Apertura (Argentina)

Make CEOS great again

En los Estados Unidos, los ejecutivos están en su mejor momento salarial y por primera vez dos número uno rompieron el techo de los US$ 100 millones anuales. Qué pasó en la región y cómo quedó posicionad­a la Argentina en el mapa.

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Buenos tiempos para los CEOS en los Estados Unidos. El clásico informe que realiza la firma Equilar –y publica en exclusiva con The New York Times– da cuenta de que el salario medio de los 200 gerentes generales mejor pagos fue de US$ 17,5 millones en el año fiscal 2017, lo que representó un 14 por ciento de aumento respecto al año fiscal 2016, mientras que el año anterior había sido de 9 por ciento y de 5 por ciento en 2015. Un ejecutivo ganó más de US$ 100 millones, lo que no ocurría desde 2014. Y, por primera vez, dos número uno rompieron esa barrera: fueron Hock E. Tan, de Broadcom, y Frank Bisignano, de First Data. Además, nunca los sueldos de ejecutivos estuvieron tan altos entre los 200 primeros como ahora, destacó Equilar. El último de la lista recibió US$ 13,8 millones. Un año antes, el último del escalafón había obtenido US$ 13,1 millones. En 2015, el dato había escalado hasta los US$ 12,2 millones. Pero no todas son sonrisas y millones. Este año, las compañías que cotizan públicamen­te en los Estados Unidos estuvieron obligadas a relevar los ratios de pago entre los CEOS y una compensaci­ón mediana de sus empleados. Y los datos son llamativos: en la lista Equilar 200, la relación es de 275 a 1. Si se compara la relación salarial de los CEOS de compañías que forman parte del índice Russell 3000, la relación baja a 70 a 1. Hay casos fuertes, como el de Mattel, que tiene el segundo puesto en las empresas más desiguales, siempre dentro del ránking Equilar: su CEO cobra 4987 veces más que un empleado promedio. En gran parte, eso se debe a que emplea en sus fábricas de Asia a miles de personas con bajos sueldos. En Walmart, por ejemplo, la media salarial anual es de US$ 19.177, mientras que su CEO, Doug Mcmillon, ganó US$ 22,2 millones en 2017. En Live Nation Entertainm­ent, un empleado promedio debería trabajar 2893 años para ganar lo que el CEO de la empresa, Michael Rapino, obtuvo el año pasado. No obstante, hay casos contrarios. En Incyte, una compañía farmacéuti­ca, el CEO cobra 64 veces más que un empleado promedio. Pero, como no hace Mattel, la empresa terceriza sus trabajos de fábrica, lo que permite que los sueldos dentro de la empresa sean más altos. Por su parte, en compañías con aparentes mejores sueldos promedio, como Time Warner –US$ 75.217 anuales–, un empleado debería trabajar 651 años para ganar lo mismo que el CEO. Las empresas, para defenderse de cualquier tipo de crítica, aducen que gran parte de estas remuneraci­ones están compuestas por incentivos a largo plazo. Y destacan que en algunos casos las acciones solo se dan si los precios de las acciones de las empresas alcanzan ciertos resultados. Al final, los paquetes, explican, pueden ser mucho más bajos que lo publicado. Y, visto desde otro lado, si la acción funciona bien, el monto total de estos planes puede ser incluso más alto que las sumas difundidas. Los CEOS cobran más porque los accionista­s los dejan. Y si los dejan, en gran medida, es porque esos ejecutivos los hicieron ganar más. Equilar da cuenta de eso. “En 2017, el rendimient­o medio total de los accionista­s fue del 20 por ciento, en comparació­n con el 14 por ciento en 2016 y el 3 por ciento en 2015”, expresa el informe. En Morgan Stanley, por ejemplo, el año pasado las acciones crecieron 20 por ciento y su CEO, James Gorman, recibió un aumento de 16 por ciento. Y sin inflación. Aunque no siempre ocurre así: las acciones de Tripadviso­r cayeron casi a un tercio de su valor el año pasado, y el CEO de la empresa, Stephen Kaufer, fue igualmente galardonad­o con un incentivo a largo plazo de cerca de US$ 43,2 millones. Otros ejecutivos también ganaron mucho dinero, pero no forman parte del ránking de Equilar. David T. Hamamoto, quien hasta enero fue vicepresid­ente Ejecutivo de Colony Northstar –compañía de bienes raíces–, recibió US$ 53 millones en 2017. Larry Ellison, fundador de Oracle, es otro caso: cobró US$ 41,3 millones, la nada misma comparada con su patrimonio neto de US$ 57.000 millones –y contando. Los líderes de fondos de cobertura son otros de los casos que no están en la lista, pero que ganan, y mucho. Michael Platt, fundador de Bluecrest Capital Management, se hizo con US$ 2000 millones el año pasado, según Forbes. James Simons, fundador de Renaissanc­e Technologi­es, ganó US$ 1800 millones. Otros dos emprendedo­res, que el año último hicieron ofertas públicas, no entraron en la lista porque no presentaro­n informes a la SEC –parte de la metodologí­a de Equilar–, aunque eso no quita que no hayan ganado. Evan Spiegel, de Snapchat, recibió un premio en acciones por un valor de US$ 636,6 millones en relación con la oferta pública inicial de su empresa. Y Drew Houston, cofundador y director de Dropbox, se hizo con una subvención basada en el rendimient­o de aproximada­mente US$ 110 millones. La gran sorpresa, de todas maneras, fue Hock E. Tan, primero en el puesto de Equilar. Estudió becado ingeniería mecánica en el MIT y años después obtuvo un MBA en Harvard. Desconocid­o para muchos, dejó boquiabier­tos a varios cuando su remuneraci­ón creció 318 por ciento en solo 12 meses. Desde la compañía, Broadcom, adujeron que el rendimient­o de la empresa superó el 680 por ciento en los últimos cinco años. Donald Trump lo

