La revolución del sistema
Que la tecnología está cambiando todas las industrias no es novedad. Pero el impacto de un ejemplo ayuda a graficar cuánto y cómo. En el último resumen de una tarjeta de crédito de una millennial de 30, no había un solo gasto a pagar que se hubiera realizado de forma “tradicional”: esto es, sacando el plástico, pasándolo por un posnet y firmando un voucher. Todas eran compras realizadas desde el celular, muchas desde apps donde la tarjeta está precargada y solo hay que apretar un botón para concretar la transacción: deliveries de “economía compartida”, servicios de transporte, libros electrónicos, streaming de música… Desde hace unos años, el sistema financiero está inmerso en una revolución que no solo está cambiando los hábitos y comportamientos de sus clientes, sino que está atrayendo a un público desatendido por los bancos. Ese es el nicho que aprovecharon muchas de las fintechs –término tan nombrado que las búsquedas en Google crecieron 60 por ciento entre 2016 y 2018. La inclusión financiera es uno de los aspectos más importantes a mejorar en el país de cara a los próximos años. Según datos del sector, la mitad de la población argentina tiene cuenta bancaria, pero menos del 30 por ciento cuenta con tarjeta de crédito. Y la proporción de préstamos sobre PBI es de las más bajas de la región –un tercio de Chile y Brasil, por nombrar dos vecinos. Resulta dif ícil pensar en un sistema financiero “de avanzada” cuando una parte de la población cobra sus ingresos en una cuenta bancaria pero los retira para usar el efectivo o los vuelve a ingresar por otra ventanilla. La tecnología está permitiendo que quienes no tienen comportamientos registrados en los sistemas “oficiales” de scoring puedan acceder a préstamos y servicios, y crear así un historial crediticio. Este es un nicho en el que la cooperación banco - fintech podrá crear, a futuro, un scoring conjunto. El camino, igual, todavía es largo y parece plagado de tasas de interés altas. El otro pilar es la educación. En un país tan golpeado por la inflación y los vaivenes de la coyuntura, parece casi misión imposible que la gente deje el dólar como instrumento de ahorro. Es otro de los nichos que está aprovechando el sector: se espera que este año “exploten” las aplicaciones de Personal Financial Management (PMF). Todavía falta para entrar a una sucursal “atendida” por máquinas o invertir con solo hablarle al celular –no por la tecnología, que ya existe.pero antes de lanzarse a estas aguas futuristas, la Argentina deberá timonear un barco con una economía en negro que llega al 30 por ciento del PBI. Una tarea que requerirá más trabajo de inclusión y educación financiera del que se hizo hasta ahora. Hasta el próximo número,