Carsharing
La tendencia de abandonar el vehículo propio para compartirlo se instala en Europa. Los desafíos para las automotrices que se convierten en proveedoras de servicios. Cuándo y cómo puede llegar a la Argentina. “Un madrileño que tenga un coche propio tiene un gasto anual de mantenimiento de alrededor de 5000 euros entre la amortización del vehículo, el combustible, el aparcamiento y los seguros… Esto significa que todos y cada uno de los 365 días del año paga más de 13 euros”, asegura Javier Mateos, CEO de Zity, firma de carsharing que comenzó a operar en Madrid en diciembre de 2017 y surgió a partir de la unión entre Renault y la empresa Ferrovial, multinacional española líder en el desarrollo y ejecución de infraestructura, transporte y servicios. Así es como el ejecutivo decidió explicar a APERTURA el porqué de un negocio que hizo que las automotrices pasaran a ser proveedoras de servicios de movilidad. La premisa es clara: lograr que cualquiera pueda acceder a un vehículo solo en el momento en que lo necesita. El carsharing se une a los incipientes motorsharing y bikesharing y consiste en ofrecer al usuario todos los beneficios de un auto sin la necesidad de comprar uno. Zity se convirtió hace seis meses en el tercer player de la ciudad en la que ya participaban, desde 2015, Car2go –Grupo Daimler y Europcar– y, desde diciembre de 2017, EMOV –Groupe PSA y Eysmobile. Al pagar un costo por minuto que varía entre los 0,21 y 0,26 euros según la marca elegida, con solo descargar la app –que funciona como llave– el usuario puede disponer de un vehículo eléctrico para trasladarse por la ciudad con permisos de estacionamiento y recarga incluidos en la tarifa. Aunque el servicio ya existe en distintas ciudades de Europa y Norteamérica, Madrid se luce como ciudad modelo y capital global de la movilidad eléctrica. Car2go arrancó su operación en la capital española en noviembre de 2015. Al día siguiente, el Ayuntamiento de Madrid lanzó su plan de restricciones al tráfico y estacionamiento. Por ejemplo, todos los vehículos que no son de combustión interna pueden estacionar de manera gratuita en el centro de la ciudad. Orazio Corva, Location manager de Madrid de Car2go, recuerda ese momento como el mejor lanzamiento llevado a cabo por la firma. El Grupo Daimler –que controla el 75 por ciento de la operación– es el que lleva la ventaja en el negocio. Llegó antes que sus competidores y ya cuenta con más de 200.00 conductores registrados en Madrid. De los 14.000 vehículos Smart que tiene operativos en el mundo solo 1400 son eléctricos y están distribuidos entre 14 ciudades europeas, 11 de Norteamérica y la ciudad china de Chongqing. Del otro lado emerge una competencia prematura que da sus primeros pasos en Madrid. Emov surgió del joint venture entre Groupe PSA y Eysmobile –firma que, a través de una app, ofrece un parquímetro online, la posibilidad de compartir plazas de garaje y gestionar el acceso y el pago en estacionamientos de 60 ciudades– con un lanzamiento ambicioso: 500 Citroën C-zero y diferenciales en el servicio entre los que se destacan un mayor alcance –la posibilidad de cruzar la autopista M-30 y volver a estacionar el vehículo dentro del perímetro–, cuatro plazas en vez de las dos que ofrece el Smart y el desarrollo de la app que permite que el cliente escanee su licencia de conducir. “En poco tiempo alcanzamos los 130.000 usuarios. Esto hizo que sumáramos 100 vehículos más”, destaca Carlos Blanco, director de Marketing de la firma. Por la buena performance en Madrid, abrió en abril su operación en Lisboa. Sin embargo, Blanco reconoce que la rentabilidad del negocio se hace desear. “Cuando entramos solo estaba Car2go y su demanda sobre-
pasaba a la oferta. Nuestro crecimiento fue rápido y elevado, pero a dos años de la llegada del primero también se incorporó Zity con 500 vehículos más”, desarrolla. Aunque aún no está terminado el balance del primer año, agrega: “El crecimiento de la demanda no es exponencial frente a la entrada de otro competidor. Por ahora Emov no es rentable”. Mateos coincide con la visión de Blanco y es más específico a la hora de hablar de números. Zity arrancó el 18 de diciembre de 2017 en Madrid y, según el ejecutivo, ya alcanzó 80.000 usuarios registrados y emplea a 70 personas. Entrar en un mercado en el que ya participaban dos empresas conocidas por los usuarios le significó una inversión inicial de 15 millones de euros. “Los vehículos representaron el mayor desembolso”, subraya. Se trata de 500 Renault ZOE, según se adjudica la firma francesa, “el modelo eléctrico más vendido en Europa que ofrece cinco plazas y 300 km de autonomía”. En cuanto al plan de negocios, espera un volumen de facturación que ronde los 10 millones de euros anuales y una rentabilidad visible a partir del tercer año. “La apuesta por este tipo de movilidad en Madrid es muy alta. El ciudadano está respondiendo masivamente pero es necesario un período de maduración”, justifica Mateos. En paralelo, reconoce que esperaban un 2018 complicado. “En 2019 estamos seguros de que estaremos en rentabilidad. Es cuestión de tiempo, mucha inversión para seguir dando a conocer el producto y prestar un servicio de calidad”, remata. Desde Car2go, Corva aclara que, por política de la empresa, no puede compartir los resultados del negocio, aunquedice que para ellos es rentable “cada vez en más ciudades” por haber establecido un enfoque global desde el minuto uno. Comparte y triunfarás Si hay algo en lo que los tres ejecutivos coinciden es en subrayar que el modelo de joint venture resultó la regla a la hora de salir a la calle. “Garantizar la movilidad es