Salarios en la nube
En la industria del software, que exportará US$ 2000 millones este año y quiere llegar a los US$ 10.000 millones en 2030, los principales desafíos pasan por extender los beneficios impositivos y conseguir gente. El 73 por ciento de su costo es laboral.
En el segmento de software, la Argentina exportó en 2017 US$ 1700 millones. El 52 por ciento de esa cifra, a América del Norte, con los Estados Unidos como el principal destino, con el 48 por ciento del total. Luego, un 35 por ciento se destina a América latina. Pero, a diferencia de otros sectores exportadores, la venta de servicios de software a Brasil no es representativa: solo implica un 3 por ciento. “Esperamos que eso cambie”, reflexiona Aníbal Carmona, presidente de la Cámara de la Industria del Software (Cessi). La primera traba para la exportación a Brasil es la doble imposición tributaria, a pesar de que en servicios se acordó eliminar esta política. “En software todavía no pasa, se acaba de aprobar pero todavía no está reglamentado”, señala el presidente de la cámara. La Argentina tiene convenios para evitar la doble imposición con el 6 por ciento del producto mundial. “A los Estados Unidos exportamos sin problemas, como a Chile y México”, dice sobre los países en los que rige esa ventaja. En la región, Chile, Uruguay, Perú y Colombia son los principales destinos. Tal como sucede con la exportación de materias primas con potencial de transformarse en bienes manufacturados en el mediano plazo, la industria del software atraviesa un proceso similar. Hoy, el desarrollo del software –lo más básico de la cadena– representa entre un 53 y un 54 por ciento de las exportaciones. Por la naturaleza de la industria, un 73 por ciento del costo es laboral. En ese sentido, la ley de software reduce un 60 por ciento de los aportes patronales, que pueden emplearse para el pago del IVA. Y una empresa puede deducir un 25 por ciento del impuesto a las Ganancias si mantiene el empleo y crece en gente. Por eso, la ley funciona como un incentivo: “Crecimos al 16 por ciento anual en exportación en dólares, 9 por ciento en empleo y 10 por ciento en facturación en los últimos 10 años”, dice Carmona. Con esa tendencia, el presidente de la Cessi detalla que el plan federal para 2030 es exportar US$ 10.000 millones. Sin embargo, la carga impositiva también pesa como en todos los sectores. “No queremos exportar impuestos como ingresos brutos o el impuesto al cheque”, sentencia. En ese marco, la industria lucha por conseguir una prórroga de la ley, que termina en diciembre de 2019, hasta 2030. Hoy, el sector emplea a 107.000 personas. Pero factura US$ 41.000 por empleado por año. El objetivo es llegar a US$ 70.000. Israel factura US$ 400.000 por empleado pero exporta casi todo el software que produce, apuntan en la industria. La conectividad juega un rol fundamental para mejorar las posibilidades de exportación. “Hoy pagamos la infraestructura de comunicaciones un 40 por ciento más que el resto de América latina”, afirma Carmona. El principal competidor en la región es Colombia. “Brasil no lo es tanto por la barrera cultural y porque no tiene sal-
do exportable, consume todos los recursos que tiene para exportar servicios”, explica Carmona. En cuanto al nivel del tipo de cambio, la devaluación de abril mejoró la ecuación pero entre las empresas plantean que el dólar ideal es uno que no sea volátil. “A largo plazo el precio no puede ser el único diferencial, se debe generar valor con blockchain, cloud y ciberseguridad”, dicen en la cámara. Para este año, las proyecciones prevén un aumento del 25 por ciento en las exportaciones y que superen los US$ 2000 millones.