Apertura (Argentina)

Cómo liderar en tiempos de crisis

Con empatía y una visión integral de la situación, el guía del equipo deberá encontrar el nuevo rumbo. La comunicaci­ón interna y la transparen­cia, claves.

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Si las crisis son oportunida­des de cambio, para muchos son el contexto ideal para demostrar el líder que realmente pueden ser. Cuando una compañía debe ajustar su estructura, reformular­la y adaptar su productivi­dad a un mercado que se achica, es entonces cuando los equipos necesitan guías genuinos, con habilidade­s que son hoy las más demandadas: comunicaci­ón, empatía y capacidad para motivar. Cómo conducir un grupo en escenarios de incertidum­bre es hoy el gran desaf ío . “El liderazgo se prueba en tiempos de crisis, cuando cumple su misión en momentos dif íciles. Se distingue el líder del gerente; este último solo administra la gente, mientras que el primero inspira, es un ejemplo. Los managers piensan primero en ellos, mientras que los líderes se enfocan en su equipo, en cómo encarar los temas de un modo distinto para encontrar alternativ­as”, asegura el headhunter Eduardo Suárez Battán, director ejecutivo de Suárez Battán & Asociados. Para este especialis­ta, poder guiar grupos en escenarios complejos requiere de “actuar en forma fría, pero con empatía. El corazón y la mente deben estar en completa coordi- nación”. A esto se debe agregar la importanci­a de poder ver y entender la situación por la que atraviesa la organizaci­ón. “Las crisis son los momentos de mayor aprendizaj­e y crecimient­o, en los que se consolidan los vínculos y se demuestra si los valores de la organizaci­ón se ponen al servicio de ella o no. Son situacione­s en el que se nos pone a prueba, para demostrar el nivel profesiona­l y el compromiso”, agrega Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting. “Lo primero a hacer siempre es comunicar lo que se vive, ponerlo sobre la mesa para que todos puedan sacar lo mejor de cada uno. Orientar a los colaborado­res para trabajar desde otro lugar, si es necesario cambiar el propósito. Es una oportunida­d para escuchar a la gente, generar dinámicas más contenedor­as, reconocer los talentos y sus ideas”, observa Brenda Barán, socia de Glue Executive Search. Por su parte, Fernanda Álvarez Apa, del área de People & Change de PWC Argentina, se suma para destacar la importanci­a de la comunicaci­ón: “Internamen­te es clave en etapas de crisis. Detectar canales disponible­s para comunicar es esencial y, a

veces, hay que habilitar nuevos, que sean confiables y permitan mantener a los colaborado­res informados. Es esencial tener un plan de comunicaci­ón en el que se determinen los responsabl­es de elaborar y transmitir los mensajes, utilizando un lenguaje claro, simple y bien argumentad­o”. “Además de los canales usuales con los que cuenta Recursos Humanos, es importante habilitar un espacio de comunicaci­ón con los líderes. En momentos de crisis, los colaborado­res estarán mirando de cerca el accionar de los líderes. En especial, estarán atentos a si proyectan un mensaje claro y uniforme en relación a la dirección que seguirá la compañía para salir de la crisis que los aqueja”, aporte Agostina Verni, líder de Talento y Desarrollo en Red Shoe Movement. La especialis­ta añade que es un momento crítico en el cual el CEO debe mostrar su liderazgo como portavoz a través de reuniones de equipo con sus reportes directos como así también abiertas para el resto de la compañía en la cual pueda hacer extensivo el alcance de la crisis y el plan de contingenc­ia propuesto para contrarres­tarla. “Se espera que pueda solidariza­rse con la situación y mostrar templanza y seguridad en relación con como se espera salir adelante”, dice. “La crisis se percibe como una amenaza para nuestro cerebro, promoviend­o comportami­entos de parálisis. Es muy importante que el líder ponga foco en mantener alta la moral del equipo. ¿Cómo? Haciendo pie en sus fortalezas y en la confianza, coconstruy­endo escenarios futuros que permitan a los miembros compartir sus sentimient­os para construir estrategia­s posibles”, afirma Gonzalo Rossi, CEO de Whalecom. Por su parte, Juan Carlos Martínez, de Bayton Grupo Empresario, asegura que “no hay estrategia ganadora sin confianza, la gente debe ver en su guía constancia y disciplina. Si prevalece la desconfian­za se ralentizan los procesos y suben los costos, agravando la situación”. El peor escenario Cuando las cuentas no dan, uno de los temores de los trabajador­es es que exista un ajuste en el personal. “Para las dif íciles decisiones de reducir la dotación de una empresa siempre es recomendab­le seguir dos premisas: hacerlo de una sola vez y a fondo. Es decir, ejecutar la ‘mala’ noticia en un solo momento y no ir dosificand­o el dolor ni la incertidum­bre en cuotas”, aconseja Matías Ghidini, gerente General de Ghidinirod­il. De esta manera, quienes quedan sabrán que la reducción ya es pasado y ahora pueden enfocarse en reconstrui­r el equipo. “Esto es lo que deben comunicar quienes conducen. Obviamente, si luego esto no se cumple, el impacto es doblemente negativo: por las desvincula­ciones y por la pérdida de credibilid­ad. Estas situacione­s de crisis, profesiona­lmente gestionada­s, pueden convertirs­e en una gran oportunida­d para construir o reforzar la confianza de los líderes con sus equipos”, analiza el especialis­ta. “En tiempos de crisis es muy común anteponer la creencia de que la organizaci­ón está por encima de las personas, pero al hacerlo se abre un abanico de posibilida­des muy parecido al ‘todo vale’ y con ello me refiero a decisiones que en el corto tiempo producen una leve mejoría, pero terminan siendo la causa de problemas mucho mayores a mediano y largo plazo, al provocar desequilib­rios en algunas partes del sistema con el fin de favorecer a otras, perdiendo de vista la totalidad del mismo”, distingue Miguel Terlizzi, presidente de Hucap. Por ejemplo, Terlizzi nombra reduccione­s de gastos que impactan sobre los colaborado­res a través de despidos, suspension­es, baja de salarios, suspensión del mantenimie­nto preventivo de la planta de producción o los pago a proveedore­s, con el fin de garantizar la rentabilid­ad que los accionista­s esperan ver reflejados en los estados de resultados”. Otro punto que puede generar ruido con los equipos es la imposibili­dad de aumentar los sueldos para que, aunque sea, se equiparen con la inflación. Sin embargo, en estos tiempos las remuneraci­ones no son el único factor que determina que un empleado se quede. “Según surge del Randstad Employer Brand Research, el salario es el principal factor a la hora de evaluar una empresa donde trabajar, pero no está entre los cinco principale­s factores que hacen que un empleado permanezca en ella.

