Sin atajos a la vista
Cuando esta edición de APERTURA 296 se va a imprenta, la sociedad argentina todavía trata de digerir la revelaciones sobre los denominados Cuadernos K. El descubrimiento que sacó a la luz el ejemplar trabajo periodístico del equipo de La Nación proyecta una ruta de dinero clandestino que conecta como un hilo conductor la economía argentina con el puesto de mando del universo kirchnerista. Porque si bien los hechos tuvieron su epicentro en la obra pública, sus ondas expansivas prometen involucrar a más sectores. El enjambre de costos –impositivos, laborales y financieros– que componen el “costo argentino” no es culpa de los gobiernos K. Es fruto de más de tres décadas de errores propios e impactos externos. Pero sí se debe culpar a quienes hicieron del patoterismo financiero local e internacional su bandera económica por no haber aprovechado el viento de cola que disfrutó el país entre 2004 y 2009 –entre altos precios de commodities y la avalancha de liquidez global– para liquidar esta hipoteca histórica. Despachar un contenedor en el puerto de Buenos Aires cuesta US$ 600; en Chile, US$ 220. En el mundo, se paga una tasa promedio de 52,6 por ciento sobre las utilidades generadas; en el país, 106 por ciento. Los depósitos locales en los bancos representan un 16 por ciento del PBI, cuando en Chile alcanzan el 60 por ciento. La tormenta cambiaria dejó al país otra vez al borde de la recesión y confirma que soltar el yunque que lastra a la competitividad argentina exigirá años de pasos cortos ya que, a la hora de generar valor sustentable, no hay atajos que sirvan. El desaf ío demanda un abordaje integral, según lo convalida la investigación especial que realizó el equipo de APERTURA para esta edición, con el objetivo de armar un mapa que refleje cómo impacta el costo argentino en los sectores que mayor potencial prometen a futuro. Estos fueron elegidos en función de tres variables: peso en el PBI (industria automotriz y aceitera), capacidad de generar dólares a futuro (exportación de software y servicios, energía) y representatividad como exponentes de economías regionales (vino y limones). La nota de tapa muestra, con lujo de detalles, la realidad –entre costos y oportunidades– de las cadenas productivas que pueden impulsar a la Argentina del mañana. Todo, en un momento en el cual la coyuntura vuelve a desafiar a la visión y las ganas de hacer negocios. La meta es la de siempre: aprender de quienes, aun ante la adversidad, no frenan y apuestan por un futuro en el cual los únicos cuadernos que valgan la pena leerse sean los de nuestros hijos. Hasta pronto.