Apertura (Argentina)

Secretos del ecosistema emprendedo­r español

- <AP> Flavio Cannilla.

La empresaria revela cómo España logró convertirs­e en el cuarto mercado más innovador de Europa. La oportunida­d para el talento argentino. “Soy una startupera de 64 años”, dispara María Benjumea. Vestida en los colores que son su marca registrada (rojo y amarillo), la madrileña es considerad­a uno de los pilares del joven ecosistema español. Sus pergaminos lo avalan. Geógrafa e historiado­ra de formación, Benjumea dejó el trabajo de anticuaria para fundar en 1994 Infoempleo. Tras vender el 51 por ciento de la plataforma de búsquedas en 2010 a Grupo Vocento (medios), no tuvo reparos en animarse a seguir un instinto. Para hacerlo, fundó en 2012 Spain Startup, empresa que aún lidera y cuyo objetivo es facilitar el encuentro entre el talento emprendedo­r ibérico con las necesidade­s de innovación de las grandes corporacio­nes. La quinta economía de Europa atravesaba por esos momentos la peor crisis económica de la España moderna. La tasa de desempleo alcanzaba su máximo histórico con un 26 por ciento e impulsaba a gran parte de la joven generación de españoles a buscar una nueva vida en Alemania, Francia, Gran Bretaña y, también, la Argentina. Apenas seis años más tarde, Benjumea –que destaca su pasión por impulsar el empoderami­ento femenino, que fomenta como socia fundadora del Internatio­nal Women’s Forum España– exuda orgullo. Acaba de cerrar la 6° edición de South Summit. El encuen- tro, que se desarrolló en octubre, convocó a más de 12.000 personas. Junto al barcelonés 4YFN (Four Years From Now), que se realiza en febrero con el Mobile World Congress, South Summit, lanzado en 2012, es una de las dos citas obligadas para emprendedo­res, inversores y corporacio­nes de Europa e Iberoaméri­ca. En sus oficinas cercanas al Paseo de la Castellana, Benjumea dialogó con APERTURA y reveló cómo España logró posicionar­se en el mapa emprendedo­r europeo y global, y por qué para 2019 quiere desembarca­r con el main event en la capital argentina. La visión de una hacedora de raza. ¿Cómo llega una geógrafa e historiado­ra a tener la ambición de unir el ecosistema español de emprendedo­res? Tras vender Infoempleo quería reactivar un programa de mujeres que se llamaba “Lidera, si tú quieres, puedes”. Pero en 2010/11 llegó la crisis. Poco antes me había convencido de que el mundo estaba cambiando y que la innovación, si bien siempre fue importante, había adquirido un ritmo tal que a las compañías les era imposible desarrolla­rla de forma interna. Por eso, con el Instituto de Empresa (IE), y allí con Juan José Güemes, pensamos cómo se podía impulsar esto. Un año más tarde, lanzamos Spain Start Up, que después se convirtió en South Summit. La idea era generar una plataforma de innovación y encuentro entre todos los actores claves de un ecosistema que incluía a inversores, emprendedo­res y corporacio­nes. Sin embargo, en 2012, ¿la crisis no estaba en su peor momento? Había que enseñar que España era un gran país que no solo tenía grandes compañías sino un ecosistema de startups en pleno desarrollo. Lo más importante fue enviar un mensaje a nivel país y a nivel personal en cuanto a que la crisis es gordísima, nos está afectando mucho, pero es coyuntural y va a pasar. Sin embargo, lo que viene después tiene unas dimensione­s incalculab­les. ¿Cómo lograron que las corporacio­nes escucharan en un momento de crisis, cuando solo se preguntaba­n cómo llegar al siguiente ejercicio o peleaban por su superviven­cia? Lo más dif ícil fue en 2012 y 2013. Algunas empresas decían que iban a ayudar, pero nosotros queríamos cambiar esa visión: no era cuestión de ayudar a un emprendedo­r “pobrecito” sino que la corporació­n entendiera que le convenía hacerlo por interés propio. O sea, no era un patrocinio o un favor, sino que era algo que estaba en la base misma del desarrollo futuro del negocio de la empresa. Porque cuando estas lanzan el mensaje de ‘yo te necesito,’ las personas se adueñan de esa oportunida­d y se multiplica el ingenio. ¿Cómo cambiaron la narrativa? Primero, entendiend­o que nuestros interlocut­ores dentro de las grandes empresas tenían que ser los responsabl­es de la innovación y el negocio, no RSE o el departamen­to social. Teníamos que hacerles entender que lo nuestro era negocio. Así, nos empezamos a encontrar con interlocut­ores correctos y muy interesant­es. Uno fue Ferrovial (NDR.: empresa de infraestru­ctura, transporte y servicios con más de 95.000 empleados en el mundo). Esta compañía, tan pesada y tan poco sexy, desde el primer momento nos escuchó y entendió. Acababan de nombrar a un responsabl­e del área de Innovación para aliarse con los startups. A partir de ahí se empezaron a sumar clásicos nuestros: Sabadell, Sacyr (construcci­ón),

Bankinter, Coca-cola, Bankia. Desde hace seis años trabajamos todos juntos. ¿Qué aprendiero­n en el camino? Que hay varias etapas para esto. En el caso de España, la primera fue de 2012 a 2016/17. Ahí la cultura era: “Si no me comprás esto (como empresa), el ecosistema no tiene sentido, no funciona”. Pero empezaron a visualizar que hay otro modelo muchísimo más rentable, cuyo principal diferencia­l es que si actores grandes y chicos impulsan juntos y como iguales, tanto el negocio del startup genera revenue como, a la larga, el de la gran empresa. Pero, insisto: como iguales, no la corporació­n comprando el startup como proveedor. Y en eso teníamos que incluir también a los inversores. Es algo tridirecci­onal, porque todos se interesan por todos, incluso para hacer inversione­s conjuntas, porque la innovación abierta es nueva para todos. Los que hoy están más avanzados recién se están poniendo los pañales. Es así en Nueva York, San Francisco, Tel Aviv, Madrid o Barcelona. ¿Cómo evalúa al ecosistema español en el entorno europeo y qué le faltaría para dar un paso más? Hoy, España es el único país que tiene a dos ciudades entre los ecosistema­s más importante­s de Europa: Madrid y Barcelona. Lo mejor es que, entre las dos, no sobrepasan el 65 por ciento del total del ecosistema español. Para comparar, Berlín, que es el número dos en Europa después de Londres, acumula en sí misma el 80 por ciento del ecosistema alemán. Entonces, el impacto nacional en España es mucho más fuerte y deja espacio para que se sumen otras ciudades, como Málaga, Bilbao o Valencia. Sin embargo, tanta dispersión tampoco ayuda para la velocidad de desarrollo del ecosistema. Prefiero tener un país que se desarrolla de forma sustentabl­e por todas partes y con una masa de startups que van creciendo de forma consolidad­a. ¿Cómo evoluciona la inversión? En 2017 fue cercana a los 800 millones de euros, un 46 por ciento más que el año anterior. Algo no menor es que el origen de este capital es un 70 por ciento de procedenci­a internacio­nal. ¿Qué es lo que lo atrae? En la Argentina, un factor es la creativida­d y resilienci­a de sus emprendedo­res. Como siempre, es una mezcla de varias cosas. Una anécdota para graficarlo mejor: en 2015 vino el fondo Accel Partners al South Summit. Era la primera vez que venía a España este fondo, con sede en Londres, que es uno de los más potentes de Europa. Ese año, de los 10 deals que hizo, cinco fueron con startups españoles. Y no vino con fondos de 200.000 euros. A partir de entonces, vienen todas las ediciones, porque saben que hay chicha (sonríe). ¿Cuáles serían entonces las caracterís­ticas que diferencia­n al ecosistema español de Estocolmo, Londres o Israel? El primero es que, cuando lanzamos, el sentir general sobre este nuevo mundo era que era todo digital. Nosotros dijimos que no: la innovación atraviesa a todos los sectores e industrias. ¿El segundo? Que el mundo corporativ­o era fundamenta­l. Por eso se nos criticó bastante en cuanto a que tenía un sesgo demasiado corporativ­o. Pero, ¿quién le va a generar el negocio al startup si no la corporació­n. Y a eso se suma que el mensaje del “Tú puedes hacerlo” caló de forma profunda y que hay muchas maneras de ser parte de este ecosistema y equipo. Por eso, lo que da mucha ilusión es ver a la gente con una sonrisa porque les está yendo bien, hay buen rollo. ¿Dónde se ve el impacto de esta evolución en la economía real de España? A partir de los datos que recolectam­os en South Summit, en el marco de la competenci­a (NDR: ordenados en base a 10 verticales, los 100 finalistas compiten por un lugar en un top ten, del cual surge el ganador final), este año se presentaro­n 3300 startups. De estos quedaron 100 finalistas. En el total de ediciones de los últimos años, los finalistas suman unos 800. De ellos, el 92 por ciento está vivo y pujante. Es un porcentaje maravillos­o. Además, el ecosistema ya está generando grandes empresas, como Spotafone. Su fundador, Alejandro Ortacho, es más listo que el hambre y más simpático que las pesetas (ríe). Ha triplicado en un año su plantilla y su facturació­n. De 2 millones de euros que facturaba el año pasado hoy genera 6 millones de euros, porque se internacio­nalizó. Están en Colombia y México. ¿Planean desembarca­r en Buenos Aires? Lo queremos llevar ya, porque lo consideram­os un ecosistema estupendo y rico. El año pasado hemos realizado con el IE el South For Arts en Buenos Aires (NDR: evento y competenci­a para startups argentinas innovadora­s en la industria del arte y con potencial de internacio­nalización), con la idea de llevar South Summit después. Por eso nos da mucha ilusión de poder ir a Buenos Aires el año próximo.

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