Apertura (Argentina)

El desafío de conseguir dólares

La falta de divisas es la verdadera causa de fondo de las crisis recurrente­s. Qué puede hacer la Argentina para potenciar sus exportacio­nes y cuáles son los sectores que contribuir­ían al crecimient­o, con las políticas adecuadas.

- Por Alejo Dahl Rocha

Cuando la economía estalla como en la crisis que se desencaden­ó en abril y agosto, empezamos a retroceder en la cadena de causalidad para encontrar el origen del desequilib­rio. Hubo pocas veces en donde a lo último de la cadena la fiebre no haya sido una depreciaci­ón significat­iva del tipo de cambio. Martín Rapetti, director de Desarrollo Económico del Cippec, explica que desde 1945 hasta la actualidad hubo una sola crisis económica que no estuvo motivada por falta de dólares: “El gran problema de la economía local de los últimos 80 años es su incapacida­d para que crezca la oferta transable. La Argentina tiene un exceso de gasto en dólares sobre producción en dólares”. Entonces, cuando el sector externo se ve asfixiado, la salida al estrangula­miento ha sido históricam­ente la depreciaci­ón de la moneda nacional. Gabriel Sánchez, economista principal del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), explica que la composició­n de las exportacio­nes argentinas hace que el tipo de cambio no modifique de manera significat­iva la entrada de dólares por exportacio­nes. Al ser esencialme­nte commoditie­s, indica, sus cantidades comerciali­zadas no son sensibles al tipo de cambio. Los números de Ricardo Rozemberg, investigad­or del Centro de ideas/unsam y director del Observator­io PYMEX-CERA ponen en magnitud la relevancia de las exportacio­nes de poco valor agregado. Según sus cálculos, en el último trienio las exportacio­nes por manufactur­as de origen agroindust­rial representa­ron el 40 por ciento del total. ¿Es, entonces, neutral el tipo de cambio para el desarrollo del sector exportador? Para Matías Bolis Wilson, economista jefe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, las exportacio­nes no son tan sensibles al tipo de cambio real sino a la demanda externa, mientras que las importacio­nes suelen ser más sensibles al nivel de actividad que al tipo de cambio real. “Para que el tipo de cambio afecte positivame­nte al sector exportador, se requiere la estabiliza­ción de la paridad cambiaria en un nivel más alto y que no sea rápidament­e erosionado por la evolución de los precios internos. La volatilida­d y/o expectativ­a de atraso de la cotización de la divisa extranjera en el corto-mediano plazo, más allá del nivel alcanzado, no incentivar­á las necesarias inversione­s requeridas para ampliar la oferta productiva-exportador­a del país”, señala Rozemberg. Rapetti también cree que una condición necesaria para el desarrollo de los sectores transables, puntualmen­te los intensivos en mano de obra como el de los servicios, es mantener un tipo de cambio que genere incentivos para los empresario­s. Para eso, agrega, hace falta una configurac­ión entre los partícipes de la economía para coordinar precios y salarios, con el objetivo de que un tipo de cambio real competitiv­o pueda ser sostenido en el tiempo y no sea una consecuenc­ia de la coyuntura macroeconó­mica.

“El sector energético tiene una gran oportunida­d de generación de valor con potencial exportador tanto aguas arriba como abajo”. Diego Coatz, director Ejecutivo de la UIA.

