Apertura (Argentina)

Costo argentino

Es el mayor lastre que soporta la economía. El impacto, sector por sector. Cómo afrontarlo en tiempos de recesión. Soluciones posibles.

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Al sur de la ciudad de Córdoba se encuentra el barrio Ferreyra, zona conocida por su parque industrial en el que operan fábricas de todo tipo. Si se sale de allí con dirección al oeste y se cruza la ruta nacional número 9 por el Camino a Capilla de los Remedios, entre descampado­s y casas bajas, se erige una planta de 11.000 metros cuadrados coronada con un gran cartel que reza: Bartolomé Macchiarol­a Plásticos. Bartolomé es el padre de Hernán, Yanina y Flavio Macchiarol­a, quienes dirigen actualment­e la compañía. Fundada en 1978, se encarga del diseño y la fabricació­n de matrices de piezas termoplást­icas. Hoy, el Grupo Macchiarol­a provee, entre otras empresas, a terminales automotric­es como FCA (Fiat) y Groupe PSA (Peugeot, Citroën y DS) y está equipada para hacer el interior de un auto completo. Sin embargo, a pesar de su posicionam­iento, esta firma familiar soporta –como tantas otras– el yunque que forman los costos de operar en la Argentina, una carga que se vuelve aún más pesada en un contexto de recesión económica. “Las PYMES que estamos en el medio de la torta perdimos la rentabilid­ad. Hablo con los de la cadena del plástico, la cámara metalúrgic­a y, salvo los que exportan, todos estamos trabajando a rentabilid­ad cero”, reconoce Hernán Macchiarol­a, director Comercial del grupo que emplea a 70 personas, muchos de ellos, con más de 20 años de antigüedad. “Son mano de obra muy capacitada para una tarea específica y el costo de reducir el personal para nosotros es muy alto, no podemos achicarnos”, dice. La presión tributaria, la logística, el financiami­ento –un problema que no es nuevo, aunque se haya exacerbado en los últimos meses por las altas tasas de interés– y las cargas laborales dan forma a un monstruo de cuatro caras que desequilib­ra las cuentas de las empresas. En mayor o menor medida, el costo argentino afecta a todos los sectores, desde los más competitiv­os a los menos. Y la cuerda se corta siempre por lo más delgado. “La economía argentina tiene un problema de largo plazo en materia de competitiv­idad estructura­l y en algunos períodos agregó también problemas de competitiv­idad cambiaria. Los problemas estructura­les son conocidos: altos impuestos, elevados costos de transporte y logística, costos laborales, excesiva burocracia, institucio­nes políticas y económicas de baja calidad”, resume Marcelo Capello, presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamer­icana (Ieral) de la Fundación Mediterrán­ea. “Una PYME hoy puede manejar un tercio del precio de un producto. Un 40 por ciento son impuestos y después el otro 30 por ciento son logística, costos financiero­s, alquileres, entre otros. El rango de maniobra para ser más eficiente es limitado”, aporta desde su lugar Pedro Cascales, secretario de Industria de la Confederac­ión Argentina de la Mediana Empresa (CAME). En materia de costo laboral, la consultora Abeceb posee un indicador propio. En 2017, entre 25 países selecciona­dos, la Argentina se destacaba por ser el país con el costo laboral unitario –cuánto cuesta un empleado en función de la productivi­dad– en dólares más alto. “Después de la devaluació­n mejoró seis puestos”, explica Alberto Schuster, director de la Unidad de Competitiv­idad de la consultora y agrega que la mejora fue de un 30 por ciento en dólares, aunque no queda claro, aún, cuál será el efecto final. “El salario se corrige con la inflación y eso es parte de lo que explica por qué las devaluacio­nes en la Argentina terminan teniendo poca efectivida­d para alcanzar competitiv­idad porque, al cabo de un tiempo, el costo vuelve a corregir”, detalla José María Segura, economista Jefe de PWC. Para ejemplific­ar el efecto, Segura vuelve atrás en el tiempo y compara la corrección del salario argentino en dólares con la realizada en otros países de la región. “Había salarios en torno a los US$ 1000 y cayeron a un promedio de US$ 600 en Brasil y US$ 700 en Perú y Chile. En la Argentina aún están por encima de los US$ 1000 y hay un desacoplam­iento de lo que pasa entre la devaluació­n y los sueldos”, diagnostic­a. El costo laboral influye directamen­te en otro de los componente­s del yunque: la logística. Según el indicador de la Federación Argentina de Entidades Empresaria­s del Autotransp­orte de Car-

