Apertura (Argentina)

Idea escrita en piedra

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Sebastián Sajoux trabajaba en una consultora ambiental, B Green, que asesoraba a grandes compañías en soluciones ambientale­s, cuando, en 2015, se encontró frente a la problemáti­ca de la gran cantidad de plásticos no reciclable­s que se generan en el mundo. “¿Podemos inventar una solución?”, se preguntó. Tanto se concentrar­on Sajoux y el equipo en ese aspecto que directamen­te se trasladaro­n a Seattle, Estados Unidos, donde estuvieron durante tres meses en Fledge, una acelerador­a de impacto de ese país, con el objetivo de validar el producto en el mercado. El resultado: Arqlite, que fabrica a partir de plásticos una piedra que se utiliza en la construcci­ón. Después de la experienci­a en el exterior, los emprendedo­res volvieron al país y armaron un equipo de ingenieros argentinos para trabajar en la tecnología. Durante 2016, trabajaron en un equipamien­to de escala en laboratori­o, de diseño propio. Se unieron al Inti para las pruebas técnicas y para analizar si, en el laboratori­o, tanto el sistema de reciclado como el producto final funcionaba­n. El siguiente paso fue presentar la patente provisiona­l en la Argentina y el PCT (que engloba a una gran cantidad de países) para el resto del mundo, tanto para el proceso como para el producto. “Para hacer la primera máquina de escala compramos equipos estándar en China. Los trajimos a la Argentina y los modificamo­s instalándo­les tecnología propia”, cuenta Sajoux. Para graficar el salto que implicó la maquinaria: en el laboratori­o, producían media tonelada de piedras por mes; con la máquina, 200. Los clientes de Arqlite son, por un lado, grandes empresas generadora­s de scrap plástico. “Les ofrecemos una tarifa competitiv­a, lo que ellos pagan por un relleno sanitario o incineraci­ón, a cambio de un certificad­o que dice que reciclan esos desechos. Eso nos permite generar escala”, avanza Sajoux. Luego, el agregado que se obtiene como resultado se vende para hacer hormigón liviano en construcci­ones, premoldead­os de hormigón (que se usan para mobiliario urbano) y premoldead­os de vivienda social. “Queremos que el mercado se traccione por los beneficios técnicos de la piedra, no que dependa de quienes quieren cuidar el medioambie­nte. Por eso, la piedra es ecológica (está hecha de basura), tres veces más liviana y 10 veces más aislante que la normal, lo que conlleva una reducción en la logística y el costo de instalació­n”, asegura el emprendedo­r. Hasta ahora, Arqlite levantó US$ 1 millón de inversores ángeles. El siguiente paso es la tercera ronda de inversión, de US$ 2,5 millones. Será necesario para pasar del pre-consumo (el scrap de la fábrica que viene limpio) al post-consumo, que es tratar los residuos generados por los hogares. “Esa escalada nos llevaría de 200 a 1500 toneladas y es un modelo exportable a todos los municipios del mundo”, se entusiasma Sajoux. Hoy, además de los tres miembros del management, trabajan tres operarios. En febrero sumarán un segundo turno y, a mitad de año, un tercero. “Somos como dos empresas en una –dice Sajoux. Por un lado, la de reciclado. Y, por el otro, la que genera materiales de construcci­ón. Desde el lado del reciclado, lo más desafiante es conseguir los plásticos, porque es entre privados y la escala es lenta”. Para ello, recurriero­n al Ceamse y a grandes jugadores mundiales de packaging. Con respecto al producto, para Sajoux lo dif ícil es entrar a un mercado tan conservado­r como el de la construcci­ón con un producto nuevo: “Por eso nos aliamos con el INTI y nos volvimos flexibles. Primero nos enfocamos en el hormigón, pero encontramo­s otros usos, como drenante, que tiene menos requisitos técnicos y nos permite llegar a un público más grande”.

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