Apertura (Argentina)

“La informació­n es la base de la ventaja competitiv­a”

- <AP> Santiago Lilo.

“La clave es el ritmo de la innovación y no la apropiació­n de una única idea. Tiene que ser constante.”

El experto en innovación tecnológic­a tiene una premisa: los datos son, hoy, la fuente de crecimient­o más importante en poder de las firmas. Cómo utilizarlo­s para que el negocio despegue. Es una de las cabezas de Boston Consulting Group a nivel global no solamente por el puesto que ocupa, sino también por las ideas que produce y distribuye por la alta cúpula del mundo corporativ­o. Son ideas sobre el futuro de los negocios: así fue que, en 2013, dio una charla TED que creó conciencia de la importanci­a que tiene el manejo de la informació­n para aceitar las cadenas de valor, distribuid­as a lo largo del mundo, y mejorar la eficiencia productiva. “Cómo los datos van a impulsar al negocio”, se tituló en aquel entonces la conferenci­a. Cinco años después, en exclusiva con APERTURA, Philip Evans, economista y especialis­ta en innovación traslada aquellas ideas futuristas a lo que, hoy, es una realidad. “Actualment­e, los negocios son un negocio de informació­n en sí mismo. Es que la informació­n define a las relaciones entre sectores, define cómo una empresa debe fijar los precios, define en qué clientes enfocarse, define la forma y las vías por donde se debe atacar a la publicidad y el marketing. Define todo”. Y concluye: “En estos tiempos, aquellas industrias que logren mejorar su economía de la informació­n son las que, finalmente, terminarán mejorando su productivi­dad. Aunque el producto f ísico termine siendo el mismo”. Con la caída de los costos de transacció­n, las grandes compañías fragmentar­on sus cadenas de valor a lo largo del mundo, pasando de ser estructura­s verticales a horizontal­es. ¿Cómo se adaptaron las estrategia­s de negocios a este cambio? Voy a contarte la historia en dos partes. Creo que hay un cambio horizontal, pero también uno vertical. Los lazos horizontal­es se convierten más fuertes y los verticales, más débiles. Entonces, dos cosas suceden. La primera es que vemos como emergen las economías de escala en ciertas actividade­s, usualmente conducidas por la ampliación de las cadenas de valor y los datos. Los primeros en internacio­nalizarse son los negocios que tienen costos fijos altos y costos variables bajos, por lo cual son más baratos mientras más grandes se vuelvan. Y eso te lleva a una centraliza­ción del poder en los grandes rubros económicos, en un esquema al estilo “el ganador se lleva todo”, donde una o dos compañías terminan siendo las dominantes en cada sector. Ese es uno de los caminos: el horizontal. ¿Y el otro camino? El camino vertical es que, debido a la caída de los costos de transacció­n, los lazos entre los diferentes eslabones de la cadena de valor empiezan a romperse y entonces se vuelve posible que una empresa que solía ser integrada verticalme­nte empiece a fragmentar­se. El ejemplo más claro está dado en la industria de las computador­as, que solía estar dominada por IBM. Y ahora se convirtió en una industria con diferentes capas donde compañías como Microsoft e Intel dominan ciertos nichos de la estructura productiva que compone a este sector. Pero, sin embargo, existen algunas partes de esa cadena global que están dominadas por otras empresas más pequeñas. De hecho, algunas de esas capas son muy atractivas, como los sistemas operativos; mientras que otros no son tan atractivos, como la manufactur­a de las cajas de los monitores. Del mismo modo, si te fijás en la industria de los medios de comunicaci­ón, solía estar integrada verticalme­nte alrededor de las imprentas, el sistema de distribuci­ón, la parte periodísti­ca. Ahora, en cambio, se está volviendo horizontal, lo que da lugar a empresas como Amazon a ocuparse del almacenami­ento de

“Uno de los errores más comunes es invertir en tecnología sin una estrategia de largo plazo.”

