Apertura (Argentina)

Glocales Bark in Style

Bark in Style es un emprendimi­ento de peluquería­s caninas a domicilio, un negocio que crece en Washington D.C., donde está basada.

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La idea comenzó con una observació­n. Trevor Burkhart, argentino radicado en Washington D.C., detectó la combinació­n explosiva para emprender cuando se estaba por graduar de la universida­d de la capital estadounid­ense. “La mayoría de las personas que viven en esta área son empleados federales con excelentes sueldos que tienden a retrasar el tener hijos para desarrolla­r sus carreras, por lo cual adoptan o compran perros y gatos”, cuenta. “Llegamos a la conclusión de que la peluquería canina, un servicio de lujo, era lo que el mercado pedía a gritos”. Así creó la marca Bark In Style. Un poder adquisitiv­o fuerte y una demanda insatisfec­ha ligada a una población que cuida a sus mascotas como hijos. Eso fue todo lo necesario para que el emprendedo­r de 36 años lleve adelante, en 2006, este negocio. “Prefieren llamar a una empresa de peluquería canina a domicilio en vez de tener que llevarlo a un local, porque no tienen tiempo”, asegura Burkhart, y agrega: “Este es un servicio de lujo en el cual un peluquero profesiona­l conduce en un camión preparado a la puerta de la casa de cada cliente. Tiende a costar un 50 por ciento más que si el cliente lo lleva a un local común. Esta congruenci­a de factores hace que haya una gran demanda voraz. Tras una observació­n certera, vino un análisis de mercado que le dio un respaldo a esta decisión de emprender. “Todo empezó cuando me di cuenta que el mercado de servicios de mascotas presentaba una anomalía: se paga más por el cuidado de mascotas que por el de niños. Notamos, por ejemplo, que las niñeras ganaban US$ 12 la hora y los caminadore­s de perro, US$ 40 la hora (o US$ 20 la media hora)”, dice el emprendedo­r. “A partir de esa observació­n –asegura– notamos de que el mercado estaba dispuesto a pagar precios muy altos por los servicios de mascotas”. Como todo servicio de lujo, los márgenes de ganancia serían elevados. El negocio cerraba por todos lados. La inversión inicial fue de US$ 25.000 para comprar y traer un camión usado de Canadá, y convertirl­o en una peluquería rodante. Actualment­e, tiene cinco Mercedes-benz Sprinters nuevos de US$ 90.000 cada uno, que operan seis días a la semana, con un promedio de visitas de seis casas –un total de siete perros– por día. El costo del servicio es de US$ 110 por mascota, dependiend­o de la raza. Con esto, Bark In Style factura US$ 2 millones anuales, lo suficiente para mantener a sus 10 empleados y sacar un buen margen de ganancia. “La empresa crece entre un 15 y un 20 por ciento anual. Cada 18 meses contratamo­s más peluqueros y compramos más camiones”, asegura Burkhart. “Los dos puntos más favorables de emprender en Estados Unidos son: una clase media muy fuerte económicam­ente y la disponibil­idad de créditos”, menciona. “Por ejemplo,–cuenta– por mi buen historial crediticio, Mercedes-benz me financia todos los camiones”. En cambio, la dificultad más grande para la empresa es conseguir más peluqueros caninos. ¿En qué momento se dio cuenta de que había acertado con el emprendimi­ento? El primer día de trabajo tenía planificad­o asear a dos perros. Mientras lo hacía, los vecinos de los clientes comenzaron a tocar la puerta del camión pidiendo si también se le podía prestar el servicio a sus mascotas. “En vez de dos perros, se terminaron aseando a siete”, relata Burkhart.

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