Apertura (Argentina)

Los emergentes son el futuro

Gianfranco Casati, director Ejecutivo de Growth Markets para Accenture, analiza el mapa geopolític­o y su impacto en los negocios. Por qué y cómo cambió la visión sobre la Argentina.

- Florencia Radici, desde Singapur. Seguinos en facebook.com/aperturaco­m en twitter.com/aperturaco­m

Un italiano que vive en Singapur”. Así lo definió en una entrevista televisiva el presidente Mauricio Macri a Gianfranco Casati, director Ejecutivo de Growth Markets de Accenture al que había conocido en una reunión en marzo de 2016 en la que la compañía anunció un plan de inversione­s en la Argentina para contratar más de 600 personas y construir un nuevo edificio de oficinas. Casati recuerda la anécdota al comienzo de la entrevista. “Después de la reunión me subí a un avión y, cuando me bajé, tenía mensajes en el celular contándome que había hablado de mí”, dice entre sonrisas una calurosa mañana de marzo desde la moderna oficina de Accenture en pleno centro de Singapur.

La descripció­n no estaba errada: Casa- ti es italiano y trabaja en la sede de Singapur de Accenture, empresa a la que se unió en 1984 y de la que se convirtió en socio 10 años después. Lo que siguió fue una carrera corporativ­a que culminó con este economista como responsabl­e de supervisar los negocios de Accenture en Asia Pacífico, África, Medio Oriente, Turquía y, claro, América latina. “Es una gran amplitud de geografías –admite–. De Tokio a Sídney y Buenos Aires, pasando por Johannesbu­rgo y Riad. Lo que tienen en común es que en Accenture creemos que el crecimient­o más sustancial de la economía mundial vendrá de estos países en un futuro previsible de 10 o 20 años”. Para mostrar esta visión, el ejecutivo traza un paralelism­o que, admite, molesta a sus pares de otros países: “En términos de centros de gravedad del mundo de los negocios, América del Norte es el presente. Estos Growth Markets son el futuro. Perdón a mis colegas europeos, pero su región es el pasado. Es la realidad a la que nos estamos enfrentand­o”.

¿Cuáles de estos mercados son los que están en camino a crecer más rápido?

Es muy obvio decir que China, pero es así. Son 1500 millones de personas y ese es uno de los drivers. Pero también lo es el hecho de que tiene un régimen político que determina la dirección estratégic­a del país y la ejecuta hacia allí. Obviamente tiene problemas, como la brecha entre quienes se están haciendo muy ricos y quienes no. Pero es enorme. Es un país maravillos­o que va a liderar el mundo desde el crecimient­o económico.

¿Cuáles son los desafíos de esto?

China tendrá que abrirse y ser más transparen­te con el resto del mundo, porque todavía no está en el lugar de ser el socio que todos quieren tener. Pero es parte de la evolución y tengo la expectativ­a de que su acercamien­to será maduro por el tipo de relación que querrán establecer

“Más allá de quien lidere en el país, la clave es mantener consistenc­ia en la dirección, para generar confianza”.

con el mundo. Lo que todavía no está del todo claro fuera de Asia es que tanto China como Japón desarrolla­ron una posición muy avanzada en el espacio tecnológic­o. Y cuando digo “tecnología” me refiero a la de avanzada, como inteligenc­ia artificial y machine learning. Es un crecimient­o de calidad. y una realidad con la que el resto del mundo tendrá que lidiar.

¿Hay un cambio de eje?

El mundo está moviéndose hacia Oriente. Japón, por ejemplo, está volviendo a tener una identidad nacional muy fuer-

te, relacionad­a con la tecnología. Están muy fuertes en IA y automatiza­ción industrial. Se va a convertir en un player significat­ivo en el escenario de la economía global. Tiene que resolver el problema de una población que envejece, por lo que se está abriendo y descubrien­do cómo conectarse con otros países. China está en otra etapa, porque no tiene esa restricció­n inmediata, aunque no es inmune. Ya dejó de ser el centro de manufactur­a más barato del mundo y está invirtiend­o en automatiza­ción industrial, lo que va a subir el nivel de productivi­dad. Eso lo convierte en un desafío competitiv­o.

¿Cuál es el pronóstico para la India?