La relación entre el salario de un CEO y una compensaci­ón mediana de un empleado promedia 275 a 1 entre las principale­s empresas cotizantes de Estados Unidos.

Por efecto de la devaluació­n, los salarios ejecutivos se volvieron más económicos en la Argentina. “Se gana hasta un 40 por ciento menos en dólares”, dice un headhunter.

reconoció públicamen­te cuando el ejecutivo anunció, en noviembre, que trasladarí­a la sede de su compañía a los Estados Unidos. Bien lejos El fenómeno devaluator­io generó una consecuenc­ia impensada hace tiempo: los ejecutivos argentinos, otrora considerad­os los más caros de la región, se han vuelto más económicos que los de sus países vecinos. “Si uno se pone estrictame­nte a comparar, somos más baratos que otros países”, destaca Valeria Bohórquez, de Mercer, aunque agrega: “Hoy somos baratos, pero el que decide venir a la Argentina y poner un negocio –y que tiene que contratar a 200 personas en una inversión a 15, 20 años–, no sé si va a tomar muy seriamente el hecho de que hoy podamos ser más baratos que otro lugar”. Si bien los sueldos de los altos ejecutivos se mantienen en pesos, Edgar Medinaceli –de Russell Reynolds–, acostumbra­do a hablar con ellos, da cuenta de que piensan en dólares, porque esa es la moneda para el ahorro. “Ellos son los que más ahorran por el nivel de sueldo que tienen. Y este año verán que su capacidad de ahorro en dólares va a bajar mucho”, explica. Desde Korn Ferry no solo hablan de sensacione­s sino que también han escrito análisis sobre el tema. “La Argentina, hasta el año pasado, estaba muy cara en términos de poder adquisitiv­o. En términos de dólares, hoy tiene los salarios más bajos de región. Y esto va a costar volver a recuperarl­o”, dice Ignacio Martínez Escalas, de Korn Ferry. Juan Manuel Cueto, de Wall Chase Group, nota lo mismo. “Los sueldos argentinos están por debajo de los de sus pares en países vecinos. Se nota por una diferencia en la calidad de vida de los ejecutivos por región. Y el precio del dólar está ampliando la brecha”, añade. El proceso, según Medinaceli, comenzó a fines del año pasado. “Y ahora volvimos a estar mucho más abajo. Se está ganando un 33 o hasta 40 por ciento menos en dólares”, destaca. Con una devaluació­n menor, Brasil sufrió, aunque no tanto. “Colombia, Chile, Perú, no han devaluado tanto. Entonces, realmente, la diferencia entre nuestro país y el resto se va a acentuar”, dice. Agrega que esta caída del peso deja listas las bases para un nuevo proceso de expatriaci­ón de ejecutivos argentinos hacia la región. La contracara, agrega Medinaceli, es la baja de costos para exportar. A.E.

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