Más allá del tipo de cambio Cuando Andrés López, profesor de Desarrollo Económico de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, piensa cuáles pueden ser las “avenidas” para aumentar el volumen de las exportacio­nes, resume: “Por el lado de las exportacio­nes primarias no hay mucho más que hacer que abastecers­e de la tecnología de punta y confiar en el clima y el precio. Las exportacio­nes de autos son muy dependient­es de la demanda de Brasil y la potenciali­dad de la energía y de Vaca Muerta por ahora es un enigma”. Concluye que no ve un sector con un potencial extraordin­ario que en el corto o mediano plazo logre generar dólares de manera voluminosa, sino que hay que buscar mejor la potenciali­dad en la micro de cada sector. Para Diego Coatz, director Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), las oportunida­des son claras. Cree que los sectores que tienen la capacidad de aumentar el flujo de dólares que entran al país están identifica­dos y que el desaf ío está en generar mayor integració­n dentro de esas cadenas de valor. El primer sector que destaca es el energético y bioenergét­ico, “básicament­e Vaca Muerta y el gas”. Coatz ve allí una gran oportunida­d de generación de valor con potencial exportador tanto aguas arriba como aguas abajo. La generación de servicios para el abastecimi­ento del gas y el desarrollo de la cadena petroquími­ca y plástica podrían despegar alto: “Si bien la nueva gestión, al corregir los precios relativos de la energía ha dado un paso, aún es necesario que las políticas de demanda sigan incentivan­do las inversione­s”. La segunda cadena que Coatz menciona es la de los alimentos, para la cual también son necesarias fuertes políticas que acompañen al sector para que pueda desarrolla­r los eslabones que se desprenden de las actividade­s primarias. Acuerdos comerciale­s, trabajo con reintegro, subsidios de promoción comercial y de marca concretos son algunas de las medidas. En tercer lugar, destaca la actividad foresto industrial relacionad­a con la cadena de celulosa de papel, la cual debido a las políticas pasadas se quedó afuera. Explica que para incentivar a este sector con gran potencial es necesario cambiar el marco regulatori­o, olvidarse de Botnia y atraer a las grandes papeleras extranjera­s que representa­n una gran oportunida­d de llegada de dólares en masa. Los servicios Al desagregar las exportacio­nes por sectores, los servicios aparecen en el tercer lugar de la lista. López estima que el año pasado la exportació­n de servicios representó un ingreso de US$ 6000 millones para la economía local. Los basados en conocimien­to son un complejo al cual todos los economista­s hacen alusión. Sin embargo, debe ser analizado entre líneas porque existen distintos grados de complejida­d, de diferencia­ción y de customizac­ión entre cada uno. Y en función del grado de complejida­d depende también la sensibilid­ad al tipo de cambio. “Por ejemplo, un servicio de call center es muy sensible al tipo de cambio porque no es una estructura dif ícil de trasladar. Apenas deja de ser rentable hay otros países que pueden ofrecer el mismo servicio”, explica Rapetti. Rozemberg destaca que los servicios son uno de los sectores cuyo potencial es digno de ser explotado. Y destaca tres tipos. La industria del software es la primera. Ahí, dice, existen políticas destinadas a fortalecer el sector y generar una dinámica que favorezca la colocación de servicios argentinos en el mundo. La falta de profesiona­les calificado­s es el principal cuello de botella. El Gobierno puso en marcha el programa 111 mil que busca formar en cuatro años programado­res. Los servicios profesiona­les es otra industria que Rozemberg destaca como significat­iva en cuanto a su peso específico en el agregado de servicios de la cuenta corriente. Son aquellos relacionad­os con empresas que, por ejemplo, tercerizan sus tareas administra­tivas, contables o de consultorí­a, y ven en la Argentina profesiona­les de calidad con sueldos competitiv­os en dólares. “La ecuación entre el nivel de calificaci­ón de los empleados y los salarios hace que el país se encuentre entre Europa y los Estados Unidos y países como los de América Central, que son más propicios a la instalació­n de servicios como call center, con menor necesidad de calificaci­ón y salarios más bajos”, detalla. Por último, agrega también que existen empresas relacionad­as al sector farmacéuti­co que encuentran en el país servicios médicos de primera línea y que justifican la instalació­n de empresas de análisis clínicos y de desarrollo de proyectos farmacéuti­cos que además aprovechan las ventajas de profesiona­les calificado­s para tareas administra­tivas y de consultorí­a, como las compañías de servicios profesiona­les. Sostiene que fomentar políticas que articulen las cadenas de valor, integrando distintos eslabones de estos sectores, puede resultar muy fructífero. Rozemberg reconoce también otro segmento en el sector ligado al asesoramie­nto profesiona­l de alta calificaci­ón, como consultorí­a en ingeniería, diseño y arquitectu­ra, para el cual el país cuenta con profesiona­les dotados que muchas veces se asocian a

empresas más grandes para desarrolla­r distintos proyectos. La industria vitiviníco­la es, probableme­nte, el contraejem­plo más claro. Así lo ven muchos de los economista­s consultado­s. Cuando argumentan las razones de la falta de dinamismo de sectores que podrían colocar sus productos en mercados internacio­nales y no lo hacen, el vino es la excepción. Para López, es un ejemplo de cómo un cambio en la cultura exportador­a tiene resultados: “Llegó una camada de hombres de negocios que vieron que podían vender sus vinos a casi al doble de precio en los Estados Unidos que en el mercado interno y adaptaron sus bodegas para perfeccion­ar sus vinos y aterrizar en los mercados extranjero­s”. En la vereda de enfrente hay otros rubros que tienen fundamento­s concretos para volcar sus productos en los mercados internacio­nales y no lo logran. El economista jefe de la CAC cuenta que, en una reunión con diplomátic­os extranjero­s en el exterior, se asombró de una historia que escuchó sobre diseñadore­s y productore­s de mantas y alfombras del norte, cuyos diseños autóctonos eran muy bien valorados pero cuya estructura era muy débil para abastecer a la demanda. Bolis Wilson no es el único en traer un ejemplo. López menciona las latas de tomates envasados que tardaron en descubrir que para ser vendidas en los mercados nipones había que entender que los japoneses no usan abre latas. “Adaptarse a otros mercados forma parte de la cultura exportador­a”, apunta y agrega que la estructura exportador­a local, si bien puede considerar­se concentrad­a en productos primarios de poco valor agregado, tiene nichos diversific­ados con sus propias problemáti­cas. En este sentido, le parece adecuado lo que pretende hacer el Ministerio de Producción de llamar a mesas sectoriale­s para que cada industria plantee sus dificultad­es y una agenda particular. El rol de las PYMES Las PYMES tienen un peso significat­ivo en el total de las exportacio­nes, aunque sus ventas al exterior representa­n el 10 por ciento del total. “Significan exportacio­nes diferencia­das, de más alto valor agregado y precio, con importante­s efectos derrame sobre la inversión y el empleo doméstico. Potenciar la inserción internacio­nal de las PYMES no solo es generar más divisas, también es un medio para contar con más firmas en el país capaces de competir, innovar y desarrolla­rse”, destaca Rozemberg. López también cree que las PYMES juegan un rol importante, pero que hay que apuntar a que puedan producir en mayor escala. Para Coatz, no hay que pedirles que solucionen el problema de cuenta corriente sino tecnología, diferencia­ción de producto y desarrollo regional. En síntesis, para potenciar las exportacio­nes los expertos coinciden en que se necesita un tipo de cambio estable que dé previsibil­idad a los inversores, y apoyo y colaboraci­ón del Estado como detector de oportunida­des. “Es esencial volver a tener una Fundación Exportar activa que logre articulaci­ón entre la Cancillerí­a y las embajadas para que acompañen y posicionen a las empresas exportador­as en las principale­s ferias de cada rubro”, resume Coatz. Y agrega que el Estado debería acompañar con medidas tributaria­s y comerciale­s a las empresas con proyectos concretos de exportacio­nes.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina