El nombre del mate
La creación de Laura Cherny y Nicolás Demarco está al alcance de la mano. En una oficina, en la plaza con amigos, pero también la usan futbolistas europeos o el propio Papa Francisco. Se trata de Mateo, registrado como el primer mate de silicona, innovador en su momento por su sistema de vaciado de yerba. Y si bien este dúo emprendedor hizo punta cuando creó Mateo, enseguida Demarco se encarga de hacer una aclaración: “No somos inventores, somos diseñadores industriales”, y asegura que la diferencia radica en que, en su caso, crean a partir de un proceso proyectual. “El inventor tiene una idea, una chispa, mientras que el nuestro es un proceso donde hay pautas y requisitos a partir de los cuales se hace una búsqueda conceptual y se va desarrollando hasta llegar al producto”, aclara el creativo que reconoce haber desarrollado cientos de productos en su carrera siempre con una metodología detrás. “La inventiva es solamente un ingrediente de lo que hacemos”, dice. En el caso de Mateo, su producto estrella, el proceso duró un año desde que se plantearon la realización hasta que llegó al mercado. La familia de Demarco tiene una fábrica de componentes plásticos
para la industria y, a partir de esa facilidad, decidieron hacer pruebas con este nuevo material que, hasta el momento, estaba alejado del mate. Si bien en ese momento evaluaron la posibilidad de hacer otros productos domésticos con silicona, empezaron por el clásico argentino porque fue donde vieron mayor potencial. Hoy, la cartera de productos que comercializan bajo el paraguas de la marca Silicosas incluye otros ítems como vasos térmicos, broches para la ropa, infusores de té y distintos recipientes para cocinar. La inversión inicial fue para la matriz (que hoy ronda entre los US$ 4000 y US$ 5000), dice y la primera tirada fue pequeña. En abril de 2009 presentaron el producto en la feria ARDI de arte y diseño y el paso siguiente fue visitar las tiendas para conseguir puntos de venta: el primer mes fueron 1000 unidades y en su pico máximo consiguieron sostenerse con meses de 10.000 unidades. “Hoy no estamos en ese número, porque hay más oferta. Queremos recuperar mercado”, asegura el emprendedor que vende entre 6000 y 7000 productos entre todas sus variantes y que acaba de lanzar nuevos modelos. Cuentan con unos 1900 clientes entre tiendas de diseño, regalerías, bazares y retailers donde los mates se venden entre $ 300 y $ 350 cada uno. Con el tiempo Cherny se abrió del estudio de diseño que tenían en conjunto, aunque todavía trabajan con proyectos puntuales, y pasaron de socios a amigos. En ese camino, el producto se popularizó y apareció la competencia: “Hay gente que buscó copiar, pero no lograron hacer algo similar. El que sí nos terminó sacando un porcentaje no fue el que nos copió, sino el que se diferenció”, explica Demarco en referencia a otros que innovaron con el sistema de vaciado automático. “Ahora vamos a presentar uno que tiene una innovación respecto a ese sistema”, aclara y reflexiona que, “en algún punto, te das cuenta de que hiciste algo importante cuando te copian”. Los creativos tienen registrados los modelos, ya que no pudieron impedir que otros fabricaran mates de silicona porque la cualidad del material no fue suficiente para que les otorgaran la patente. “No pueden copiar la morfología del producto, pero sí el material”, explica el emprendedor del proyecto que, asegura, tiene mayores intentos de imitación en países extranjeros como Chile o los Estados Unidos. Con sus diseños, incluso, cruzaron la frontera y hoy exportan a Paraguay, Uruguay, Puerto Rico, México, Francia, Suiza, Alemania, España, Chile, Estados Unidos y algunos eventuales como Australia y Japón. Demarco asegura que, a 10 años de su lanzamiento, la sensación cuando ve a algún desconocido tomando mate con Mateo es de pura gratificación. “Recuerdo una tienda muy importante de diseño que me dijo que ese producto en un año iba a pasar de moda”, se sonríe quien ya planea nuevos lanzamientos para 2019.