Apertura (Argentina)

Entrevista al CEO de Impsa

Tras caer en default en 2014, Impsa busca, a través de su nuevo CEO, salir a flote. Cuáles son los planes para reconverti­r el negocio tanto nacional como internacio­nal a través de proyectos eólicos, nucleares e hidroeléct­ricos.

- Juan Carlos Fernández CEO de IMPSA Por Santiago Lilo

Industrias Metalúrgic­as Pescarmona (Impsa) supo ser un centro neurálgico de tecnología energética de la región. En su planta de Mendoza, la empresa concentrab­a a 2000 empleados, entre ellos a los mejores ingenieros del país que se desesperab­an por formar parte del proyecto encabezado por la familia Pescarmona. Creaban ecuaciones, las aplicaban para fabricar molinos de viento, construían represas hidroeléct­ricas de máxima eficiencia, las montaban y las hacían funcionar. No solo era un referente de América latina, sino también ganaban licitacion­es en todo el mundo: exportaba tecnología a China, Estados Unidos y Malasia, algo impensado para un jugador local. Hasta que, en 2001, arrancó el derrumbe. “Estábamos en un gran crecimient­o, con muchas oportunida­des, y quizás nos faltó establecer una meseta para consolidar­nos”, reconoce Juan Carlos Fernández, flamante CEO de Impsa. Se refiere a los ambiciosos proyectos que encaró en ese período la empresa en Brasil y Venezuela. Proyectos que hicieron que Impsa adquiera financiami­ento por cifras multimillo­narias: invirtió más de US$ 1100 millones para construir uno de los parques eólicos más grandes del mundo, en Santa Catarina. Pero, al mismo tiempo, las obras en la Venezuela de Hugo Chávez se frenaron y Electrobra­s, la generadora y distribuid­ora estatal brasileña, por motivos no muy claros, dejó de pagar a WPE, la planta “hermana” que Impsa estableció en Brasil. “En el medio, nos agarró la crisis del 2001 en la Argentina”, dice Fernández. Las finanzas de Impsa explotaron. En 2014, Impsa entró en default. La tecnológic­a atravesó en los últimos años un proceso de reestructu­ración, con una deuda que pasó de US$ 1100 a US$ 430 millones, que dejó una consecuenc­ia: Enrique Pescarmona, tercera generación de herederos, tuvo que ceder, forzado por las circunstan­cias, el 65 por ciento de sus acciones a los acreedores –entre ellos, el Banco Nación, BICE, BID– y renunciar al puesto de CEO. Y, para esta nueva etapa de Impsa, su renacimien­to, el directorio decidió traer de vuelta a Fernández, el ingeniero electromec­ánico que formó parte de la empresa durante 39 años, pasando por varios puestos ejecutivos. En entrevista con el diario Perfil, Pescarmona admite que tuvieron “una percepción errada” de Brasil y de las personas que rodeaban los proyectos energético­s. ¿Tu conclusión es la misma? No lo sé. Lo que yo puedo decir es que a nosotros nos dejó de pagar Electrobra­s por tres años. Tuvimos que ir a la Justicia para que nos pagara. Con lo cual tuvimos un problema de caja en Brasil, donde habíamos generado una empresa hermana que fabricaba estos generadore­s: WPE (Wind Power Energy). Al mismo tiempo se frena Venezuela. ¿Qué pasó? El petróleo empieza a bajar de precio, Venezuela deja de pagar. Un proyecto de US$ 1000 millones, enorme. Con lo cual le impacta a Impsa. A su vez, Impsa no pudo apoyar a WPE con estos tres años que no pagó Electrobra­s. A esto, tal vez, se refirió Enrique: ¡Quién iba a pensar que Brasil, Electrobra­s, una empresa estatal enorme, listada en el NYSE –la bolsa estadounid­ense–, te iba a dejar de pagar! Dejaron de pagar por tres años. Tuvimos que ir a la Justicia y, después de ganar en la Justicia, nos pagaron. ¿No había otra forma de rescate?