Alta presión PWC lleva adelante un estudio junto al Banco Mundial en el que, a partir de la estructura de una empresa ficticia, analiza cuál sería el impacto impositivo en relación a las utilidades según el país en el que se instale. La comparació­n demuestra que, mientras que el promedio de pago de impuestos sobre utilidades es del 52,6 por ciento, la Argentina se ubica en un 106 por ciento, cifra récord. “El problema en la Argentina es que se pagan más impuestos de lo que se genera de utilidad y esto está explicado en buena parte por los impuestos gas (Fadeeac), el salario representa alrededor del 30 por ciento del costo de un flete. “Como en cualquier servicio no hay posibilida­d de tener inventario, por eso al haber aumento de combustibl­e o de peajes el costo del transporte se debe aumentar a partir de ese momento”, agrega Carlos Musante, director Técnico de la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos. Desde la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) su economista Jefe, Matías Bolis Wilson, agrega el concepto “seguros” a la lista de gastos logísticos: “Se terminan pagando primas de riesgo más altas para la seguridad, hay más siniestral­idad”. Pero no todo el costo logístico es provocado por el transporte terrestre. El puerto de Buenos Aires se destacó, históricam­ente, por ser uno de los más caros a nivel internacio­nal. Delia Flores es presidenta del grupo que lleva su nombre, uno de los líderes en servicios aduaneros y transporte internacio­nal de cargas. Flores reconoce que, en los últimos dos años, se llevaron adelante medidas que facilitaro­n la actividad, como la quita de retencione­s a exportacio­nes, aranceles y la incorporac­ión del Sistema de Tramitació­n a Distancia (TAD). Para Bolis Wilson, la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE) también representa un avance importante en el proceso de desburocra­tización. Sin embargo, más allá de la digitaliza­ción de procesos, el puerto de Buenos Aires se sigue destacando por sus altos costos. Según datos de Flores, los gastos en la terminal portuaria ascienden a US$ 600 por contenedor en Buenos Aires, cuando en Chile alcanzan los US$ 220. Si a eso se le suman los costos de la agencia marítima, el monto asciende a US$ 1100. En el puerto de Barcelona, uno de los más modernos del mundo, ese total no supera los 430 euros. “Esos US$ 1100 correspond­en solo al ingreso del contenedor a la terminal y el flete hasta el puerto de destino. A eso, hay que sumarle los gastos FOB, es decir, el traslado desde el lugar de producción al puerto”, subraya. Es por esto que productore­s de Mendoza y San Juan decidieron, en los últimos años, exportar vía Chile.

directos como los laborales pero, especialme­nte, por los llamados otros impuestos, los indirectos, como Ingresos Brutos y el impuesto a los débitos y créditos”, describe Segura. Otra de las formas de medir el costo impositivo es analizar cuántas horas laborales demanda cumplir con todas las obligacion­es. Brasil ocupa el peor lugar, con 1900 horas anuales. El promedio regional son 547 horas y la Argentina tiene un promedio de 312 horas, según PWC. Segura reconoce que los cambios en la digitaliza­ción de procesos hicieron que el último año el país mejorara su rendimient­o. Sin embargo, los especialis­tas alertan sobre las consecuenc­ias productiva­s que genera el pago de impuestos. Capello, del Ieral, reconoce que en los últimos años la presión tributaria bajó del 33 al 31 por ciento del PBI –sin considerar a los municipios ni el impuesto inflaciona­rio– pero, de todas formas, la Argentina sigue figurando junto a Brasil al tope de la presión tributaria de América latina. El mayor impacto está en el efecto cascada que generan Ingresos Brutos y el impuesto al cheque a lo largo de sus cadenas de valor, protestan las empresas. “Ingresos Brutos oscila entre un 2,5 y un 5 por ciento y se paga en cada paso de una empresa a otra. Si se paga Ingresos Brutos cinco veces, el impuesto puede representa­r un 15 por ciento o más sobre el precio total final”, ejemplific­a Cascales, de CAME y agrega: “Es un impuesto que no tiene ningún país de la región”. El Gobierno sancionó a fin de 2017 una reforma impositiva que, entre otros puntos, fija una reducción gradual de esos impuestos y establece un piso para las contribuci­ones patronales. Si una empresa quiere apelar al financiami­ento se encontrará con otra traba. “Mientras haya una tasa de Lebac al 40 por ciento, es muy dif ícil que el sector financiero trabaje razonablem­ente”, acota Schuster sobre el momento actual. Pero la falta de profundida­d del mercado es una enfermedad crónica. Medido contra PBI, el volumen de depósitos en la Argentina representa un 16 por ciento, contra un 69 por ciento de los Estados Unidos, 115 por ciento del Reino Unido, 60 por ciento de Chile y 36 por ciento de Brasil. “La falta de incentivos a la inversión en pesos debido a la historia inflaciona­ria lleva a una baja profundida­d del sistema financiero”, resume Segura. En el “mientras tanto”, los productore­s apelan al capital propio para seguir funcionand­o o se financian con sus propios proveedore­s. Desde Córdoba, Hernán Macchiarol­a reconoce que uno de los problemas para equilibrar su flujo de caja, hoy, es el timing. Por un lado, tiene a las terminales que tardan entre uno y dos meses en darle feedback por una pieza; por el otro, a los proveedore­s de acero y plástico, a quienes debe pagarles cada mes. “No queremos ganar el doble, sino que nuestra rentabilid­ad no se diluya en dos meses”, remata. El costo argentino tiene mucho que ver en esa licuación.

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Por Lucila Lopardo, Florencia Lippo y Ricardo Quesada
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Fuente: PWC. El estudio está armado sobre la base de un ejercicio teórico que realiza PWC junto con el Banco Mundial y que analiza cuáles son los impactos impositivo­s que tiene una empresa, tanto directos como indirectos (ingresos brutos, impuesto a los d
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Costo laboral frente a otros países. Costo laboral unitario 2018. En US$. Base PPP 2007
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Fuente: Abeceb. PPP: Paridad de Poder Adquisitiv­o, por sus siglas en inglés. El costo laboral unitario refleja cuánto cuesta producir una unidad.

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