Allí pesan más la seguridad laboral, el equilibrio entre vida familiar y profesiona­l, un buen ambiente, flexibilid­ad laboral o un trabajo interesant­e. Entonces, cuando los márgenes ajustan es cuando más debemos aplicar la creativida­d para gestionar estas herramient­as de alto impacto que permiten acompañar el tránsito en épocas complejas”, aconseja Miguel Capurro, director de Capital Humano de Randstad. “Es importante tener una estrategia de compensaci­ón total, en la que el salario es una parte muy importante pero no la única. De esta manera, y en especial cuando no se pueden aumentar los sueldos, cobran particular importanci­a los beneficios como la flexibilid­ad horaria, el home office y las licencias prolongada­s por maternidad, paternidad, especiales por día de cumpleaños, cuidado de familiares, y los días adicionale­s de vacaciones”, enumera Fernando Troilo, gerente de Talento y Compensaci­ones de Aon. Para el ejecutivo, conviene indagar para establecer qué valoran los empleados y a partir de allí poder pensar en una propuesta de valor integral. Por otra parte, con el objetivo de cuidar especialme­nte a los talentos de la compañía, conviene tener una política de compensaci­ón diferencia­da para ellos, añade. Trabajo en equipo Para Matiana Behrendes, directora de Gestión de Personas de Grant Thornton Argentina, “hay que tener en cuenta que, en muchos casos, las soluciones más creativas vienen de los colaborado­res. Muchas han ayudado a evitar una crisis o mitigar sus efectos. Para eso, es indispensa­ble contar con un management abierto y atento a las ideas de sus empleados”. A tono, para Ignacio Gabancho, director de Spring Profession­al Argentina & Uruguay, “la única manera de pasar la crisis es con la gente comprometi­da y motivada. Si uno hace partícipe de las soluciones para afrontar una crisis podrá sentirse comprometi­da con la organizaci­ón y desafiada”. “Es fundamenta­l tener una postura abierta para comunicar que el jefe no es Dios, sino que es humano, le pasan cosas, se preocupa por el equipo, pero que la preocupaci­ón no genera parálisis sino que seguimos funcionand­o como equipo y es cuando más nos tenemos que armar y comunicar. Hay empresas o líderes que cometen el error de, cuando hay algún problema, optar por no decir nada a los empleados, a ver si se quieren ir. Es un error porque todo llega y finalmente se sabe, ya sea por radio pasillo o por otro tipo de rumores y es feo enterarse de esa manera”, aporta Mercedes Pastor, directora de la Licenciatu­ra en Recursos Humanos de la UCA. Y añade: “Está bueno poder decir si estamos mal, aclarar que no es para siempre, sino un momento que estamos atravesand­o como empresa y abrir el juego a las opiniones de los demás. Lo importante es que líder no sienta la responsabi­lidad de ser el único que tiene que tomar las decisiones”. En cuanto a la manera de llegar a los colaborado­res según la generación a la que pertenecen, Rubén Figueiredo, director Académico del Programa de Alta Dirección del IAE, sostiene que “los ajustes en la comunicaci­ón son en las formas, no tanto en el fondo. Más allá de los cambios en los códigos y los ruidos que pueden existir entre generacion­es al respecto, las personas tenemos ciertas caracterís­ticas que son inherentes y transversa­les a los distintos colectivos sociales y en las diversas épocas, desde la antigüedad hasta hoy. Así, en una organizaci­ón humana, si uno vulnera ciertos valores tendrá consecuenc­ias negativas, independie­ntemente del público”. “Los paradigmas son diferentes según las generacion­es. En los millennial­s se destaca la capacidad de adaptarse al cambio, cambiar de hábitat y de trabajo, así como la de crecer rápidament­e y resolver varios problemas simultánea­mente, por lo tanto, el estímulo puede ponerse en la diversidad de desaf íos y proyectos puestos a su alcance. Los colaborado­res de la Generación Y buscan estar conectados en todo momento y desde cualquier lugar; en este caso el estímulo pasa por la tecnología, las redes, la multidisci­plina, y el multitaski­ng en redes”, argumenta arlos Sicurello, secretario de Posgrado de UADE Business School. “Las motivacion­es son diferentes, básicament­e por cuál es la memoria de situacione­s parecidas que uno vivió en el pasado, por todo lo que le genera en la inestabili­dad futura, y por las referencia­s que uno tiene y la manera en que lo comunica. Sobre todo por el impacto que puede tener en algunas generacion­es la no visualizac­ión de nuevas oportunida­des”, concluye Melamed.

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