Apertura (Argentina)

CEO del Año

- Cofundador de Mercadolib­re

Marcos Galperin, de Mercadolib­re, Miguel Gutiérrez, de YPF, y Carlos Moltini, de Telecom, dan sus definicion­es de negocios.

• Elegido CEO del año 2018, el cofundador del sitio de e-commerce habla en exclusiva sobre los planes de la empresa en el segmento de pagos, los modelos de Alibaba y Amazon y la irrupción en el negocio financiero • Dice que la Argentina puede ser potencia en exportació­n de servicios y pronostica la aparición de nuevos unicornios • Pero advierte sobre el marco laboral y la aplicación de retencione­s: “Si se mantienen en el tiempo, la industria de software se va a ir”.

No tiene oficina propia. Con su notebook a cuestas, Marcos Galperin se instala primero en los sillones de la recepción último modelo dominada por la madera, los colores y las plantas, y después se queda trabajando en una de las salas de reuniones de la sede central de Mercado Libre en Vicente López, donde una hora antes recibió en exclusiva a APERTURA. Cultor del bajo perfil, Galperin no es un empresario de aparicione­s públicas frecuentes ni declaracio­nes altisonant­es. Dice que se siente uno más y así procura moverse dentro de su compañía. Pero aunque se mezcle entre los más de 4000 empleados con su buzo azul y jeans, su apellido encabeza hoy la nueva generación de hombres de negocios del país. Mercado Libre –y su fundador por propiedad transitiva– adquiriero­n una visibilida­d geométrica en los últimos 10 años, a medida que el sitio de e-commerce nacido en 1999 fue ganando volumen de operacione­s en toda la región. Ese tamaño le reportó varios títulos a la empresa y al propio Galperin. El principal, en su caso: ser el referente local de los “unicornios” –las firmas tecnológic­as que logran superar los US$ 1000 millones de valuación– y primer exponente de una categoría de empresario a la que el Gobierno y muchos pares de otros sectores miran con buenos ojos. “Todos estamos esperando que salga otro Mercado Libre. Yo soy el primero que quiere que suceda”, responde en un momento el empresario, como reflejo de la incomodida­d que le causa estar bajo los reflectore­s de la fama. Pero las acciones de Meli (así cotiza Mercado Libre en el Nasdaq, donde debutó en 2007, y así le dicen a la compañía puertas adentro), nuevamente, lo devuelven al primer plano. En 2018, la plataforma Mercado Pago –una de las unidades de la empresa, que ya mueve más transaccio­nes que el marketplac­e– irrumpió en el negocio financiero con el otorgamien­to de créditos a sus usuarios y el lanzamient­o de fondos comunes de inversión. Mercado Libre avanza en varias direccione­s y su fundador fue elegido CEO del año, en la encuesta exclusiva que la consultora CIO Creative Investigat­ion realizó para APERTURA, El Cronista Comercial y PWC Argentina, entre 107 presidente­s, directores de empresas y académicos. El futuro de Mercado Libre en medio de la transforma­ción digital, sus modelos de referencia (Alibaba y Amazon), la competenci­a con el sector financiero, el estado del ecosistema emprendedo­r argentino y su visión sobre la situación actual, en un mano a mano de 40 minutos en el que no eludió ninguna respuesta. ¿Cómo describirí­a este año de Mercado Libre? Desde hace unos años ya que estamos en un momento muy interesant­e, porque tenemos una escala importante, si bien seguimos teniendo un crecimient­o como el que teníamos al principio. Esa combinació­n de crecimient­o alto y escala grande nos permite empezar a ver mucho más en concreto los resultados de lo que hacemos. Cuando hablamos de democratiz­ar el comercio electrónic­o y vemos a 500.000 personas que viven de sus ventas en Mercado Libre, nos llena de orgullo y nos dice que vamos por el camino correcto. Tenemos 40 millones de personas comprando en la plataforma en América latina, son números importante­s. Este año se van a hacer más de 350 millones de compras en Mercado Libre, cerca de nueve o 10 compras por segundo. Eso te muestra volumen, pero por otro lado si bien son 40 millones de personas, en América latina hay 600 millones de personas. Son casi nueve compras por persona. En China, se hacen entre 50 y 100 compras por persona. Tenemos un volu-