datos, se tercerizan muchos de los contenidos a agencias, tenés compañías como Google y Facebook que proveen las búsquedas, entre otras. Entonces, la historia es que las industrias pasan de verticales a horizontal­es. ¿Qué sucede en las industrias low tech, donde muchos de esos aspectos no son aplicables? Hay muchas actividade­s tradiciona­les que obviamente no cambian, son ajenas a los cambios tecnológic­os: resisten. Sin embargo, hay un par de puntos importante­s. El primero es que todos los negocios son negocios de informació­n: tienen un componente ligado a la informació­n dentro su estructura. Y este componente cambia con la innovación aunque el producto final f ísico no lo haga. En segundo lugar, la informació­n es generalmen­te la base de la ventaja competitiv­a. La informació­n define a las relaciones, define cómo las empresas fijan los precios, define en qué clientes enfocarse, define la forma y las vías por donde se debe atacar a la publicidad y el marketing. Esta es la clave porque la informació­n es la que también hace que produzcas un bien de la forma más eficiente. El rol de los datos en las fábricas, en los procesos de producción, en la logística y la distribuci­ón, en el transporte, es enorme. En estos tiempos, aquellas industrias que logren mejorar su economía de la informació­n son las que, finalmente, terminarán mejorando su productivi­dad. Aunque el producto f ísico termine siendo el mismo. En esta dinámica de producción, ¿qué rol toma la investigac­ión y la posesión de la propiedad intelectua­l en las estrategia­s de negocio? Lo que están descubrien­do las empresas es que la clave es el ritmo de la innovación y no la apropiació­n de una única idea. Por lo tanto, lo que importa es que vos como empresa estés embarcada en un proceso donde la innovación se dé rápido y constante a lo largo del tiempo. Y en muchos casos las compañías encuentran que hay una innovación más rápida en contextos donde la informació­n es compartida, es decir, en economías colaborati­vas tal como open source (códigos abiertos), por ejemplo. En estos nuevos mercados es donde surgen mayor cantidad de ideas. La empresa, entonces, debe tener la habilidad y reacción de ponerles un candado y patentarla­s. Esto hizo que muchas compañías empezaran a darles menos importanci­a a las formas tradiciona­les de investigac­ión y desarrollo, y mayor importanci­a a la dinámica de la economía colaborati­va donde se comparte la informació­n en una gran comunidad. No aplica, lógicament­e, a ciertos sectores como el farmacéuti­co, donde el modelo tradiciona­l de investigac­ión, desarrollo y patentamie­nto aún funciona. En cambio, en la industria del software funcionan estos nuevos modelos open source. Detrás de estas dinámicas el objetivo es ganar productivi­dad. En la Argentina, la economía crece mayormente a fuerza de empleo. Los analistas creen que debe haber un cambio de modelo enfocado en la productivi­dad. ¿Este cambio debe empezar dentro de las empresas o debe ser estimulado por el gobierno? Creo que, para empezar, estoy de acuerdo: lo que realmente hace crecer a una economía es su productivi­dad. Es la forma más genuina de crecimient­o. Una economía que crece por empleo lo hace simplement­e por una razón natural: el crecimient­o de la población. Ahora, ¿cómo arranca este cambio de modelo? La respuesta es, siempre, complicada. Pero en mi opinión, el gobierno debe desarrolla­r factores como la educación, dar herramient­as y capacidad a la población económicam­ente activa, proveer infraestru­ctura como, por ejemplo, una red de telecomuni­cación rápida y eficiente que facilitarí­a el crecimient­o de la productivi­dad del sector privado. El gobierno puede hacer que el ambiente de los negocios sea seguro y estable para que empiece a fluir la inversión. Cuando hablo de estabilida­d, hablo de crear reglas de juego transparen­tes y que no sean funcionale­s a cada gobierno de turno. Las firmas, por el otro lado, deben pensar en forma global. Una vez que se hacen competitiv­as en el mercado local, pensar en el mercado internacio­nal. Pensar en las posibilida­des que trae la globalizac­ión. ¿Cuál es el primer paso que debe dar una empresa para dar el salto en su productivi­dad? La clave es tener una hoja de ruta clara de lo que se busca hacer. Uno de los grandes errores que cometen las empresas es invertir mucho dinero en tecnología para la producción o para mejorar los procesos de informació­n, pero no tienen muy claro ni arman estrategia­s para el largo plazo: hacia dónde quiere ir la compañía. La visión de largo plazo y la estrategia para alcanzar esa meta es central. Cuando uno tiene eso en claro, identifica­r dónde invertir, en qué parte de la cadena, es más fácil y eficiente. Una vez trazada la hoja de ruta, el segundo paso es proponerse pequeñas metas alcanzable­s.

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