La (dura) realidad de los autónomos
Quienes son independientes, sea con el ejercicio de su profesión o con una empresa o comercio, están en peor situación a la hora del retiro que quienes trabajan en relación de dependencia. Los haberes jubilatorios de los autónomos y de los monotributistas están en los límite inferiores de la escala (el mínimo actual es de $ 8200). Esto sucede porque el aporte mensual está relacionado a un nivel de referencia (categorías) que estipula el Estado y no a un porcentaje sobre lo que realmente gana como sucede con los empleados en relación de dependencia. “La planificación y la previsión son fundamentales en estos casos” destaca Enrique Emiliozzi, jefe del Centro de Inversiones de Banco Hipotecario, que desde el año 2003 asesora a muchas cajas de previsión profesionales del interior del país y conoce al dedillo la realidad de este sector. “Vemos que hay dos momentos diferentes entre los profesionales. Están los de 30/35 años a los que, si bien les interesa el tema de armar o pensar en un fondo de retiro, tienen su prioridad puesta en el ahorro con otros objetivos más relacionados al progreso, como puede ser la casa propia o su consultorio o estudio. Después están los de más de 40 años, que empiezan a pensar muy concretamente en lo que ellos llaman la segunda jubilación”, plantea el ejecutivo y cuenta que lo que se ve con frecuencia es que reparten la inversión entre activos financieros y activos reales vinculados en este caso a su propia profesión. El que es médico aspira a tener consultorios que luego alquile o una participación en una clínica; el bioquímico, sus propias farmacias, y los contadores o abogados sus estudios y carteras de clientes.