El clima pre electoral y la evolución de las variables macro post primer trimestre mostrarán el pulso de cuándo sumar riesgo a la cartera.
Finalmente, con relación al riesgo acciones, “si bien el view macroeconómico no es alentador en cuanto a un repunte fuerte en actividad, existen nombres que han sufrido un excesivo castigo cuando se pone en consideración la estabilidad de su capacidad de generar resultados”, plantea. La sugerencia de Corujo, de PPI, “para los inversores que no estén dispuestos a exponerse a la ‘montaña rusa’ que fue el mercado y que podría volver a verse en 2019, es una cartera en su mayor parte dolarizada (entre un 80-100 por ciento)”. Y añade: “La mayor participación sería en Letes en dólares y Bono Dual 2019 con tasas del orden del 4,5/5 por ciento anual, un rendimiento por arriba de lo que ofrece cualquier plazo fijo y un riesgo que realmente entendemos acotado”. También suma a la recomendación un dato para el que quiera subir un poco la apuesta: el riesgo es un poco mayor pero limitado debido las amortizaciones parciales que este bono empezará a presentar en 2019. Se refiere al Bonar 2024. “Para la parte de la inversión o el ahorro que se quiera mantener en pesos, recomendamos Lecaps o FCI en pesos. Acá hay opciones T+0 y T+1 con tasas (anualizadas) en el último mes, en promedio del 45/50 por ciento anual –por arriba de lo que hoy ofrece un plazo fijo tradicional en esta moneda, con la ventaja de la liquidez, un punto no menor en el actual escenario”, resalta Corujo. Queda clarísimo que para empezar el año, y sobre todo en época de vacaciones, deberá primar el bajo riesgo entre las opciones de inversión. ¿Cuándo ir poniéndose un poco más osado? La clave pasará en buena medida por el clima pre electoral y por los resultados que pueda ir mostrando la macro pasado el primer trimestre. “Por un lado, la política monetaria busca una extrema dureza para descomprimir las expectativas de inflación, aunque el costo de este camino es una profundización de la recesión. Ciertamente, a medida que nos acerquemos a las elecciones, la tensión entre priorizar la desinflación o el crecimiento irá en ascenso, lo que podría crear presiones crecientes para que el BCRA relaje su política y esto podría arriesgar el éxito del proceso de estabilización”, explica Yarde Buller, de SBS. El consejo de Demarchi, de Balanz, es llevar durante 2019 las riendas de las inversiones bien sostenidas. “Esperando un año volátil habrá que estar activo en la administración de carteras, siendo ágiles al momento de tomar posiciones en pesos o en dólares”. Y amplía: “Estar activo es estar atento para ir cambiando composiciones en monedas y distintos instrumentos, ya sea dolarizándose en un mayor porcentaje o aprovechando tasas en pesos de acuerdo a lo más conveniente. Es recomendable evaluar y analizar las carteras al menos una vez al mes junto con el asesor financiero de confianza”. Para Brau, “el ritmo al que deba recalibrarse el portafolio durante 2019 será muy dependiente del ciclo político. Por lo tanto, la identificación de ciertas variables que puedan definir el proceso electoral y la evolución de los retornos de activos es determinante. En el cortísimo plazo será relevante seguir de cerca la desinflación y, junto a las paritarias, la recomposición del salario real”. Y cierra: “En la medida que se observen noticias positivas en este terreno será momento de tomar algo más de riesgo en deuda para que, una vez que se observe caída en el riesgo país, se tome una postura más agresiva en acciones. No vemos probable una recuperación significativa en la actividad pero una caída sostenida en el riesgo país debería dar lugar a una recuperación en equity”. En la medida que el año empiece a correr y se plasmen algunas señales que pueden ser positivas, quien no sea enemigo de un poco de adrenalina puede ir buscando perlitas por la City. “Un inversor con perfil de riesgo moderado y un horizonte de inversión de mediano plazo podría asumir mayores riesgos y sumar una proporción de acciones principalmente vinculadas a compañías energéticas como TGSU2, YPFD o PAMPA, así como bonos del tramo medio de la curva soberana como el AA25 que ofrece un rendimiento anual de 13,5 por ciento en dólares o AA37, que ofrece un rendimiento de 11,9 por ciento anual y un importante potencial de recuperación de precio ante una eventual reducción en el riesgo país”, deja picando Bano, de IOL.<AP>