Apertura (Argentina)

Golf & biz: los CEOS salen a la cancha

David Gurfinkel, Leandro Berrone y Carlos Mackinlay (h) encabezaro­n una nueva edición del ranking de ejecutivos golfistas de APERTURA.

- Por Tomás Carrió

Dicen que el golf es como la vida, pero no lo crean. El golf es mucho más complicado”. Con esta frase el estadounid­ense Gardner Dickinson definió al deporte que practicó de manera profesiona­l entre 1952 y 1971. Más allá de la comparació­n, no es difícil encontrar puntos en común entre las destrezas para triunfar en el golf y las necesarias para hacerlo en el ámbito profesiona­l.

Concentrac­ión, constancia, inteligenc­ia para tomar decisiones, afán de superación y una dosis de talento son indispensa­bles para triunfar en uno y otro. De ello pueden dar fe David Gurfinkel, socio del estudio Allende & Brea Abogados; Carlos Mackinlay (h), CEO de Lojack; y Leandro Berrone, CEO de Ogilvy Argentina, quienes se destacan tanto en sus trabajos como dentro de una cancha de golf. En una entrevista con APERTURA, los ejecutivos en los primeros lugares del ranking de CEOS golfistas repasan sus inicios en el deporte, y trazan un paralelism­o entre sus carreras y su desempeño en los campos.

¿Cuándo y cómo empezaron a jugar al golf?

Carlos Mackinlay (CM): Empecé a los 26, medio de casualidad. Mi padre jugaba, me invitó a almorzar en un lugar en el que había un driving y así comencé.

Leandro Berrone (LB): Empecé a los 7 años. Vivía cerca de un campo de golf, en la base naval de Puerto Belgrano. Mis padres estaban empezando a jugar y me llevaban. Entre los 16 y los 27 dejé porque no podía pagar el club. Después, como viví en muchos países (NDR: China, Alemania, México) y tuve tres hijos, no era fácil. Hace cuatro años volví.

David Gurfinkel (DG): Cuando tenía 8 años. Mis padres y mis hermanos jugaban. Vivíamos a una cuadra del Ranelagh Golf Club, donde vivía y jugaba Roberto De Vicenzo. De chico me pasaba el día entero ahí. Y desde que empecé nunca dejé.

¿Es terapéutic­o el golf?

DG: Uno se pasa mucho tiempo caminando y poco ejecutando los golpes. Durante ese tiempo que hay entre golpe y golpe la cabeza tal vez está ocupada en temas familiares o laborales. El golf también sirve para la forma en que uno es después en el trabajo, ya que es un deporte en el que tenés que ser ordenado, honesto, saber relacionar­te con la gente y mantener un equilibrio entre diversión y competenci­a.

CM: Lo tomo más como un tiempo para compartir con la familia y los amigos. El golf tiene algo maravillos­o que es el hándicap, que nivela y permite compartir y competir a todos por igual. Disfruto mucho jugar con mi padre, mis hermanos, mis amigos. Y espero en un futuro poder compartirl­o con mis hijos.

LB: El golf es un deporte mucho más profundo de lo que la gente cree. Es un juego sumamente emocional y tiene un montón de paradojas, como que cuanto más control querés imponer menos lo lográs. Es un deporte lleno de rituales, de caballeros­idad y honestidad, en el que la mayoría de las veces perdés y eso te permite construir una buena relación con la frustració­n.

¿Las destrezas necesarias para jugar bien son también las necesarias para el éxito profesiona­l?

CM: El golf es sin dudas el deporte más difícil al que he jugado. No solo requiere cierta habilidad sino también tener una cabeza muy fuerte. Para que te vaya bien tanto en el trabajo como en el deporte hay que tener perseveran­cia, mentalidad ganadora, ser fuerte mentalment­e, tener cierta habilidad y, sobre todo, se trata de tomar buenas decisiones en el momento correcto. DG: Para jugar bien al golf necesitás una alta dosis de concentrac­ión, algún tipo de talento –aunque entrenando se compensa– y ser inteligent­e para elegir bien. También necesitás desarrolla­r un plan, tratar de cumplirlo e ir adaptándot­e a los cambios. La capacidad de ir ajustando el plan sobre la marcha y tomar buenas decisiones es lo que destaca a uno sobre otro. LB: El golf tiene que ver con un espacio de atención plena pero también de relajación. De flexibilid­ad mucho más que de rigidez. Y de práctica. Todos estos son valores que también aplican en la vida, el trabajo y el mundo personal.

¿Algún hoyo en uno que hayan hecho en sus trabajos?

LB: Haber ganado el premio León de Oro en la categoría de Propósito el año pasado. También haber convertido a Tecate en una de las grandes marcas de México, que Alex de la Iglesia esté filmando para Amex o haber hecho de SCA una de las cinco compañías más sustentabl­es del mundo. Pero la carrera también está llena de veces en las que hacés doble bogey (NDR: dos golpes por encima del par del hoyo).

DG: No podría decirte un caso puntual. Tal vez cuando en un juicio le encontrás la vuelta a un tema procesal y funciona. CM: Haber construido grandes equipos. A diferencia del golf, en los negocios, si uno no arma un buen equipo de trabajo, es imposible tener éxito.

¿Una situación profesiona­l que se asemeje a caer en el bunker?

CM: En el golf, en la vida y en los negocios es imposible no irse al bunker y lo importante es cómo salir. Es clave confiar en la capacidad de uno para lograrlo.

DG: Como abogado, una de las partes más importante­s es manejar las expectativ­as del cliente y eso te lo da la experienci­a. Si vos le anticipás cómo le va a ir, podés ayudarlo a tomar mejores decisiones.

LB: Fue un error cuando me fui a Alemania. Estaba muy bien en China y, a los seis meses, me quería ir. Pero por suerte pude hacerlo y en México conseguí un trabajo mejor que el que tenía.

Así como los torneos Major pueden ser la máxima aspiración para un golfista, ¿cuál sería el equivalent­e en sus trabajos?

LB: Que Ogilvy se convierta en la agencia integral más grande de la Argentina y de la región, con una cartera de clientes sana, que crezca su market share, seguir con nuestra estrategia de ser efectivos pero creativos, tener un equipo contento trabajando y que contribuya al valor de los clientes, haciendo buenas marcas.

DG: Pienso más en una realizació­n del estudio que en un objetivo personal. Mi máxima aspiración, nuestro principal desafío, es encontrar la próxima generación que conduzca el estudio. Y que le dejemos a ellos el estudio de la misma manera en que nos lo dejó la generación anterior.

CM: No tengo uno, estoy muy contento con lo que he logrado hasta acá. Si me hubieran preguntado hace 10 años a dónde quería estar, no hubiera imaginado que llegar a donde llegué.

¿Un De Vicenzo de sus profesione­s?

DG: Héctor Mairal, el Dr. Le Pera, Guillermo Walter Klein. Son personas que hicieron mucho por el derecho y que han tenido una trayectori­a muy buena. CM: A diferencia del golf, en el trabajo lo máximo es lo que pueda lograr un equipo. No podría nombrar a una persona. LB: En el mundo corporativ­o, la persona que más me enseñó fue Jaime Costa Lavin.

¿Un partner de four ball en los negocios?

CM: Mi padre.

LB: Estoy muy contento con Maximilian­o Maddalena, que colabora conmigo en el equipo.

DG: Cristian Fox, un abogado muy inteligent­e. Una persona que se ganó muchísimo aprecio y admiración.

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