men grande, pero hay muchísimo camino por recorrer. Nos dimos cuenta de que para seguir avanzando teníamos que mejorar mucho los tiempos y la calidad de la entrega. Ahí es donde empezamos a trabajar en los últimos años. ¿Qué hicieron, puntualmen­te? Este año empezamos a ver resultados concretos. En países como Brasil y la Argentina redujimos el tiempo promedio promedio de entrega en más de un día. Todavía tenemos muchísimo camino por recorrer, pero estamos empezando a ver resultados con centros de distribuci­ón y almacenami­ento en México y Brasil, que ya operan a escala. Y vamos a abrir otro en la Argentina en el Mercado Central, probableme­nte en marzo. De no tocar un paquete hace tres años pasamos a un centro de 100.000 metros cuadrados en México, otro del mismo tamaño en Brasil, el de la Argentina... Es una diferencia muy grande. Vemos mucho progreso y, si bien sentimos que falta mucho, estamos entusiasma­dos por la velocidad a la cual estamos avanzando. ¿Y en cuanto a los pagos? Democratiz­ar el dinero es otra de las grandes fricciones que había en el e-commerce. La logística era una, pero pagos y financiami­ento es la otra. La oportunida­d es inmensa, tal vez más grande que la de Mercado Libre, porque la mitad de la población en América latina no está bancarizad­a. Empezamos a lanzar productos, primero en la

Argentina porque se hizo un excelente trabajo de promover la innovación, la desregulac­ión y la competenci­a en este mercado. Vemos impactos muy grandes: a nivel local, desde que empezó la industria de los fondos comunes de inversión hasta fines del año pasado, había 400.000 cuentas comitentes. Nosotros lanzamos nuestro FCI junto al Banco Industrial y en menos de dos meses tenemos casi 100.000 personas invirtiend­o. Lo que nos parece fantástico es que la inversión promedio es de US$ 150, personas que nunca hubiesen pensado que iban a poder invertir en un FCI. Estamos llegando a una masa de gente que estaba excluida de este tipo de ahorro, de la generación de la renta y que puede acceder a esos fondos todos los días y usarlos para pagar nafta, fast food o en alguno de los más de 40.000 comercios que están subidos a la red de pagos con código QR. Pueden ser parte de la inclusión financiera, porque al pagar digitalmen­te se genera una historia que queda visible y trackeable. Luego, evaluando esa historia, podemos ofrecer créditos. ¿Cómo está funcionand­o el tema de los créditos? Hay mucha gente que está accediendo a créditos por primera vez. Este año empezamos a dar créditos no solo a los vendedores, sino también a los compradore­s. Tenemos en cartera más de 100.000 compradore­s con crédito en Mercado Libre, con un promedio de US$ 100. Eran personas que nunca lo hubiesen podido conseguir por ese monto. Pueden hacerlo porque vemos su comportami­ento en la plataforma y con algoritmos de inteligenc­ia artificial nos sentimos cómodos prestándol­es dinero. Lo mismo habíamos empezado con los vendedores: tenemos más de 30.000 PYMES en cartera con créditos. Dimos la vuelta completa: ya cerramos el segundo fideicomis­o que emitimos, una Obligación Negociable de $ 300 millones. Quienes compran esa ON adquieren los créditos que les dimos a nuestros vendedores. Es realmente la democratiz­ación del dinero, porque la persona compra un bono que le presta a una PYME y nosotros ponemos la plataforma para que miles de personas les puedan prestar a decenas de PYMES. Eso ayuda también a que haya más liquidez y profundida­d en el mercado de capitales argentino, además de productos innovadore­s. Es un ecosistema en el que ganan los inversores, las PYMES, el mercado de capitales y para nosotros es genial porque cuanto más financiami­ento tengan los vendedores, más capital de trabajo tienen y más venden en nuestra plataforma. ¿La idea es convertirs­e en un banco en algún momento? No, en absoluto. ¿Hubo rispideces con el sistema financiero? Mercado Libre se transforma en un competidor, a su medida... No. Y lo de competidor, más o menos. Yo creo que los bancos tradiciona­les lo ven bien. Tenemos en cartera alrededor de US$ 130 millones. La Argentina tiene préstamos sobre el sector privado del 15 por ciento del PBI y Brasil está en el 60 por ciento. Chile, 100 por ciento. Seguiríamo­s siendo menos de la mitad de Brasil si subimos de 15 por ciento a 30 por ciento. Un punto del PBI son US$ 5000 millones y nuestra cartera son US$ 130 millones. Cualquier banquero que sepa álgebra se da cuenta de que esto no es competitiv­o. Nuestros préstamos a los consumidor­es son de US$ 100 y los de PYMES son de US$ 4500. Si una PYME va a un banco a pedir un préstamo por ese monto no la atienden, porque no es rentable hacer análisis crediticio. Por lo tanto, es un negocio totalmente complement­ario. Por el contrario, los bancos que se nos acercaron antes están viendo oportunida­des, ayudándono­s a emitir una ON, haciendo el FCI. Vamos a trabajar mucho con los bancos. ¿Y qué ocurre con el negocio de los pagos? El de los pagos para mí no es el negocio de los bancos, sino prestar plata. Cobrar un peaje cuando A le paga a B, otro cuando B le paga a C y otro cuando C le vuelve a pagar a A es un negocio que existió en una época pre Internet. A partir del momento en el que A, B y C están conectados entre sí a través de Internet, ese negocio de cobrar un peaje simplement­e por el movimiento digital de fondos se va a commoditiz­ar, como está pasando en China y la India. Tradiciona­lmente, fue un negocio bancario en la Argentina, un país de alta inflación en el cual el negocio de préstamos era dif ícil. Pero, con un poco de suerte, eso va a cambiar o está cambiando.

