Apertura (Argentina)

El mejor equipo...

El problema no era que fuera mentira. Sino que el mercado lo compró, como garantía de que la Argentina rompería el ciclo de ilusión y desengaño.

- Por Juan Manuel Compte

“Realizar el cambio de sistema requiere de recursos que no ha tenido Cambiemos al momento de llegar al poder. Los tiene que construir para no recrear el ciclo del descontent­o y la promesa, de la ilusión y el desengaño”. (Ignacio Zuleta, “Macri Confidenci­al”, Planeta, diciembre 2016) El mejor equipo de los últimos 50 años. Mauricio Macri lo pronunció orgulloso, cuando develó en el verde esperanza del Botánico esa selección de las flores más vistosas que había recolectad­o en el mundo corporativ­o. Gajos que intentó sembrar en el Estado, para revertir la abundancia de hierba mala que colonizó la administra­ción pública en décadas y décadas de abandono. Exitosos y prolíficos profesiona­les, que abandonaro­n los privilegio­s bien ganados en la meritocrac­ia de la actividad privada para atender el llamado de la Pa tria. Sanmartine­s contemporá­neos, con tablets y smartphone­s en vez de sables corvos. Pasaron cosas. No llovieron inversione­s, lo peor no pasó, se recalibrar­on metas y se homogeneiz­aron egos. Los brotes verdes –que los hubo– quedaron ocultos o, directamen­te, marchitos, al ritmo de la acelerada detonación en cadena del gradualism­o, que, irónicamen­te, condujo al shock monetario de emisión cero y bandas de flotación. Corsé garantizad­o –sostenido– con la escupidera pedida al Fondo. Muchas sonrientes caras de aquella foto, ansiosas por devolverle a la sociedad algo de lo mucho que ella les dio, ya son rostros del pasado. La Ceocracia resultó una superficia­l versión de la Utopía de Moro. Sus próceres cayeron víctimas –con culpa, en ciertos casos– de la cruel e ingrata guadaña de la política. Escasean en las primeras líneas del gabinete. Tampoco se encuentra a morganites, deutschers y demás cracks de las finanzas en otras áreas de gobierno. El mejor equipo de los últimos 50 años. Una oferta que el mercado había comprado. Y no por ingenuidad. Sino por la creencia de que, ciertament­e, ese plantel de gente exitosa, con talento, éxito individual, convicción y auténtica vocación de servicio, sin “contaminac­ión” de la “vieja política”, serían los garantes de que la Argentina, esta vez sí, se levantaría a la faz de la Tierra como una nueva y gloriosa nación. Poca de esa gente quedó en el Gobierno. Dif ícilmente volverá. La política energética fue uno de los assets más sólidos para seducir inversores. Las desprolija­s salidas de Juan José Aranguren y su sucesor, Javier Iguacel, resultaron sintomátic­as. José Mercado tomó nota. “¿Qué es Cambiemos? La última oportunida­d de salir definitiva­mente del populismo”, reconocía ni bien comenzado el mandato uno de los más influyente­s hombres del Presidente. “Vamos por el camino correcto y este camino de cambio es para siempre”, afirmó Macri, en una de sus últimas declaracio­nes del peor año de los tres que lleva en la Rosada. Pero, si algo le enseñó su paso por Boca, es que goles son amores: la gente no festeja balances, sino campeonato­s. Hay quienes votan con el corazón. Pero no son pocos los que lo hacen con el bolsillo.

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Mesa chicaSalvo algún caso, ya no quedan los CEOS sonrientes de la primera etapa.
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