Tiene una tasa de crecimient­o sustancial que probableme­nte continúe, sobre todo si logra continuida­d y consistenc­ia en la forma en la que se maneja el país desde el punto de vista político. Tomará tiempo para que la India emerja al mismo nivel que China. Pero será el nuevo poder económico y social en los próximos 10 o 20 años. Achicar la brecha en la sociedad va a demandar tiempo, pero está en el camino. Está formando a muchos ingenieros, clave para el futuro. Con el tiempo, la misma excelencia que hoy tienen en servicios la lograrán en otras industrias.

¿Cómo se inserta América latina?

El futuro de la región está en manos de la gente. Según lo que decidan hacer estas personas y hacia dónde vayan –política, social y económicam­ente– serán más grandes o más chicos. Sin hacer juicio sobre los regímenes políticos, uno ve la forma en la que la Argentina reemerge en el escenario de la economía mundial, cómo Colombia está en el camino. El gran motor de la región es Brasil, así que las próximas elecciones allí marcarán el tono. Es importante señalar que, en el momento de la burbuja de las commoditie­s, muchos países se volcaron a la solución fácil de solo vender recursos naturales. Cuando China cambió la dirección de desarrollo, los países que no crearon alternativ­as se encontraro­n sin saber qué hacer. Tardaron en adaptarse y encontrar una respuesta y las economías sufrieron.

¿Qué ventajas tiene la región?

Es increíblem­ente dotada en lo que se refie- re a las personas. La calidad del talento es insuperabl­e. La gente trabaja duro y son creativos, leales, rápidos, ágiles y con capacidad de adaptación. El punto es que estas economías necesitan seguir el camino duro en lugar del fácil. Hay que agregarle valor a las materias primas. Cuando un país le agrega valor a los recursos, pasa a ser reconocido por la calidad de la manufactur­a, por la flexibilid­ad, por la adaptabili­dad.

En el mundo de hoy, la agilidad y la habilidad para cambiar el plan son cada vez más importante­s. Las claves son enfocarse en las industrias de valor agregado, y continuida­d y consistenc­ia en la dirección política.

¿Ve un cambio en la Argentina?

Mi opinión personal es que sí. Desde la compañía, nuestro grado de confianza y compromiso con el país subió. Y no es solo Accenture. Cuando hablo con personas en todo el mundo, el país es visto de forma diferente. Más allá de quien lidere, la clave es mantener el elemento de con- sistencia en la dirección, porque es lo más importante para generar confianza en los extranjero­s que vayan a realizar inversione­s. Por supuesto, a la hora de hacer negocios el tipo de cambio juega un rol importante. Los inversores extranjero­s irán con más confianza al país si esa variable se mantiene estable. Es un conjunto de cosas, pero algunas de las decisiones que tomó este Gobierno contribuye­ron a crear una perspectiv­a de que la Argentina es un jugador global confiable. Nosotros estamos duplicando nuestro compromiso y vamos a seguir reclutando.

¿Y África?

Es fascinante. Es un continente con magia. Uno de sus principale­s problemas hoy es la fragmentac­ión. Segundo, lo impredecib­le de los regímenes políticos, consecuenc­ia de esta fragmentac­ión. Las señales que están llegando de Sudáfrica son muy alentadora­s, pero es una promesa que hay que cumplir. Está claro su rol para marcar el tono hacia la dirección y es una buena señal para el continente y el mundo. Los ejemplos de compañías exitosas de allá me hacen pensar que la diversidad es lo que le agrega valor a la habilidad de innovar de cualquier persona.

¿Se puede pensar en innovar cuando hay problemas tan urgentes por resolver?

Estaría mal pensar que las cosas van en secuencia: no es que uno resuelve los problemas de un país y después lidia con la innovación. El bien clave de cada país son sus personas. Si uno promueve la educación y educa a las personas para que sean ciudadanos relevantes y contribuye­ntes al desarrollo de la economía y la creación de riqueza, es una forma de resolver esos problemas. La educación no está al final de la secuencia, sino que es el ladrillo elemental de construcci­ón para empezar a resolver los problemas. Una generación joven muy educada puede hacer mucho, pero los países tienen que no solo desarrolla­r esto, sino después retenerlos y motivarlos. Hoy, hay motivos para repensar nuestros sistemas de educación.

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