Modelos ajenos

¿Qué modelo de compañía miran más? ¿Alibaba o Amazon? Miramos a todos. A la India, a China, a los Estados Unidos, a Corea. Si hubiera que decir qué empresa se asemeja más a Mercado Libre en el mundo, posiblemen­te sea Alibaba porque, a diferencia de Amazon, nosotros no vendemos productos propios. Al igual que Alibaba, estamos muy metidos en el negocio de los pagos y financiaci­ón –Amazon intentó meterse en pagos, pero hay otros jugadores que lo hicieron en los Estados Unidos. Tenemos parte de Amazon y Alibaba, quizá un poco más de esta última, con la diferencia de que el 11 de noviembre, el Día de los Solteros en China, en un solo día hizo dos veces el volumen de transaccio­nes de Mercado Libre en todo un año. Salvo esa “pequeña” diferencia... son 40 millones de compradore­s de Mercado Libre versus 1500 millones de personas en China. Pero no solo miramos compañías que están en Internet. ¿Vender productos propios es una posibilida­d? La mitad de los productos de Amazon son propios, pero está bajando –antes era el 100 por ciento. Hoy por hoy no vendemos nada, quizá hagamos algún experiment­o, pero no creo que nunca vaya a ser algo relevante en nuestro mix de productos.

“En la parte de pagos es donde más vamos a innovar y cambiar, porque Internet va a modificar sustancial­mente la industria financiera. Para mí, en 20 años no habrá dinero en efectivo”.

“El marco laboral argentino pertenece al siglo pasado, cuando venía alguien y te hacía hacer 200 veces la misma tarea... Hoy, a nosotros se nos va la gente a Europa, a los Estados Unidos, a China. Tenemos vecinos y socios comerciale­s que tienen marcos laborales modernos, que se enfocan en generar nuevos empleos”.

¿El negocio de procesar pagos tiene el potencial de superar al marketplac­e? El negocio de procesar pagos este año ya supera a Mercado Libre: tuvimos US$ 13.000 millones de volumen en Meli y US$ 17.000 millones en pagos procesados, porque son todos los de Meli, pagos online fuera de Meli y ahora estamos procesando también pagos offline a través del Pos móvil. A fines del año pasado, según datos de la AFIP, había en la Argentina 800.000 Pos activos, en toda la historia. Nosotros, solo este año, llevamos vendidos 400.000 Pos móviles, el 50 por ciento del parque histórico argentino. Es totalmente complement­ario, porque la persona que lo compra es el plomero, el profesor de tenis, el vendedor de panchos en la calle, el profesor particular, gente que antes no podía cobrar con tarjeta de débito o crédito y ahora sí. Es muy positivo. ¿Qué se puede esperar o anticipar de otros servicios en el segmento de pagos? Anticipar, nada. Esperar, mucho. Amazon tiene muy aceitada la logística, la última milla, que en la Argentina todavía es un desaf ío. ¿Qué se puede hacer para mejorar? ¿Es una restricció­n al crecimient­o? Estamos haciendo mucho en distribuci­ón, pero también en la entrega. Lanzamos Mercado Libre Flex, un sistema que les permite a los vendedores enviar directo a los compradore­s utilizando medios de transporte alternativ­os a los que ya tenemos integrados. En la región tenemos 80 empresas de transporte, las principale­s en cada país, pero hay muchas más, firmas pequeñas que se mueven rápido o son muy buenas para alguna región determinad­a, y esto les permite a los vendedores, para ciertas áreas geográfica­s, utilizar por ejemplo una empresa de motos determinad­a. Tenemos una aplicación para que el comprador sea invisible, lo trackea a través de Mercado Envíos y tiene los mismos beneficios. Eso es lo último, pero hay muchísimo más por hacer en los próximos años. ¿Distribuir de forma directa es una opción? ¿Con flota propia? No sé. Vamos a estar invirtiend­o muchísimo en logística en los próximos cinco años y probableme­nte probemos todo y de todos. Dónde terminarem­os, la verdad, no lo sé. ¿Cómo trabajan la innovación a nivel interno? Y ligado a eso, ¿qué rol tiene en ese proceso la adquisició­n de startups? La innovación se genera de una forma muy horizontal. No tenemos un Departamen­to de Innovación encargado de innovar. Cada uno en Mercado Libre tiene la responsabi­lidad de ver qué está pasando en todos lados y de decir qué cosas tenemos que hacer para mejorar. Después, en una jerarquía muy horizontal que tenemos, ganan las mejores ideas. Tenemos una cultura de discutir intensamen­te, pero con respeto, para encontrar las mejores ideas. Una vez encontrada, la ejecutamos. ¿Cómo definiría su estilo de liderazgo? A mí me gusta el liderazgo con el ejemplo. Estar cerca de la gente, conectado con lo que está pasando y tratar de liderar con el ejemplo. No me gusta la imagen de líder mesiánico que se las sabe todas, que no se equivoca nunca. Nadie es así, eso es lo que hace ponerte una presión artificial innecesari­a. El puesto ya tiene mucha presión y es mucho más fácil liderar cuando todo el mundo tiene claro que uno se equivoca y no tiene todas las respuestas, porque en conjunto vamos a tratar de encontrar las mejores respuestas. ¿Y a la hora de la toma de decisiones? ¿Qué hacen para que el mecanismo sea ágil? Tenemos una jerarquía muy horizontal, por lo que las decisiones se van tomando en los distintos equipos de trabajo. Además, tenemos una arquitectu­ra tecnológic­a que espeja esto. Se conecta vía appis y un equipo puede estar programand­o una cosa, otro equipo otra cosa, y subiendo código e innovando en paralelo. No es que solo una persona, de una forma jerárquica, toma una decisión y avanza. Sí, obviamente, en los lineamient­os estratégic­os –logística y democratiz­ación de dinero–, en los grandes temas en los que estuvimos enfocados en los últimos años y en los que vamos a seguir enfocados, mi visión es muy importante.

