Carrera de obstáculos
Después de un 2018 para el olvido, el Gobierno deberá revertir la caída de la actividad, el aumento de la inflación y alcanzar el tan codiciado déficit cero.
Comenzó 2019, año en el que la apuesta oficial se centrará en mejorar un 2018 para el olvido en materia de inflación y crecimiento. A esto se sumará seguir bajando el déficit, objetivo primordial en la agenda. En 2018, con un IPC que rondará el 48 por ciento, una caída de la actividad en torno al 2,4 por ciento y un déficit primario (este es el que se computa antes del pago de intereses de la deuda) comprimido hasta el 2,7 por ciento del PBI, mejorar estas variables en 2019, año de elección presidencial, se torna clave. Si bien son la inflación y la evolución de la actividad las que condicionarán el día a día en la toma de decisiones, reducir el gasto y recaudar más vía retenciones para cumplir con las metas fiscales trimestrales será condición para acceder a los desembolsos FMI. De otramanera, el Gobierno deberá renegociar con el organismo o intentar conseguir financiamiento internacional a tasas razonables, situación utópica con un riesgo país arriba de los 800 puntos básicos. Cumplir con el déficit cero está atado a la suerte de las exportaciones. “Si se logran más de US$ 70.000 millones de ventas al exterior en 2019, no va a haber problemas para cumplir la meta”, sostiene Guido Lorenzo, director de la consultora LCG. El punto, añade, es debido los ingresos por las retenciones impuestas a la exportación tanto de bienes como de servicios. Por su parte, Lorenzo Sigaut Gravina, director de Ecolatina, marca que “la meta fiscal en 2019 es ambiciosa”. Cuando se miran los números, implicará pasar de un déficit primario que pesa 2,7 por ciento del PBI a un equilibrio fiscal, casi tres puntos porcentuales en un año, un ajuste casi sin precedentes en la Argentina. “Va a tener que usar todas las salvaguardas que permite el FMI (usar más recursos en el plano social y financiamiento extra para infraestructura, entre otros)”, agrega. “Con todo se termina empatando la meta en el último minuto. Veo dif ícil el escenario fiscal”, vaticina. En cuanto a la actividad, que de hecho será lo que puede cambiar el rumbo en la recaudación impositiva, en 2019 los economistas ven que comenzará la recuperación. Aun así, en el mejor de los escenarios, terminará por llevar la actividad a niveles del año anterior y, según perspectivas optimistas, podrá terminar con nulo crecimiento aunque quizá sin caída. En LCG pronostican que 2018 terminó con una contracción de 1,9 por ciento, mientras que en 2019 habrá nula expansión. “Hablamos de apenas una recuperación en el margen que deja la actividad en el corredor que se encuentra desde 2011, del cual no puede salir y que cada vez necesitó de más endeudamiento externo para soportar dicho nivel, por lo tanto se vuelve necesario equilibrar las cuentas fiscales”, identifica Lorenzo. “Somos optimistas en que se va a recuperar la economía en 2019 de la mano de las exportaciones y la recomposición parcial de ingresos de asalariados, pero es una recuperación en el margen”, agrega. De acuerdo al Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), las consultoras vaticinan que 2018 terminará con una recesión que hará caer el PBI un 2,4 por ciento y, para 2019, la recuperación llevará a otro año en baja, un poco menor, de 0,9 por ciento. Algo similar pronostican en Ecolatina: una economía que se contrae 1 por ciento en 2019. “Es engañoso porque 2018 termina muy mal, lo que da un piso bajo y deja un arrastre bastante negativo”, describe Sigaut Gravina. Y añade: “Punta a punta implica una mejora de 3 puntos porcentuales, es decir que poco de la mitad de la baja de 2018 se recupera”. La inflación, que llevará a que la Argentina siga conviviendo con elevados incrementos de precios, bajará del récord en 27 años (el anterior máximo fue en 1991) de 48 por ciento de IPC anual, pero permanecerá alta. “Si bien entre puntas puede reducirse a un 30 o 32 por ciento, el promedio de inflación anual será superior al 40. Es un nivel elevado que produce problemas para el crecimiento”, marca Lorenzo. Sin meta explícita de inflación (aunque el Presupuesto habla de 23 por ciento), de acuerdo a los privados implicará reducirla unos 16 puntos porcentuales. El supuesto clave es que haya cierta estabilidad cambiaria (con un dólar que se mueva dentro de las bandas marcadas por el BCRA), que no haya salida de capitales ni dolarización. De darse este otro escenario, tanto el PBI como la inflación y el déficit fiscal transitarán un camino cada vez más bifurcado de las previsiones en el inicio de 2019.