terriblemente costoso y complejo solo para el Grupo PSA”, reconoce Blanco y asegura que la unión con Eysmobile hizo que Emov se destacara por el desarrollo de su software y servicio al cliente. “El modelo de joint venture es necesario por la inversión que significa montar una empresa sobre un servicio sobre el cual las reglas, aún, no están del todo claras”, subraya. Por ejemplo, para validar la licencia de conducir, basta escanearla con el dispositivo y esperar a que llegue la aprobación tras la certificación de los datos. Emov posee una infraestructura propia con 150 empleados en Madrid y 25 en Lisboa, centros de recarga a los que los empleados alcanzan los coches para volver a ponerlos en funcionamiento y un centro de reparación que funciona en las instalaciones que posee Citroën en Madrid. “Son muchos los factores que hay que tener en cuenta para lograr una visión global del negocio. No hay nada escrito, pero es evidente que el joint venture es una ventaja a la hora de encarar un negocio de carsharing”, reconoce Blanco. “Según nuestros estudios de mercado, en el año 2030, el 20 por ciento de los movimientos que se realicen en las grandes ciudades se producirán mediante servicios de movilidad compartida”, asegura Mateos, para quien las pérdidas actuales bien valen crear mercado para el futuro. Esta construcción se basa en la prueba y error sobre las condiciones del servicio, precios y promociones y las características del vehículo en sí. “Todos los costos ya están incluidos en el precio por minuto, desde el seguro hasta reabastecimiento de combustible o recarga del vehículo, así como las tarifas de estacionamiento”, explica Corva. Car2go cobra 0,21 centavos de euro el minuto. Transcurridos los 50 km, se eleva a 0,29 mientras que, si se quiere alquilar el vehículo por un día entero, se debe pagar una tarifa final de 59 euros. Emov posee la tarifa en 0,26 por minuto, mientras que Zity lanzó su servicio a 0,24 euros. Aunque haya diferencias en el costo por minuto, los usuarios eligen el servicio a partir de otra variable: la franquicia. Se trata del monto a abonar a modo de seguro en caso de que el usuario tenga un “accidente con culpa”. Los tres servicios ofrecían el seguro por 500 euros. Mateos reconoce que este monto funcionaba como freno. “Desde el 3 de abril Zity bajó el importe en más de un 80 por ciento a 90 euros. Entendemos que hemos adaptado nuestro servicio a las necesidades de los madrileños”, afirma. Desde Emov, Blanco detalla que decidieron resolver el problema de manera colaborativa: “Cambiamos la franquicia de 500 euros dando la opción a los usuarios de pagar 1 euro más en cada viaje. Ese monto se destina a un seguro colectivo para que el usuario viaje realmente tranquilo”. Mientras que Car2go es la única que mantiene el sistema original: “En caso de que el vehículo resulte dañado mientras es utilizado por el cliente o de que el cliente cause daños este será responsable de una franquicia de hasta 500 euros”, puede leerse en sus condiciones generales de uso. ¿Buenos Aires? La expansión del negocio va de la mano de las facilidades que las distintas ciudades ofrezcan para este
“Las ciudades deberían considerar a las flotas de carsharing como una herramienta e integrarla a sus servicios de movilidad”. Orazio Corva, Car2go
tipo de operaciones. De esto surge el protagonismo de Madrid. El Ayuntamiento de Madrid, al mando de Manuela Carmena, lleva años apostando por una movilidad que reduzca la contaminación en la ciudad. En septiembre de 2017 consiguió la aprobación del Plan A de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera, cuyo objetivo principal es reducir la contaminación asociada a la movilidad. Este plan promueve el uso del auto eléctrico, que no sufre restricciones de ningún tipo. “Las ciudades deberían considerar a las flotas de carsharing como una herramienta sostenible e integrarla a sus servicios de movilidad”, argumenta Corva. “Hacemos estudios de mercado en los que analizamos a la población, si conoce este tipo de sistema, cuál es el nivel de penetración de smartphones, cuál es la predisposición cultural y qué otras empresas existen o no en esa ciudad”, describe Blanco. Esto fue lo que hicieron en Emov cuando eligieron a Lisboa como el segundo destino. El sentido común llevaba a creer que el crecimiento sería dentro de España, pero Blanco explica que muchas de las ciudades, como Barcelona, darán el servicio de carsharing a una sola empresa vía licitación. Para Zity es absolutamente fundamental que las administraciones, como es el caso del Ayuntamiento de Madrid, apuesten decididamente por este tipo de movilidad. “Tener la seguridad de que nuestro servicio tiene buena acogida dentro del municipio es imprescindible para lanzar el proyecto”, sostiene su CEO. Al momento, las ciudades latinoamericanas parecen desaprobar los exámenes de estas tres firmas. Desde Zity, Mateos se ataja y asegura que sería pretencioso dar una respuesta tajante sobre si es posible o no este tipo de servicio. “Por si fuera poco, día a día la tecnología va evolucionando y despejando ciertas dificultades que podrían ser un freno para la implantación de este tipo de servicios en ciudades tan importantes como Buenos Aires”, evalúa. Para Corva, “no significa que sea imposible. Constantemente evaluamos todas las grandes ciudades como oportunidades potenciales para Car2go”. Blanco reconoce que la marca está registrada para operar en Sudamérica pero que no hay planes a mediano y largo plazo para desembarcar en Buenos Aires. “Tengo un amigo argentino que me dice ‘cuándo van a venir para acá, la van a romper’ y a mí me encantaría. Esperamos poder hacerlo”.