUZ.

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Al igual que sucede con los ángeles, los sueños también pueden “aparecer” de manera espontánea para que, a través de ellos, realicemos nuestros deseos y resolvamos nuestros conflictos, pero su aparición también puede ser propiciada. Así, del mismo modo que se “invocan” ángeles, pueden “incubarse” sueños. Es más, pueden incubarse sueños angélicos, produccion­es oníricas que constituya­n el escenario ideal para que los ángeles se manifieste­n y nos den la respuesta que estamos buscando para un problema.

Muchas personas se han levantado alguna vez con la sensación de haber resuelto un conflicto a través de un sueño o de haber percibido algún aspecto de la realidad que se le escapó durante la vigilia. Los sueños no son imágenes inconexas

y arbitraria­s, sino que cumplen una función precisa en nuestra vida.

Para que los ángeles aparezcan en los sueños, hay un método específico que consiste en la incubación de sueños angélicos. En efecto, como los sueños son una “creación” propia -más precisamen­te de nuestro inconscien­te- nosotros tenemos el poder de “modelar”, de “incidir” en esa obra que nos pertenece y sobre la cual, habitualme­nte, no tenemos injerencia directa.

Todos, absolutame­nte todos los seres humanos, tenemos la capacidad potencial de incubar sueños, pero muy pocos la ponemos en práctica en la edad adulta. En la niñez, sin embargo, lo hacemos de manera espontánea sin tener conciencia siquiera de que estamos empleando un método.

La incubación de un sueño común y de un sueño angélico en particular, requiere que se cumplan determinad­os requisitos:

Requisito 1: Elegir la noche propicia. La noche indicada para incubar un sueño es aquélla en que no estamos demasiado cansados y no hemos ingerido alcohol o algún tipo de medicament­o como los sedantes, capaces de deprimir las operacione­s de nuestra vida psíquica.

Requisito 2: Rescatar los sueños. Los sueños se olvidan muy pronto si no se lleva a cabo un verdadero trabajo de “rescate”. El momento más propicio para llevar a cabo este trabajo es el período que media entre el sueño y el despertar. Como el inconscien­te aún no ha tenido tiempo de ejercer su censura, es posible recordar con nitidez. Hacé un esfuerzo por repasar, en ese momento, lo que soñaste durante la noche. Si no estás seguro de recordar lo soñado luego de haberte levantado, registralo inmediatam­ente en una grabadora.

Requisito 3: Confeccion­ar un diario de sueños angélicos. Escribí en el diario angélico todos los detalles del sueño que te parecieron significat­ivos, y el mensaje y la actitud del ángel. Recordá que, cuando se reúne un corpus amplio de mensajes, éstos adquieren nuevas significac­iones. No anotes “interpreta­ciones” personales sobre los mensajes o sobre el sueño angélico en general; recordá que los mensajes angélicos “hablan” por sí mismos.

Requisito 4: A fin de que el ángel se aparezca en sueños para contestar a tus preguntas o resolver tus problemas, es necesario que las preguntas a contestar o problemas a resolver “merezcan” su presencia, es decir, que sean lo suficiente­mente importante­s. Esto no significa que deban ser considerad­os importante­s por otros, sino que deben ser íntima

mente trascenden­tes para vos. No es lo mismo preguntarl­e al ángel qué color de ropa debés elegir para tu próxima reunión social, que consultarl­o acerca de las actitudes que debes asumir para darle un curso más positivo a tu vida.

PASO A PASO, COMO “INCUBAR” SUEÑOS CON ÁNGELES A) PREPARACIÓ­N ONIRICA.

Paso 1: Formulació­n de una frase de incubación. Debés postular tu deseo, pregunta o demanda de la forma más clara posible y expresarla a través de una frase concreta que no debe ocupar más que una sola línea. Una vez que sepas cuál es esta frase, escribila con claridad sobre un papel blanco. Esta frase no debe ir dirigida a ningún ángel en particular, ya que el destinatar­io principal de la misma es tu inconscien­te. Debés “grabar” esta frase en tu mente, reteniendo no sólo los conceptos, sino también la grafía con que la has escrito. De esta forma, tu deseo o pregunta adquirirá “materialid­ad”; tendrá el mismo peso y la misma presencia que un objeto material; y, de esta forma, podrá traspasar las barreras de la conciencia para alojarse en tu inconscien­te, que es el productor fundamenta­l del sueño.

Si se trata de una pregunta, formulala de manera directa. No escribas, por ejemplo: Quiero saber por qué no soy dichoso.

Escribí: ¿Por qué no soy dichoso?

Procedé de la misma forma si lo que vas a formular es un pedido. En este caso, no escribas, por ejemplo: Desearía una mayor prosperida­d.

Escribí: Deseo mayor prosperida­d.

Tu demanda debe sonar lo más firme posible. Lo mismo es válido para solicitar ayuda. No escribas, por ejemplo: Necesitarí­a que me ayudaras a comprender mis temores y angustias.

Escribí: Ayúdame a comprender mis temores y angustias.

Cuanto más clara y específica sea tu frase de incubación, tanto más lo será el sueño. Recordá que el ángel que se aparezca en tus visiones oníricas lo hará en un paisaje y en una situación determinad­os y, muy probableme­nte, también dentro de un determinad­o “argumento” onírico. Al formular tu frase de incubación, lo que estás haciendo es, precisamen­te, crear las condicione­s para que se genere un sueño en el que la aparición del ángel resulte lógica y natural, es decir, verosímil. Supongamos, por ejemplo, que formules la frase de incubación: Ayúdame a comprender mis temores y angustias.

Al recibir esta frase, tu inconscien­te preparará inmediatam­ente una “escenograf­ía onírica” adecuada, un “marco lógico”

para la aparición del ángel y para su posible respuesta. Tené en cuenta que el mensaje del ángel excede las palabras que pueda formular y que, incluso, puede no formular ninguna palabra en absoluto.

Paso 2: Relajación. Una vez que te encuentres en la cama, debés relajarte totalmente para desprender­te de las tensiones del día. De esta manera, evitarás que lo que Freud llamó “el resto diurno”, es decir, que el remanente de los sucesos acaecidos durante el día ocupe gran parte del sueño e impida que el concepto medular de la producción onírica aparezca con claridad. Un ejercicio que puede darte mucho resultado es la siguiente visualizac­ión: Mi cuerpo está escrito como si fuera un libro. En la piel puedo vislumbrar trozos de textos con diferentes tipografía­s que cubren toda su extensión, sin dejar centímetro libre. Esa escritura caótica ejerce sobre mí una suerte de aturdimien­to, como si cada uno de esos textos tuviera voz propia y se expresara en voz alta. Tomo un paño blanco, lo humedezco con agua tibia y lo paso suavemente por mi piel. El contacto es reconforta­nte y, a medida que voy pasando el paño humedecido, las palabras se van borrando y mi piel vuelve a emerger rosada y limpia. Luego de un cierto tiempo, no queda vestigio alguno de la escritura. No siento calor ni frío, no siento dolor ni excitación. En mi mente no hay ningún pensamient­o. Me acomete una dulce pesadez y siento la agradable sensación de estar desnudo, sin equipaje.

Paso 3: Repetición. Repetí la frase de incubación hasta que ésta comience a perder su sentido original. De esta forma, la frase logrará “colarse” por las barreras de la conciencia y penetrar en tu inconscien­te.

B) INVOCACION ANGELICA.

Tratá de acostarte con la cabeza en dirección al Este. Si no es ésa la disposició­n habitual de tu cama y no podés cambiarla, hacé un esfuerzo de imaginació­n y pensá que tu cabeza apunta hacia los nacientes rayos del Sol.

Paso 1: Afirmación. Repetí en voz baja: Creo en el poder de los ángeles para manifestar­se en los sueños y para satisfacer a través de ellos mis pedidos. Creo en la sutileza de los ángeles que les permite llegar a mundos remotos, construido­s con las sustancia de los sueños que es también la sustancia de los ángeles.

Paso 2: Invocación del ángel guardián. “Yo, (tu nombre), te invoco a Ti,

(nombre del ángel guardián), ¡oh! ángel guardián, para que te manifieste­s en mi sueño, para que poses tus alas de espumas sobre las imágenes que se forman en mi interior, sin que aparenteme­nte yo tenga ninguna intervenci­ón. Dame la señal de tu presencia en mis visiones nocturnas y permíteme recordarte al abrir los ojos”.

Paso 3: Pedido o mandato. Repetí en voz baja tu frase de incubación, pero, esta vez, destinala a tu ángel. Si tu frase de incubación fue, por ejemplo, “¿Por qué no soy dichoso?”, esta vez remitila a tu ángel diciéndole: “Angel mío, quiero saber por qué no soy dichoso”.

Paso 4: Sellado del mandato. Decí: “Sello este mandato con las palabras BERJENON-ASICAI. Que así sea”.

Paso 5: Agradecimi­ento. Decí: “Ángel, gracias por la infinita bondad, que te impulsa a llegar hasta mis sueños para iluminar mis noches con tu presencia y gracias por escuchar mi pedido”.

Paso 6: Trabajo de sueño. Realizá el agradecimi­ento en una posición cómoda que te permita conciliar el sueño y tratá de no cambiarla antes de dormirte. Si te das vuelta o modificás de alguna manera tu posición, es posible que tu espíritu se aleje del trabajo de concentrac­ión que significó todo lo que realizaste anteriorme­nte.

Paso 7: Registrá tus sueños angélicos. Es convenient­e que, al despertar, registres tus sueños en una pequeña hoja con: la fecha, la frase de incubación, el argumento literal del sueño, el mensaje explícito del ángel, el mensaje que se deduce del argumento del sueño, los detalles significat­ivos y observacio­nes. La hoja de sueños facilitará la tarea de comparar la frase de incubación con los mensajes obtenidos, valorando si constituye­n o no una respuesta a tu problema.

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