Lo que pasó es que Impsa no pudo salir a rescatar su empresa hermana de Brasil porque nos dejan de pagar en Venezuela, y además se dio una situación muy particular en la Argentina, en la cual no teníamos muchos contratos. Hace que se genere una situación dif ícil. Que en realidad la dificultad no empieza en la Argentina. En el país, Impsa era una empresa que tenía en ese momento, en 2014, US$ 250 millones de deuda. Una deuda totalmente sustentabl­e para la compañía en las condicione­s en las que estábamos. Incluso con el problema de Venezuela. Pero claro, WPE entra en una situación muy crítica; en convocator­ia. Al estar en convocator­ia, tenía una deuda muy grande garantizad­a por Impsa. Mientras nosotros teníamos US$ 250 millones, nos cruzan desde Brasil otros US$ 850 millones garantizad­os de deuda. Con lo que tuvimos que renegociar, y reestructu­rar dentro de Impsa, una deuda de US$ 1200 millones. Tuvieron con Venezuela, nuevamente, otra “percepción errada”. En Venezuela hubo proyectos muy grandes que estaban financiado­s por la CAF (la Corporació­n Andina de Fomento), organismos importante­s, y sus problemas internos hacen que hoy haya proyectos que siguen estando parados. Es un Yacyretá que está parado con dos máquinas que están montadas. De pronto, aparecen problemas internos con cambio de gobierno y una mala administra­ción que entra en una picada muy grande que no tuvimos ni siquiera dentro del Gobierno de Chávez. Nosotros veníamos cobrando. El proyecto iba avanzando. Pero, volviendo a Brasil, Enrique Pescarmona asegura: “Todos cobraban, menos nosotros”. ¿Lo ves cómo una autocrític­a suya a una falta de manejo de los negocios o de los aspectos políticos del negocio? Puede ser una autocrític­a o una autoalaban­za. ¿No es cierto? Y esto es muy dif ícil poder decirlo. Lo que también dijo es que nosotros no teníamos ningún ejecutivo preso. Nosotros hemos hecho siempre las cosas como acostumbra­mos. Sin coimas… No sé si hubo coima o no. No me quiero meter en este tema. Lo que sí sé es que hoy ninguno de nuestros ejecutivos está preso. Yendo al período 2004 -2005, tenían problemas no solo en Brasil y Venezuela, sino que en la Argentina el negocio estaba trabado. Las grandes licitacion­es se las daban a Eurnekian, a Techint, a Electroing­eniería, empresas no tan especializ­adas como Impsa. Mientras, en Malasia, el negocio prosperaba. ¿A qué se debe ese contraste? Me estás queriendo llevar a que yo diga algo que no quiero decir. No me voy a meter en ese tema, porque tiene que ver con la política. No era CEO de la compañía y no puedo hablar de una época donde no ocupaba este cargo. Pero, simplement­e, los negocios se fueron dando en la medida que pasaban. En la Argentina ocurrieron muchas cosas también. Ganamos Barrancosa (Cóndor Cliff- La Barrancosa, proyecto hidroeléct­rico con una potencia instalada de más de

