Color esperanza
A pesar de los vaivenes del mercado, Sinteplast continúa con su plan de inversiones en el país y la región, con el objetivo de consolidarse como una multilatina de pinturas. La oportunidad que percibe en medio de la crisis.
El coloquio de IDEA se convirtió en el punto de encuentro para reproches entre empresarios y políticos. En Mar del Plata, el clima macroeconómico no coincidía con el fresco que ofrece la ciudad balnearia. En ese marco, Miguel Ángel Rodríguez, uno de los directores de Sinteplast, dijo en voz alta lo que muchos de los dueños de las compañías locales piensan. “El costo financiero es muy alto y nos perjudica la falta de crédito”, expresó. Al momento, el PBI industrial registraba una caída del 2,5 por ciento y la construcción ya mostraba síntomas de retracción. Sin embargo, la compañía no frenó sus inversiones. Las expectativas que tenía el año pasado e, incluso, a principios de 2018 fueron mutando, pero los planes y los proyectos de la multilatina siguieron en marcha. Según Claudio Rodríguez, director de la empresa, el año comenzó con crecimientos del mercado de entre 6 y 7 por ciento, mientras que la compañía ostentaba un 10 por ciento. Pero los resultados positivos duraron pocos meses, ya que en mayo empezó a cambiar la tendencia. “Desde junio hasta agosto, los números están 10 puntos abajo”, sentencia Rodríguez. A pesar de un mercado estancado, el director de la compañía familiar fundada en 1957 sostiene que siguen creciendo. “Tuvimos un solo mes que salimos igual que 2017, en julio. El resto estuvimos arriba del año pasado y seguimos ganando mercado”, agrega. El crecimiento les permitió alcanzar un market share del 30 por ciento, apuntalado por la adquisición de otros jugadores del sector, según datos propios. Cabe recordar que la última compra en el país fue la firma Polacrin, en abril. “Además, estamos constantemente probando nuevas líneas y tomándole el pulso al mercado”, agregan Claudio y Germán Rodríguez, el gerente Comercial de la firma familiar e hijo de Miguel Ángel. Por eso, este año la compañía lanzó una línea de construcción, en un momento en el que el rubro todavía estaba en pleno auge. “Es un proyecto que tiene más de un año. Siempre vemos que todo momento dif ícil es de oportunidad”, dice Claudio sobre la visión de la empresa a la hora de invertir.
Linaje familiar Claudio (izq.) y Germán Rodríguez, director y gerente Comercial de la firma local.
Desde las oficinas corporativas de la compañía en Ezeiza se puede ver la obra de 38 metros que está en marcha en el predio. La inversión de US$ 25 millones es para la construcción de un nuevo depósito automatizado que estará en funcionamiento en mayo del año que viene. Este nuevo almacén, totalmente robotizado, permitirá duplicar la cantidad actual de despacho de pinturas a los 500.000 litros diarios. El espacio total de las instalaciones del depósito es de casi 3000 metros cuadrados y cuenta con 10 pasillos con racks. “No frenamos nada por la crisis. Además del centro estamos haciendo un nuevo equipo de pinturas en polvo, para cosas industriales como aberturas de aluminio y electrodomésticos”, detalla sobre una nueva línea para hacer pintura en polvo decorativa, uno de los productos que más exportan a toda América latina. “No nos quedamos quietos. Hay que mirar el mediano y largo plazo. Este país lo conocemos bien, hay caídas y después cuando salimos, salimos fuerte. Y esas salidas las aprovechan los que hayan invertido”, asegura Claudio. En el contexto argentino, el director de la compañía sabe que invertir no es tan fácil. “El principal problema de las PYMES es la financiación, hay empresas que podrían ser brillantes que suelen caer por tener una mala política financiera”, comenta preocupado. Además, con la experiencia adquirida a lo largo de 61 años de operación, Claudio recomienda mantener la pasión que tienen todas las empresas familiares argentinas: “Tienen que mirar a futuro, no quedarse en el momento. Cuando decidimos hacer esta planta en 2004 nos preguntaron si estábamos locos, los bancos no nos creían. Pero la pasión nos lleva a hacer estas cosas. Hay que tener esa flama que tienen todos los empresarios argentinos de ir para adelante, que es un diferencial”. El desarrollo a nivel local obligó a esta empresa familiar a profesionalizarse y proyectarse en la región. Hoy, opera en cinco países con nueve plantas y todos los años en promedio crece 5 por ciento más que la industria, dicen. Bolivia es el principal mercado, donde Sinteplast ya es la segunda marca. En Uruguay, luego de la adquisición de Pinturas Elbex, llegó al 20 por ciento del market share. En tanto, en Paraguay, la compañía apunta a hacer crecer la marca, mientras que en Brasil el mercado es todavía más complicado, admite el director. Por el momento, no hay nuevas empresas en vista, pero el mercado siempre está en movimiento. Más allá de la presencia regional, Sinteplast exporta el 8 por ciento de su producción al resto del mundo, desde India hasta Israel. “Se pueden exportar productos de alta tecnología, porque si se quieren exportar productos más económicos, con los costos de exportación y el flete ya no vale la pena”, explica Claudio. “Si tenemos un cliente la idea es no perderlo bajo ningún punto de vista. Si tenemos que invertir para después ver el retorno, lo hacemos”, amplía Germán.
Proyección multinacional
De generación en generación, el valor de Sinteplast se mantiene entre los familiares y el resto de los colaboradores desde hace más de seis décadas. Como pasa en muchas PYMES familiares argentinas, el crecimiento de la compañía tanto en el país como en nuevos mercados obliga a profesionalizar la estructura, las finanzas y los procesos, camino que se inició con la segunda generación sin perder el perfil familiar. “Es un equilibrio dif ícil de lograr. Tenemos las grandes ventajas de ser una empresa familiar en la agilidad en la toma de decisiones, pero también tenemos sistemas de control profesionales”, explican Claudio y Germán sobre esa puja entre ambos mundos. Y más allá de las distintas visiones que puedan existir entre los miembros, todos coinciden en que no están dispuestos a perder la esencia de empresa familiar. “Esto no es un partido de 90 minutos, para nosotros Sinteplast dura toda la vida”, compara Germán. Por eso, cuando la compañía recibió ofertas de compra en los últimos años, las rechazaron. “No está en nuestro espíritu. Si vendemos la compañía ¿qué hacemos?”, dice Germán. Para continuar con el legado, la firma cuenta con un protocolo destinado a evitar a los “paracaidistas”. Desde 1999, los miembros de la familia deben pasar por exigencias académicas y laborales para ingresar a la empresa. Hoy son 16 los nietos y de los 13 que ya pasaron por el esquema entraron cinco, mientras que ocho siguieron carreras diferentes. “El protocolo es para lidiar con el equilibrio entre la esencia familiar y lo profesional. Si la segunda generación, o sea Claudio y sus hermanos, no hubieran pensado en esto no se hubiera alcanzado el compromiso del profesionalismo para estar a la altura de las necesidades”, considera Germán. Por su parte, Claudio admite que el sistema es fundamental para toda la plantilla, ya que de esta manera los gerentes saben cuáles son las reglas del juego y que los miembros de la familia que lleguen a la empresa lo hacen por estar bien preparados.
“No frenamos nada. Este país lo conocemos bien, hay caídas y después, las salidas las aprovechan los que hayan invertido”. Claudio Rodríguez.