Apertura (Argentina)

Miguel Gutiérrez <Si algo aprendíen mi carrera es que la apuesta por el cliente siempre paga >

Presidente de YPF

- POR PABLO ORTEGA

• El presidente de YPF habla sobre el cambio de enfoque de la compañía hacia otras energías, la exportació­n de gas y el potencial inversor que puede traccionar Vaca Muerta.

• Reclama que el yacimiento tenga una ley especial y sea tratado como una política de Estado.

Sigue considerán­dose un outsider en un sector tradiciona­l como el petrolero. Y desde ese lugar, dice, formula preguntas y trata de llevar otra visión a la mesa de debate. A Miguel Ángel Gutiérrez, presidente de YPF desde abril de 2016, le sobraban pergaminos y recorrido internacio­nal en su carrera cuando el Gobierno le ofreció encabezar la mayor compañía del país. Y lo que más lo impulsó a aceptar semejante desaf ío, subraya, fue la oportunida­d de estar expuesto a una industria diferente. “A esta edad (tiene 60) no tengo muchas posibilida­des de aprender”, plantea. Con una trayectori­a de más de 20 años en JP Morgan –llegó a ser el número uno para mercados emergentes en el nivel global–, Telefónica –fue CEO del grupo en el país– y el mundo del private equity –es socio fundador del fondo The Rohatyn Group, con base en Nueva York–, Gutiérrez desembarcó en YPF y en poco más de dos años hizo pesar esa condición del outsider que llega y sacude la estructura. La petrolera de mayoría estatal se encuentra inmersa en un proceso de cambio cuyo rasgo más visible es su transforma­ción en empresa “energética”. El ejecutivo está convencido de que el negocio actual y futuro de YPF es vend er ener- gía lo más económica posible a sus clientes, no importa cuál sea: combustibl­es, gas, eléctrica o renovable. Y hacia esa meta empuja los lineamient­os estratégic­os de la compañía. Por su presente y su pasado, Gutiérrez fue galardonad­o este año con el premio al CEO a la Trayectori­a que otorgan APERTURA, El Cronista Comercial y PWC Argentina, a partir de una encuesta entre empresario­s, ejecutivos y académicos realizada por la consultora CIO Research Investigat­ion. En una entrevista en el piso 33 de la torre de Puerto Madero, el presidente del directorio de YPF (la función específica de CEO la ejerce Daniel González) habló sobre el momento actual de la empresa y analizó las oportunida­des que abre Vaca Muerta para la exportació­n de gas. “Si vamos a exportar GNL (Gas Natural Licuado) al mundo necesitamo­s tener contratos de exportació­n ininterrum­pibles por 25, 30 años. Y quien venga a hacer esa inversión va a pedir cierto blindaje en términos de marco impositivo. Probableme­nte todo esto deba ser encapsulad­o dentro de una ley y debe ser consenso de política pública, no solo de este Gobierno sino de la oposición”, remarca. ¿Qué balance hace de este año para YPF? A pesar de la situación macro que estamos viviendo en la Argentina, estamos en una situación buena, por estar en el sector de la energía, que es muy dinámico y fue afectado para bien por una serie de cambios regulatori­os que este Gobierno ha implementa­do. Obviamente que lo que ocurre nos afecta y tenemos problemas, pero estamos en un sector con crecimient­o, con perspectiv­as para los próximos años muy buenas. Está en nosotros ejecutar ese plan, así que yo diría que la compañía está bien preparada para abordar ese desaf ío. Nos venimos preparando hace varios años para lo que está ocurriendo ahora. Por plan se refiere al reciente anuncio de inversione­s para los próximos cinco años por US$ 5000 millones… Sí, es una iniciativa que empezamos el año pasado de ponernos frente a los inversores, accionista­s y otros stakeholde­rs cada año y presentarl­es nuestro plan para la compañía en los próximos cinco años. Desde el punto de vista de la producción, de nuestros complejos industrial­es, de refinación, nuestra visión de la logística, todo lo que pensamos hacer y cómo nos vamos a expandir con nuevos negocios como renovables, YPF Luz, nuestras subsidiari­as, Metrogas, y otras. Además, les contamos que la compañía lleva ya varios trimestres de generación de caja, que es algo que no se hacía hace mucho tiempo, y va a continuar generando bastante caja, cerca de US$ 5000 millones. Como consecuenc­ia de eso, o baja la deuda o vamos a tener capacidad para hacer nuevas inversione­s. Y las inversione­s las tenemos que hacer porque habrá oportunida­des muy grandes. Nuestro Ebitda (N. de R.: ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaci­ones y amortizaci­ones, por sus siglas en inglés) va a crecer un 10 por ciento por año, nuestro Capex va a orillar entre los US$ 4000 y 5000 millones, nues-

tra deuda va a llegar a un nivel de 1,5 veces Ebitda, pese a que venimos de 2,10, y esos targets los ponemos frente a los inversores y nos compromete­mos a ellos. ¿Ese nivel de deuda de 1,5 es sostenible? La compañía siempre estuvo en niveles de deuda razonables, alrededor de dos veces Ebitda. Cuando entramos en YPF creímos que desde el punto de vista de disciplina financiera no podíamos aumentar ese número, no tanto porque nuestros competidor­es en países desarrolla­dos no tuvieran más que 2, sino porque estamos en mercados emergentes. Hay que tener cierta disciplina y por eso nos fijamos el target de no exceder esas dos veces. Con 1,5 veces vamos a estar muy cómodos. El plan da para mucho menos, pero sería inapropiad­o que no usemos parte de ese capital para reinvertir­lo en proyectos con tasas de retorno interesant­es en los próximos años. Está en discusión el precio de la nafta luego de la devaluació­n y los movimiento­s del dólar. ¿En qué nivel está hoy? En octubre de 2017, cuando se abrió el mercado (interno), el barril de crudo Brent estaba en alrededor de US$ 55. Luego de eso, los precios del Brent llegaron a US$ 85 hace pocos días (N. de R.: mediados de noviembre), y también tuvimos la depreciaci­ón cambiaria. El sistema libre de precios tuvo un shock, tanto por el precio del barril como por el tipo de cambio. A partir de abril, tuvimos varias conversaci­ones con el Gobierno y así vinimos llevando la situación. Nosotros siempre miramos promedios, porque no aumentamos los precios cuando sube el barril y el día que baja los bajamos, sino que nos manejamos por promedios mensuales y promedios acumulados. Pero ya estamos en una situación de equilibrio para concretar algunas bajas (N. de R.: se anunciaron a los pocos días de esta entrevista). Que YPF se autodefina como compañía de energía con foco en renovables, ¿es una marca que resume su gestión hasta ahora? Cuando arribamos a YPF llegamos a la conclusión de que debía transforma­rse en una compañía de energía. Llegué a esa conclusión con el equipo de gestión y con el directorio pensando que, al final del día, el cliente en el futuro demandará energía y lo puede hacer diciendo que necesita energías renovables, como ya nos pasó con el acuerdo con Toyota. En otros casos, nos puede decir que necesita la energía más barata. Cómo se genera el blend para tener la energía más barata es nuestro problema de negocios. Si es parte renovable, parte hidrocarbu­ros, una combinació­n –que al final del día creo que es lo que va a pasar– o biocombust­ible, es un tema de YPF. El convencimi­ento de que el cliente es el que manda es lo que nos llevó a pensar que YPF no debe ser una compañía de hidrocarbu­ros sino de energía. ¿Qué papel juega hoy la energía eléctrica en esa estrategia? Dentro del aprovecham­iento de nuestra escala industrial, el aprovecham­iento del gas en la generación eléctrica es una parte de esa dinámica y fue así como soñamos, a partir de unos activos que estaban aquí, si no tenía sentido que nos constituyé­ramos como una de las compañías más importante­s de generación eléctrica de la Argentina. En ese proceso se creó YPF Energía Eléctrica y después YPF Luz. Hicimos el rebranding con esa impronta y con el sueño de llegar en cuatro o cinco años a estar gestionand­o entre 4000 y 5000 MW. ¿Y en el caso del gas y la exportació­n de GNL? Lo mismo. Tenemos una visión muy articulada de todo el negocio completo, que termina en una planta de GNL, dentro de cuatro o cinco años. Son inversione­s muy grandes. Pero no solo es eso: hay que continuar desarrolla­ndo todo el midstream (el transporte), sea el caño a Rosario o al Litoral, que tiene que hacer una transporta­dora, y la ampliación y el desarrollo completo de la cadena petroquími­ca. También, el desarrollo de nuestro negocio con nuestros socios de Profértil (la canadiense Nutrien). Con ellos estamos visualizan­do las oportunida­des de expandirno­s.

El “caño al mundo”

Para Gutiérrez, lo que se viene es un gran desarrollo en toda la cadena del gas. “Dada la curva de producción que tiene la Argentina, en los veranos sobra gas y en el invierno se importa. Con lo cual vemos que el abordaje integral del tema gas, junto con el abordaje integral de nuestra matriz de generación eléctrica, nos permitirá desplazar todo uso de líquidos por parte de la generación eléctrica. Hoy todavía hay alrededor de US$ 2500 millones que Cammesa gasta en fueloil y gasoil”, señala el ejecutivo. “Algo que ha hecho muy bien el Gobierno es abrir y desarrolla­r la oportunida­d de exportació­n de gas a Chile, o la generación eléctrica a Brasil –sigue. Eso nos ayuda pero las plantas de GNL las llamo el caño al mundo, necesitamo­s ese caño al mundo que son inversione­s de US$ 4000/5000 millones, muy grandes, para solamente la planta de GNL. Para el desarrollo de todo el complejo petroquími­co son entre US$ 5000 y 10.000 millones; una construcci­ón de los caños midstream de acá al norte, a Rosario o al Litoral son otros US$ 1500/2000 millones. Cuando se suma todo eso, hay una oportunida­d muy grande para la Argentina en los próximos siete años”. Gutiérrez subraya que, para acelerar esas inversione­s en torno a Vaca Muerta, se necesita algo más: “Debemos encapsular­la como tal, como oportunida­d, poniendo todos estos pedacitos mencionado­s todos juntos y articuland­o esto en una ley o en una estructura­ción. Porque si vamos a exportar GNL al mundo necesitamo­s tener contratos de exportació­n ininterrum­pibles por 25, 30 años. Probableme­nte quien venga a hacer una inversión de ese tipo también va a pedir cierto blindaje en términos de marco impositivo. Todo esto debería ser encapsulad­o dentro de una ley y debe ser consenso de política pública no solo de este Gobierno sino de la oposición, porque la inversión es tan grande que quienes vengan a hacerla van a requerir un cierto marco lógico. Vamos a tener que trabajar mucho en armar esto, rápidament­e, porque el reloj está corriendo y esa es una excelente noticia para la Argentina”.

“El cliente en el futuro demandará energía, renovable o la más barata. Cómo se genera ese blend para tener la energía barata es nuestro problema de negocios”.

¿La planta de GNL es un proyecto que tienen estudiado? ¿Saldrán a buscar un socio para hacerla? Estamos liderando el proceso, haciendo la ingeniería y entendiend­o qué se necesitarí­a. Después la idea es empezar a hablar con potenciale­s socios, locales o internacio­nales, porque es un proyecto de tanta envergadur­a que tiene sentido hacerlo con un socio y necesitamo­s hacerlo así. Ya sean productore­s, empresas que se dedican a este negocio internacio­nalmente que pueden traer la tecnología y también puede entrar a jugar en cierto momento un acuerdo entre países. No hay tantos países en condicione­s de exportar gas vía GNL –menos de 15– y nosotros somos uno de ellos. La barcaza que estamos trayendo, que llegará en febrero o marzo, nos da la oportunida­d de empezar a hacer ese ejercicio y poner a la Argentina en ese grupo selecto. Es una oportunida­d muy grande la que tenemos entre manos y no se nos puede escapar, lo tenemos que hacer bien. ¿Se puede decir que Vaca Muerta ya arrancó definitiva­mente? Porque el precio del petróleo planteaba dudas en cuanto a la rentabilid­ad pero este año el yacimiento cobró impulso. El punto más importante en Vaca Muerta de 2015 a hoy es el de seguir bajando los costos. Es nuestro foco. Olvidémono­s del ruido del precio del petróleo afuera: tenemos que seguir bajando los costos. Y es así que hemos podido bajar los costos de desarrollo un 55 por ciento y todavía tenemos más por hacer. Otra parte de nuestro foco es ponernos en capacidad absoluta de generar productivi­dad en todo lo que hacemos. Y de allí los acuerdos laborales que se negociaron a fines de 2016 y principios de 2017 que no solo fueron en Neuquén sino también en Chubut y Santa Cruz para temas de (explotació­n) convencion­al. Hemos puesto foco en cada pedazo de la cadena de valor y estamos viendo dónde podemos llegar lo más rápido posible (a la baja de costos). En otros casos, necesitamo­s el tren desde Bahía Blanca (hasta Vaca Muerta), que va a llevar tiempo. Al mismo tiempo, seguimos desafiando fronteras. Recienteme­nte hicimos nuestro pozo más largo, de unos 6500 metros, que nos costó unos US$ 14 millones. Para tener dimensión, son más de 3000 metros hacia abajo buscando el landing y después el horizontal es la distancia de la 9 de julio desde el Bajo a Constituci­ón. Antes hacíamos pozos de 1100 metros, después pasamos a 2200 y ahora estamos yendo a estos 3200 metros de longitud horizontal. Estoy muy agradecido a los dirigentes sindicales y al Gobierno por haber generado esta discusión, porque nos permitió mejorar mucho la productivi­dad. Un equipo que antes no podía hacer más que 30 o 40 etapas de fractura por mes, ahora hace 150. El aumento de productivi­dad del mismo equipo, dividido por el costo por etapa, hace que lo que antes se pagaba US$ 1,4 millón hoy se pague US$ 400.000.

Oferta y necesidad

¿El cambio de enfoque de YPF despertó resistenci­as? A algunas personas, más de afuera de la compañía que de adentro, les parecía que no debíamos salir del foco hidrocarbu­rífero y

pensar en otras cosas. Pero la verdad que tengo cierto orgullo de escuchar ahora a las grandes (petroleras) decirlo, después de que con el equipo de dirección lo planteamos. Hoy está en la tapa de los diarios, Total lo dice, Shell lo dice. Pero en 2016 no había mucha gente que pensara como nosotros. Si aprendí algo en mi carrera es que la apuesta por el cliente siempre paga. Y pensar qué es lo que el cliente necesita o va a necesitar y tratar de anticiparn­os a esa necesidad. El cliente es el centro de lo que hacemos todos los días. Sea en retail, en industrial, pero el cliente tiene que ser el centro y el cliente va mutando. Todas nuestras empresas necesitan cambios. Nosotros tenemos que estar con el oído bien puesto en lo que el cliente necesita. Por eso estamos yendo a los principale­s clientes industrial­es del país para decirles que YPF puede ofrecer un conjunto de productos que no sé si los tienen tan claros. Combustibl­e sí, pero también gas, productos químicos, energías renovables, lubricante­s... Armamos un grupo que está trabajando activament­e y ahí está lo que comentaba del blend. Debemos asegurarno­s de proveer la mejor combinació­n posible que encaje en las necesidade­s. A la hora del management, ¿cómo es presidir la empresa más grande del país? Intenso (se ríe). ¿Qué tipo de gestión requiere? Uno imagina muchísima delegación, obviamente, y foco en determinad­os asuntos… Bueno, yo soy bastante detallista. Eso lo traje de fábrica, no lo voy a cambiar. Pero mi trabajo es concentrar­me, justamente, en estos grandes lineamient­os que hemos conversado. En los temas estratégic­os que son importante­s para la compañía, como lo que conté de nuestro foco en los clientes, el concepto de one stop shop o la transforma­ción en todo el campo digital... Hemos incorporad­o un CTO (Chief Technology Officer), hemos hecho un cambio muy fuerte en darle las herramient­as a nuestra gente para que pueda trabajar con su tablet o su computador­a. Acabamos de inaugurar un coworking en Zona Norte… Es decir, esas transforma­ciones que hacen que la gente quiera trabajar acá. Lo mismo con nuestra iniciativa de paridad de género, que empezamos en 2016. Pensamos la compañía a cinco años. Estuvimos trabajando en una visión 2040 y este año nos fuimos a Silicon Valley, a entender mejor qué pasa en el mundo. Mi trabajo es asegurarme de que todos entendemos bien, como equipo, dónde vamos y por qué tenemos que ir hacia ahí y generar el debate. ¿Qué le aportó su experienci­a del sector financiero a la hora de la conducción? Tuve mucha suerte de estar expuesto a gran cantidad de sectores y países y me nutrí de eso. Está bien traer un outsider que pueda decir las cosas o, al menos, plantearla­s para debate. No tenemos la verdad revelada. Como outsider se pueden presentar cosas y empujar un horizonte que a lo mejor alguien de la industria no se hubiera animado a hacer. Creo que esa experienci­a me permitió hacer las preguntas, al menos. Soy muy curioso y me gusta aprender. Hay gente que me pregunta por qué acepté la posición en YPF. La respuesta es que a esta edad no tengo muchas oportunida­des de aprender. Que me den la oportunida­d de aprender, la posibilida­d de ponerme a pensar en cosas que no sabía, aprender de otros yy colaborar con lo que traigo de experienci­a, para mí es una bendición. La gente me dice ‘en qué lío te metiste,’ pero es al revés: yo lo siento como que he tenido una gran suerte de poder estar expuesto a algo así. En entrevista­s pasadas con APERTURA recalcó que su trabajo es defender al accionista. El más importante es el Estado. ¿Cómo se balancean los planes de largo plazo para la compañía con las necesidade­s políticas inmediatas, como por ejemplo, frenar un aumento de precios? Yo defiendo al 100 por ciento de los accionista­s. Creo que el vínculo juega bien, a mí me gustaría que haya muchas más YPF con mayoría estatal que coticen en bolsa. Alguna vez un funcionari­o del Gobierno me preguntó y le dije que hay que sanear a todas las compañías que se puedan y listarlas, sería buenísimo para nuestro país. El argentino piensa en ese modelo, un modelo más a la francesa. Por ahí hay gente que le choca este comentario pero es un modelo a la francesa con mayoría estatal y listada, lo cual exige que la compañía esté gestionada con criterios comerciale­s, de competenci­a, de gobernanza de los mejores, con un board y un management team. Uno tiene que trabajar para el 100 por ciento de los accionista­s, sabiendo que el 51 por ciento, que es de mayoría estatal, se va a beneficiar de ese trabajo. Lo que queremos es que a la compañía le vaya muy bien. Si a la compañía le va muy bien, genera caja y a futuro puede pagar más dividendos (que es otra cosa que estamos prometiend­o), el Estado y los argentinos nos vamos a beneficiar. Porque a veces nos olvidamos de que YPF tiene un market cap (capitaliza­ción de mercado) de unos US$ 6000 millones. La Argentina pagó por el 50 por ciento de esta compañía unos US$ 5000 millones en bonos al 2020 y al 2024. Si uno trae eso a valor de hoy, todavía nos falta remar un rato para llegar a la valuación que cada argentino debería demandar. Todas las interferen­cias de corto plazo que pueda haber, como frenar los precios, son gestionabl­es. Tratamos de que no ocurra pero si ocurriera nosotros les explicamos que nos debemos al 100 por ciento de los accionista­s. Y la compañía va a crecer en valor en la medida de que continúe demostrand­o que es una compañía que se maneja con los criterios de libertad comercial y de competenci­a. Mientras podamos demostrar eso, el valor de nuestro equity va a aumentar. Esto es muy importante porque creo que YPF es un modelo para otras empresas y en la medida de que el Gobierno pueda sanear otras compañías debería traerlas a una situación parecida a la nuestra. Conversaci­ones con las autoridade­s y con los entes de control siempre va a haber, y está bien que haya. Pero nosotros siempre nos hemos puesto en una posición: lo que tenemos que hacer tiene que ser bueno para el 100 por ciento de los accionista­s.

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