Talento escaso

¿En qué área siente que la compañía puede mejorar, tanto a nivel interno como frente al usuario? Podemos mejorar en muchísimos aspectos. Me gustaría que fuéramos más ágiles y que seamos más a nivel equipo de tecnología y desarrolla­dores. Encontrar el talento es un desaf ío, tanto en calidad como en cantidad. No solo para nosotros, sino para muchos jugadores de la industria. ¿Aun para Meli es un desaf ío? Empezamos el año con 1400 empleados en nuestro equipo de tecnología y lo estamos terminando con 2100: es decir, crecimos 50 por ciento. Estuvimos 18 años para pasar de cero a 1400 programado­res. Y en un año agregamos la mitad. Eso hace crujir a Recursos Humanos, a los managers de tecnología que entrevista­n, a quienes entrenan a los que entraron. Es algo que cuesta, porque cada 10 personas que entrevista­mos entra una. La Argentina produce 4000 ingenieros por año. Si contratamo­s 700 –aunque no todos sean recibidos–, tenemos que entrevista­r a 7000. Que solamente se reciban 4000 al año es la muestra de que el desaf ío es enorme.

“Si hubiera que decir qué empresa se asemeja más a Mercado Libre en el mundo, posiblemen­te sea Alibaba porque, a diferencia de Amazon, nosotros no vendemos productos propios. Y, al igual que Alibaba, estamos muy metidos en el negocio de los pagos y la financiaci­ón”.

¿Cómo ve el ecosistema emprendedo­r argentino? ¿El país puede ser potencia en el sector de exportació­n de servicios? Ya es potencia en América latina. Estamos todos esperando que salga el próximo Mercado Libre. Yo soy el que más quiere que suceda eso, soy el número uno que espera eso. Claramente puede y va a haber más unicornios. El tema es si sale de la Argentina o Brasil, aunque es lógico que sea desde Brasil. Es atípico que todas las empresas más relevantes de tecnología sean argentinas. Si nos mantenemos a la par de Brasil estaría genial. Tenemos el fondo de inversión de capital de riesgo más grande, importante y sofisticad­o de América latina en la Argentina; la oficina local de Endeavor, que es muy prominente a nivel mundial; lo que hace el Gobierno, las provincias y las universida­des. Hay muchas cosas que hace 19 años, cuando empecé, no estaban. El ecosistema emprendedo­r está bien, es cuestión de perseverar y mantener la disciplina y la consistenc­ia. Van a aparecer otros unicornios. Desde el punto de vista de condicione­s macro, impositiva­s... ¿cree que el sector tiene condicione­s adecuadas o se le deberían dar más ventajas para impulsarlo? Mirándolo a largo plazo, la Ley de Emprendedo­res y la Ley PYME son buenísimas. A corto plazo, la ley para ponerle impuestos a las exportacio­nes de software resta fuertement­e. Si eso se mantiene en el tiempo, la industria del software se va a ir. El oro, el gas, el petróleo, la carne, el trigo, la soja, eso está acá... pero el software está en el cerebro de las personas, que se suben a un avión y se van a cualquier lado. De hecho, nuestro mayor desaf ío es retener a nuestros programado­res versus empresas de otros lados del mundo que nos los vienen a “robar”. Es una industria completame­nte móvil, pero las autoridade­s y todos tienen que entenderlo, es distinta a las demás. Todos los países del mundo quieren tener esta industria porque no contamina, paga sueldos altos y genera beneficios alrededor. Comparando la situación con Brasil y su reforma laboral, este año dijo que la Argentina no era tan competitiv­a. ¿Cómo ve esa situación hoy, luego de la devaluació­n? El marco laboral argentino pertenece al siglo pasado, es de los principios de la época de la industrial­ización del país, cuando venía alguien y te hacía hacer 200 veces la misma tarea y el dueño de la fábrica explotaba al trabajador. Hoy, a nosotros se nos va la gente a Europa, a los Estados Unidos, a China. Tenés que hacer oficinas como éstas (por la sede de Vicente López) para que la gente se quede y trabaje contenta. Estratégic­amente, tenemos vecinos y socios comerciale­s que tienen marcos laborales modernos, que se enfocan en generar nuevos empleos que son completame­nte distintos a los de hace 100 años. Las tareas no son repetitiva­s, lo que importa es pensar y necesitamo­sun marco laboral acorde a los empleos que van a venir, porque los trabajos de hace 100 años se están automatiza­ndo y están desapareci­endo. Por más que los queramos seguir defendiend­o, de a poco van a desaparece­r, porque como sociedad no queremos que sigan existiendo, porque son repetitivo­s y aburridos y una máquina lo va a hacer mucho mejor. Los empleos que se generan son los que creamos nosotros: 500.000 personas que venden en Mercado Libre, algo que hace 20 años no existía. Si uno ve las estadístic­as de la Argentina, el sector privado no ha generado empleo en las últimas décadas. En algunas provincias, la mayoría del empleo es generado por el Estado, pero si tienen que ajustar, ¿a dónde va a trabajar esa gente si el sector privado no genera empleo? Hay que tener un sector privado pujante que genere empleo y que las personas puedan encontrar una salida laboral. ¿Y la situación económica general? ¿Qué evaluación hace? Este fue un año dificilísi­mo y bastante traumático. Por suerte desde hace unos meses la situación cambiaria –que hizo subir la inflación y las tasas, y caer a la economía– parece haberse estabiliza­do. Si la inflación baja, sería buenísimo que bajen las tasas y así que vuelva a crecer la economía. Veremos si terminan de suceder todas esas cosas. Esperemos que sí. ¿Le preocupa el ruido político de un año electoral? Nosotros operamos hace 19 años en toda América latina. Hemos visto de todo: corralito, corralón, cepo. No nos preocupa nada. De lo que estamos convencido­s es que nuestro modelo de negocios de democratiz­ar el comercio permite que la gente que antes no podía comprar pueda hacerlo por primera vez en la historia; que quien no podía vender pueda hacerlo. Y la democratiz­ación del dinero, ni hablar: le va a permitir a la mitad de la población que no tenía acceso al sistema financiero y no podía ahorrar, poder hacerlo; pagar en cuotas; acceder a un crédito. Eso, independie­ntemente de la ideología de los gobiernos, les gusta a todos. Lo que más empuja nuestro modelo de negocios es el crecimient­o de los dispositiv­os que te

permiten acceder a Internet. Hoy, con un teléfono Android de US$ 150 lo hacés. Eso es lo que más nos ayuda. Los procesos electorale­s son muy sanos y ojalá los tengamos siempre, para que la gente pueda decidir si prefiere una opción o la otra.

Hitos y no tanto

¿Hubo algún momento de los últimos 19 años en el que pensó: ‘Hasta acá llegue’? Sí, hubo muchos momentos así. Los primeros años fueron muy angustiant­es y extremadam­ente dif íciles. Tardamos siete años en llegar al equilibrio. Nunca pensamos que nos iba a tomar tanto tiempo. Por suerte éramos inconscien­tes, si no, no nos hubiésemos tirado a la pileta como lo hicimos. Fue súper complejo porque, a diferencia de otras partes del mundo, acá tuvimos que construir todo; y lo seguimos haciendo. Tuvimos que construir la solución de pagos, la de envíos... no hay otras a las cuales poder conectarno­s. Eso hace, por un lado, que sea más complejo, pero también más divertido. Y son ventajas competitiv­as que tenemos, al haber desarrolla­do productos que funcionan bien y podemos ofrecer a terceros. ¿La salida a Bolsa en Wall Street en 2007 fue un hito? ¿Sintió que Mercado Libre estaba en otra categoría? En realidad nunca fue un objetivo. Para nosotros el objetivo era llegar a medio millón de personas, ni siquiera la rentabilid­ad. Era democratiz­ar el comercio, las finanzas. Cuando, de golpe, hay 10 millones de personas en la Argentina invirtiend­o sus ahorros, eso es un hito. Realmente le estamos cambiando la vida a la gente. En el país, hoy, se naturalizó y la gente cree que es normal comprar un producto, esté donde esté, al mismo precio que si viviese en la Capital. Está buenísimo. La salida a la Bolsa fue, después de mi casamiento y el nacimiento de mis hijos, uno de los días más felices de mi vida, que me acuerdo desde el primer hasta el último momento. Floté todo el día en una nube, pero al día siguiente había que volver a laburar, arreglar temas. Duró 24 horas que fueron fantástica­s. Éramos la misma empresa un día antes y un día después. Lo que cambió fue que cotizábamo­s en la Bolsa. ¿Cómo vive ser referente como empresario? ¿Le pesa? No lo veo ni lo siento así. Será un problema de la comunidad que me ve así (ríe). Pero cero. Me siento una persona normal que hace lo que le encanta hacer, con un equipo increíble sin el cual no podría haber hecho nada de lo que hice. Muchos siguen estando y otros ya no, pero hacen cosas extraordin­arias fuera de Mercado Libre. Me doy cuenta de que muchas cosas se dieron así porque nací en el momento indicado y estuve en el momento correcto en el lugar indicado. Si yo no estaba haciendo el master de Stanford en 1999 no hubiese tenido las oportunida­des que tuve. Tuve muchísima suerte, infinidad de veces. Tuvimos muchísimos aciertos y también cometimos errores, que vamos a seguir haciendo. No me quiero poner en ningún pedestal, porque la caída tiende a ser muy dolorosa. Estoy muy feliz acá, en el llano, haciendo lo que me gusta hacer. Lo que nos pasó con el tamaño de la empresa –y nos costó un tiempo darnos cuenta– fue que cuando todo el mundo hablaba de Mercado Libre, en los comentario­s de las notas, por ejemplo, veíamos cosas que no eran ciertas y ahí decidimos salir a contar nuestra historia. Y eso está bueno porque demuestra que te puede ir bien sin meterte en la política o ser pariente de alguien que, a través de la política, te otorgó algún beneficio. No hay muchas historias tan meritocrát­icas de este año y hay que contarlas, como también es misión de Endeavor para promover el emprendedo­rismo. ¿Quiénes componen su mesa chica? Osvaldo Giménez, Pedro Arnt, Juan Martín de la Serna, Martín Lawson, Daniel Rabinovich, Stelleo Tolda –mi socio basado en Brasil, que estudió conmigo en Stanford. Ese es mi equipo con el que trabajo todos los días. ¿Cómo se imagina a la Mercado Libre de los próximos 20 años? La parte de Mercado Libre va a ser una iteración, una progresión de lo que estamos haciendo, con entregas mucho más rápidas, los mejores vendedores y las mejores marcas publicando en el sitio. Me imagino todas las categorías, entrando incluso a categorías que hoy no estamos haciendo o en la que recién empezamos, como productos no perecedero­s de supermerca­do, o incluso perecedero­s. En la parte de pagos es donde más vamos a innovar y cambiar, y donde hay espacio para hacer cosas muy distintas a lo que se ha visto hasta ahora, porque Internet va a modificar sustancial­mente la industria de los pagos y la financiera. En 20 años, para mí, no va a haber dinero en efectivo, o habrá muy poco. El código QR es inmediato, gratis, práctico y seguro.

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Galperin, en la sede de la empresa en Vicente López. Dice que Mercado Libre no se transforma­rá en un banco: “En absoluto”.
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