La gente que hace
La economía argentina se encuentra enfrascada en una lucha cuerpo a cuerpo contra el mal que más la caracterizó en los últimos 50 años: la inflación. Se suma un rosario de debates por lastres no menos pesados como lo son el déficit fiscal, el rojo comercial, la falta de competitividad. Todos, claro está, relacionados entre sí. El Gobierno apuesta por lograr encauzar el paquete en una senda con tendencia positiva para el segundo semestre. De lograrlo, llegaría justo a tiempo, no solo para poder focalizar mejor hacia un 2019 decisivo. El orden de las prioridades le permitiría también brillar just in time para la culminación del año G-20, del cual la Argentina es anfitrión. Ante tales desafíos, fácil es perder de vista las tendencias que toman fuerza en la base del mundo de los negocios: el universo startup.
Al cierre de esta edición, la nueva Ley de Emprendedores cumplía un año. Con el claim emprendedor incorporado en el ADN de APERTURA, el dato nos motivó a hacer un balance del impacto que generó la promulgación de la norma. En el haber brilla a primera vista la imagen que deja ASEA, la Asociación de Emprendedores de la Argentina. Creada hace menos de dos años, hoy nuclea a más 11.000 emprendedores y crece a una tasa mensual que supera los 200 proyectos nuevos. El dato más importante es que la entidad aglomera hoy el apoyo de catalizadores como Endeavor, el centro de Innovación de IAE Business School o aceleradoras como Nxtplabs. El hecho permite pensar que el ecosistema local comienza –finalmente– a articular una proyección común,más allá de los esfuerzos individuales. Por su parte, en el debe, queda reconocer que a un año de la Ley apenas dos de las 24 provincias del país implementaron la constitución de la SAS (sociedad por acciones simplificada). Todo eso en un marco de cambios en el mundo de los negocios global que se superponen hoy y que ya impactan a nivel local. A partir de más de 50 entrevistas y más de 100 contactos, entre creadores, funcionarios, dirigentes e inversores, el equipo de nota de tapa, que integraron Eugenia Iglesias, Andrés Engler y Ricardo Quesada, compuso una radiografía del statu quo emprendor que revela, entre otros, el nacimiento de un nuevo ADN emprendedor. Globales y colaborativos, los empresarios del mañana cambiaron el foco. Su fortaleza es un sesgo que ya no mira solo el mercado local y cuya vanguardia se anima a pensar en una cadena de valor que incluye a la ciencia, las criptomonedas y la innovación abierta entre sus ejes de acción. Su debilidad es la falta de un reconocimiento mancomunado e integral a nivel nacional que potencie su derrame macro, más allá de la normativa. Queda por verse si el sector público logra captar el verdadero potencial de este activo cuando, a fines de abril, la comunidad emprendedora se reúna en el Congreso nacional. Hasta muy pronto.