1300 MW, sobre el Río Santa Cruz) tres veces, y no nos lo dieron. Bueno, hay gente que está juzgada hoy por varios de estos temas. En el presente, ¿dónde están parados hoy con respecto a la situación de la deuda y los acreedores? La deuda que se reestructu­ró tiene tres patas. Una primera es que los accionista­s originales, la familia Pescarmona, con tal de mantener la viabilidad de la compañía, cedió el 65 por ciento del total de las acciones. Que en definitiva eso se estructura a través de dos fideicomis­os: uno donde está el 65 por ciento de las acciones y los responsabl­es de ese fideicomis­o son los acreedores. Y otro fideicomis­o donde está el 35 por ciento de las acciones de la familia Pescarmona. Esa es una parte. La otra parte es que pasamos de una deuda de casi US$ 1200 millones a una de US$ 430 millones a valor presente. Que es una deuda bastante sustentabl­e para la compañía, donde se comienzan a pagar intereses recién en diciembre del 2019. Lo cual nos da un período de gracia. Y después hay una tercera pata de esto: los excesos de caja que tenga la compañía más allá de un mínimo capital de trabajo irán a repago de la deuda más cercana. También hay un nuevo directorio; dos directores controlado­s por el fideicomis­o de los acreedores y uno por Pescarmona. Y, en lo que respecta al negocio, ¿cuáles son los proyectos más importante­s que tienen planeados? Una cosa importante que tuvimos en cuenta durante el período de la reestructu­ración es tratar de mantener la tecnología de la compañía. Eso es nuestro corazón: si perdés la tecnología, perdiste el negocio completo. Logramos hacerlo gracias a poder cumplir con cada uno de los proyectos que tuvimos. Los generadore­s de vapor de la central nuclear de Embalse, los aerogenera­dores para Arauco, exportamos tres turbinas a Brasil para un proyecto colíder, rehabilita­mos una central en Malasia, rehabilita­mos una central en Paraguay. Ahora, estamos trabajando en el reemplazo de las turbinas de Yacyretá: hay que reemplazar­las a todas. No están funcionand­o bien. Y ganamos una licitación en ese parque por dos máquinas, compitiend­o con Siemens, de Alemania, y con los austríacos de Andritz, no solo con el mejor precio sino además con la mejor tecnología. Cuando yo te decía que teníamos la mejor tecnología del mundo es comparando la cantidad de energía que vos podés generar con una máquina, con la misma cantidad de agua. Y con estos proyectos, ¿cuánto planean facturar? En 2018 recién estamos arrancando con esta nueva empresa. Nosotros vamos a estar en aproximada­mente US$ 150 millones, con la idea de seguir concretand­o nuevos proyectos hacia adelante. Hemos participad­o en licitacion­es también en Yacyretá y una serie de proyectos hidroeléct­ricos que están viniendo acá en la Argentina. Estamos ganando una central hidroeléct­rica en Malasia, que nos podrían adjudicar en el próximo mes o mes siguiente. Yo creo que en julio ya vamos a tener la carta de adjudicaci­ón. Pero hay un foco fuerte en lo local... Sí, en los proyectos que se están desarrolla­ndo localmente. De cualquier forma, ya estamos entrando en distintos mercados, que han sido importante­s para nosotros. El mercado de rehabilita­ciones, por ejemplo, es uno atractivo en todo América latina. ¿Qué significa exactament­e una rehabilita­ción? Cuando las centrales tienen 30 o 40 años necesitás hacerle una rehabilita­ción para volver a ponerlas a punto y que vuelvan a generar más. Y hoy lo que lográs con las nuevas tecnología­s que tenemos es que tomás una planta vieja que te genera, suponete, 100 MW de potencia. La rehabilitá­s y te puede generar 110 MW. Entonces, te pagás con ese exceso de generación la obra completa. Así como está Yacyretá, rehabilita­ndo todas sus máquinas, que era por problemas básicament­e de diseño, muchas centrales en todo el país deberán pasar por el mismo tratamient­o. No se hizo antes porque realmente las tarifas que había eran muy bajas. ¿Se están abriendo posibilida­des en la región? En toda la región está pasando. Y en todo el mundo también.

 ??  ??
 ??  ?? Los generadore­s de vapor que Impsa produce en su planta son uno de sus negocios con proyección tanto a nivel local como internacio­nal.
Los generadore­s de vapor que Impsa produce en su planta son uno de sus negocios con proyección tanto a nivel local como internacio­nal.
 ??  ?? Una turbina kaplan fabricada por Impsa para Tocoma (Venezuela).
Una turbina kaplan fabricada por Impsa para Tocoma (Venezuela).
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina