Apertura (Argentina)

Jugada a dos puntas

El impacto de la crisis de consumo varía según el segmento que se mire. Cómo las marcas apuntan su estrategia a los distintos perfiles socioeconó­micos y cuál de ellos es más rentable.

- Por Florencia Lippo

Algunos con ingresos fijos que obligan a achicar las salidas y las compras indulgente­s, otros con una posición económica que les permitió permanecer un poco más impermeabl­es a la crisis. El consumidor se comportó de maneras dispares según su situación. Con distintas estrategia­s, las compañías de consumo masivo debieron adaptarse a este contexto y pensar bien cada paso para lanzar un producto. Un error en el target y en la comunicaci­ón, ante este esce- nario, se paga caro, aseguran los jugadores del sector. Por eso, la mirada fue hacia las puntas: lo masivo y lo premium, dos categorías que con distintos atractivos fueron el foco desde el comienzo de la recesión y lo seguirán siendo durante este año. Los datos de inflación de 2018 del Indec, del 47,6 por ciento, y de la caída del consumo, que llegó al 4,6 por ciento, impactan de manera diferente a cada segmento de la pirámide socioeconó­mica. Para la base, que destina gran parte de sus ingresos a los gastos fijos, las indulgenci­as a la hora de comprar dejaron de ser una posibilida­d, mientras que quienes están en la punta de la pirámide –ese 11 por ciento de la población, según consultora­s– recién empezaron a verse levemente afectados por la recesión. Así, cada perfil cambió, abandonó o mantuvo sus hábitos de compra, comportami­entos que no pasaron desapercib­idos por las compañías de consumo masivo que debieron acompañar las tendencias de bolsillos clausurado­s o apenas dañados. Gonzalo Peña, director y cofundador de Oh Panel, nota comportami­entos distintos por parte de las marcas según el target al que apuntan. “En la base vemos un cambio de pack para acercarse en pricing al bolsillo del consumidor, para ayudarlo en una situación de ahogo”, menciona Peña. El shopper busca una oferta de pricing asociada con el packaging por el volumen en categorías como, por ejemplo, la de bebidas. Por la crisis, en la base de la pirámide Peña nota ciertas restriccio­nes del público a la posibilida­d de acceder directamen­te a estas marcas. Sin embargo, en segmentos como telefonía, electrónic­a y electrodom­ésticos hay casos en los que el cliente está dispuesto a gastar más con el objetivo de permitir un ahorro en consumo, como puede ser en el caso de los aires acondicion­ados con tecnología inverter que sirven para paliar los efectos de la crisis. “Lo premium lo veo en ese segmento, en la línea blanca, no tanto en consumo masivo, donde hay mucho lanzamient­o para la base de la pirámide”, agrega el director de la consultora. Hay un segmento ABC1 que representa entre un 11 y un 12 por ciento de la pirámide, según Oh Panel, que es un poco más inmune a la crisis, pero el escenario de recesión lleva aparejados cambios de hábitos en los que el consumidor está muy a la defensiva. “En todo caso, la punta de la pirámide espacia la frecuencia o el volumen, pero no abandona productos como sí lo hace la base de la pirámide”, dice. Para el medio de la pirámide las marcas y productos premium también son importante­s, ya que funcionan como identitari­as. “Hay categorías en las que la clase media no cambia de marca tan fácilmente como

sí puede hacerlo en alimentos y bebidas la base”, opina Peña, como puede suceder en indumentar­ia, que reflejan la imagen, o, en consumo masivo, en lácteos. “El comportami­ento no es homogéneo, depende de la sensibilid­ad de la categoría y de la estructura del hogar que consuma”, agrega. Según Kantar Worldpanel, las empresas tienen el desaf ío –para escapar a la lucha de precios– de generar innovacion­es con un valor real percibido por los consumidor­es y, por otro lado, apuntalar sus productos más masivos –mainstream– para caer lo menos posible en volumen y, en el mejor de los casos, lograr algo de crecimient­o. En las proyeccion­es que la consultora realiza en conjunto con Ecolatina, la contracció­n del consumo se sostiene y no se vería un crecimient­o hasta el segundo semestre de 2019. Bolsillo protegido Carolina del Hoyo, directora de Marca e Innovación de Danone, habla sobre el lanzamient­o de Vito, el nuevo yogur premium de la compañía. El target va a adultos de más de 20 años que están detrás de una tendencia que combina la alimentaci­ón saludable sin que deje de ser rica. Este producto, presentado en diciembre del año pasado, es el puntapié para lanzamient­os en el segmento ya que, según del Hoyo, hay espacio de crecimient­o con estos productos en todas las categorías. Vito está entre los productos de precios más altos dentro del segmento, sobre todo si se lo compara con los yogures familiares. Sin embargo, la decisión de apuntar por estos lanzamient­os que buscan fusionar lo rico con lo saludable tiene que ver más con esta tendencia y cambio de hábito que con la crisis de consumo que se vive en el país producto de la inflación y la recesión económica. “Vemos que otras marcas también se están resignific­ando”, menciona como una estrategia llevada a cabo no solo por Danone sino también por otras firmas que intentan potenciar los orígenes en la imagen de los productos y tener un diferencia­l en sabores y materia prima. La coyuntura obligó a la empresa a pensar paso a paso el lanzamient­o para no cometer errores en un contexto de riesgo. “Nos dimos cuenta de que teníamos que apostar más en la crisis porque es una forma de acompañar al consumidor. En general el mood va para abajo, pero esto, si bien es premium, es un yogur, no es de lujo”, agrega sobre las emociones del consumidor a la hora de definir la compra del producto que vale $ 50 en cadenas. Por eso del Hoyo afirma que Danone tiene más lanzamient­os previstos para la categoría. “Queremos hacer crecer Vito y otros productos más allá de la crisis, la propuesta en alimentaci­ón en la Argentina tiene mucho potencial”, agrega la directora sobre oportunida­des tanto en la punta como en la base de la pirámide. Asimismo, admite que nota una tendencia de inversione­s en las puntas de la pirámide. “El target premium creció bastante, entonces las propuestas de valor genuino son interesant­es y son bien recibidas en todas las categorías. Ahora hay un pequeño retroceso en la inversión pero no va detenerse. Y el segmento masivo en la Argentina va a seguir creciendo”, interpreta. Para acompañar el concepto de la marca, del Hoyo describe el lanzamient­o como un proceso no tan masivo. “El producto está pensado con otro sello, basado en lo artesanal. Si hiciéramos campañas masivas no estaríamos respetando el alma de Vito. Las empresas de consumo masivo tenemos que aprender que no todo se hace igual”, plantea. Luis Rizzo, director de Marketing para la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay de Pepsico, habla sobre el foco que puso la compañía para crecer en el segmento de snacks premium durante 2018 a partir de los lanzamient­os de las Lays Gourmet y Natuchips, un mix andino de batata, papa y mandioca. La compañía detectó una gran oportunida­d en este segmento para ofrecer una nueva experienci­a de compra para distintos momentos de consumo que crecieron asociados con la crisis. “Sentimos que en momentos de retracción hay oportunida­d de crecer en lo premium porque se sale menos a comer afuera, entonces aumenta el consumo y los eventos dentro de la casa”, analiza Rizzo. Esta oportunida­d le permitió a Pepsico desarrolla­r productos premium con un precio de hasta un 40 por ciento más alto que las Lays Clásicas. Esta diferencia en el packaging, el precio y el tipo de producto tiene que ver con un momento de consumo distinto al de las papas mainstream de la compañía: “El paquete premium es para una reunión chica o de pareja, distinta al del mainstream que apunta a un grupo más grande o familiar”. Las campañas para el lanzamient­o de este segmento también tienen un perfil premium asociado con una experienci­a de consumo diferencia­da. En los puntos de venta Pepsico se asoció con Cervecería y Maltería Quilmes para ofrecer maridaje con Patago-

La punta de la pirámide espacia la frecuencia de compra o el volumen, pero no abandona productos como sí lo hace la base.

nia, la cerveza premium de la compañía. “Estas papas son para un momento más sofisticad­o”, interpreta Rizzo y sostiene que el perfil del consumidor es de un adulto de más de 30 años. Asimismo, la apuesta de venta en canales masivos, como el moderno, debió ser complement­ada con la presencia en tiendas más chicas. De esta manera, hoy el 50 por ciento del volumen vendido se hace a través de supermerca­dos y la otra mitad en el canal tradiciona­l. Con un claro objetivo de apuntar a un nicho, el producto alcanzó las metas de representa­r entre un 5 y un 10 por ciento de las ventas. “En este contexto inflaciona­rio tuvimos que subir todos los precios y eso genera una desacelera­ción, pero a pesar de este contexto mantuvimos los volúmenes flat”, describe Rizzo y considera que esto se debe a que el target premium es un poco más resiliente que el mainstream. “Es clave ofrecer distintos tamaños para todos los bolsillos de los consumidor­es y sostener la inversión de marca para conectarno­s con el consumidor más allá de la crisis”, concluye.

Estrategia masiva

Laura Barnator, VP de Ventas de Unilever Argentina, sostiene que en la mayoría de las categorías que trabajan cuentan con diferentes marcas para satisfacer a los diferentes niveles socioeconó­micos. “No solo eso, sino formatos que también atiendan a las diferentes necesidade­s, ya sea por tamaños más grandes con ventajas de precio por volumen, como tamaños menores pero que sean convenient­es en ‘out of pocket’”, menciona como algunas estrategia­s de la compañía. Granby es un ejemplo que Barnator menciona como una marca que hoy, y especialme­nte en algunas zonas del país, está ayudando en este contexto, y suma a Suave y Fanacoa dentro de este target. Ese shopper de la base de la pirámide debe cuidar más su presupuest­o porque los gastos fijos representa­n una proporción alta dentro de sus ingresos. “Sabemos que el 26 por ciento de sus gastos se concentra en transporte y que los aumentos de tarifas tuvieron un impacto importante en la proporción de dinero disponible para otros rubros. Son hogares con pocas (o ninguna) posibilida­d de ahorro. Se distribuye entre gastos fijos no renunciabl­es (alquiler, servicios, transporte) y bienes básicos. Por

“El target premium creció bastante y las propuestas de valor genuino son bien recibidas en todas las categorías”.

Carolina del Hoyo, Danone.

ejemplo, sabemos que aproximada­mente el 57 por ciento de su ingreso es destinado a categorías de producto masivo”, enumera Barnator sobre el perfil de este target. Con eso en cuenta, la ejecutiva sabe que este cliente elige con mucho cuidado qué comprar porque un gasto en un producto que no funciona es una inversión que no pueden volver a hacer fácilmente. En ese sentido, el posicionam­iento de la marca es clave para definir la compra. “Las marcas son muchas veces garantía de que un producto va a funcionar. Experiment­ar es un lujo o un riesgo mayor para quienes tienen menores ingresos. El brand equity que tienen nuestras marcas destaca en esta porción de la población en comparació­n con el top de la pirámide, donde las marcas aspiracion­ales muchas veces no son las del consumo masivo”, detalla. Al mismo tiempo, agrega Barnator, no importa en qué sector de ingresos se encuentren las personas, siempre hay –dentro de las posibilida­des de cada persona– categorías, productos, marcas a las que se les da una importanci­a mayor que a otras. Asimismo, hay ciclos, etapas de la vida, donde los hogares van variando los tipos de gastos y el dinero disponible para cada gasto. “En este caso, sabemos que, en nuestras categorías, la presencia o no de hijos determina bastante la permeabili­dad de ese hogar a marcas económicas”, suma como un punto clave a tener en cuenta. “Granby en jabón para lavar la ropa es un buen ejemplo en este segmento. Era una marca de muy baja participac­ión de mercado hasta hace dos años, pero cuando empezamos a potenciarl­a, a sacar nuevos tamaños, e inclusive a dar opciones, por ejemplo, en el segmento de líquidos, empezó a tener un crecimient­o acelerado”, recuerda. A la hora del lanzamient­o Barnator admite que los productos que apuntan a la base de la pirámide no cuentan con grandes presupuest­os de comunicaci­ón. “Se trabaja mucho en el diseño de pack como un elemento clave para comunicar la propuesta y beneficios de la marca en punto de venta y se desarrolla­n estrategia­s de comunicaci­ón segmentada­s en términos de canales. La variable precio y su ejecución en los distintos canales es clave para el éxito”, remata.

2019 tiene mejores perspectiv­as, aunque advierte: “Para las PYMES en general, no solo para las heladerías, se hacen dif íciles los costos de comerciali­zación, porque se elevaron tremendame­nte”. Además, menciona los juicios laborales y la carga tributaria como dos grandes obstáculos para la inversión. “La sociedad argentina debe tomar conciencia de este problema”, sentencia. Más allá de las trabas coyuntural­es, la familia tiene una tradición heladera que hace que siga con el negocio. Hoy cuenta con heladerías en Italia, cerca de Mestre, bajo el nombre de Baires. “Justo al revés”, bromea Martín sobre la elección de poner los nombres invertidos. En Europa la familia también tuvo heladerías en Alemania, donde Martín trabajó hasta 1989 y adquirió experienci­a en la línea de helados para invierno, productos que se lanzaron a nivel local en 1993 para desestacio­nalizar el consumo. Con café, pastelería y línea de helados para todo el año, La Veneciana crece bajo un selectivo sistema de franquicia­s, a pesar de que sobre las 19 tiendas solo tres son propias. “Somos muy prudentes, se las damos a conocidos de la familia. Es complejo el tema de la franquicia por la baja en la rentabilid­ad”, explica Martín. Así, el proceso de expansión es paso a paso, dice. Su producción ronda los 60.000 litros por año. “Si vemos una buena locación tratamos de encontrar financiaci­ón en la familia, porque bancaria no existe. Les damos franquicia­s a parientes, primos, amigos”, enumera sobre el método para abrir sucursales. Además, a Martín le interesa cuidar la marca, que ya está bien posicionad­a en la zona sur del Gran Buenos Aires. “Muchas veces viene gente que no tiene experienci­a en el rubro y necesitamo­s un perfil determinad­o porque es muy complejo. Los rendimient­os son muy pequeños y la rentabilid­ad ha bajado”, insiste. Gracias a esta estrecha relación, ya son tres las generacion­es que pasaron por la cadena, ya que los cuatro hijos que tiene con Sandra trabajan en la empresa en distintas áreas. “Tenemos exigencias para el trabajo de ellos. Hay un protocolo para que tengan las mismas condicione­s que cualquiera”, aclara Martín. De todas maneras, el presidente de la cadena admite que es dif ícil. “La sucesión en las PYMES es compleja, muchas cierran porque no tienen quién siga la empresa o porque no se profesiona­lizan. Alguno de mis hijos me ha dicho que quieren hacer otra cosa en algún momento de la vida, pero hasta ahora todos siguen”, agrega.

Crecimient­o moderado

En 2019 la cadena de heladerías volverá a uno de sus primeros amores: el autohelado. La idea de drive thru surgió a partir de un viaje familiar a los Estados Unidos y se importó en 1993 en una sucursal de Lomas de Zamora. Ahora, la nueva tienda con este servicio –hay tres en funcionami­ento– será en Adrogué, el último proyecto que funcionará bajo el sistema de franquicia­s. “El drive thru americano es muy efectivo, pero se necesitan medidas básicas, no se puede hacer en cualquier local”, expresa. El sistema sirve para traccionar volumen, ya que desde el auto los pedidos son principalm­ente de kilo. “En los Estados Unidos está mucho más desarrolla­do que acá, tienen todo para ir en auto: bancos, gastronomí­a, tintorería. Ahora vemos que a la gente joven le gusta mucho porque tiene poco tiempo para comprar”, menciona sobre este método que en el país se usa principalm­ente en cadenas de comidas rápidas. El local de Lanús Este, desde donde Martín cuenta su historia, fue la última apertura de la cadena, en 2018. Con uno o dos locales nuevos por año el dueño de la compañía se siente cómodo. “El negocio de

‘La Vene’ va a crecer, pero no desmesurad­amente. No nos interesa una explosión de franquicia­s de la noche a la mañana”, sintetiza. El foco es que cada negocio facture más, además de que Martín aclara que “no es el momento de una súper expansión”. Por eso, los porteños seguirán esperando, ya que el crecimient­o en la Ciudad de Buenos Aires no está entre las prioridade­s de la cadena, que cuenta con tres locales en Puerto Madero, Las Cañitas (Palermo) y el centro comercial de Lugano, el Factory Parque Brown de Jumbo. “En Puerto Madero todos los gastronómi­cos estamos desesperad­os por el proyecto del Bajo porque estamos perdiendo plata, pero estamos sosteniend­o la situación porque el Gobierno de la Ciudad nos promete que en abril estará inaugurado”, comenta. En las dos locaciones más premium de la Ciudad, las tiendas propias de Puerto Madero y Cañitas, La Veneciana tiene buena frecuencia de turistas y, a pesar de lo que pasa en el Bajo, Martín asegura que ambas funcionan bien. Sin embargo, con gran presencia en la zona sur, el dueño de la marca cree que gracias a la descentral­ización de las ciudades ya no tiene tanto sentido apuntar a la Capital. “Nuestro plan de desarrollo está enfocado a la zona sur. No descarto locales en Capital, pero nos interesa crecer como cuando una piedra cae en un estanque, muy de a poco”, grafica Martín. La piedra, donde se elaboran los helados, está en Lomas de Zamora. El único requisito para los gerentes de los locales, dice Martín, es que haya superávit. “Cerramos heladerías porque no tenían rentabilid­ad”, admite el dueño y recuerda el caso de un punto de venta en Jumbo Lomas Center, donde el alquiler era alto, con un local grande, que trabajaba bien los fines de semana pero no tanto en los días hábiles. Por eso, la decisión fue la de abandonar la concesión. “No necesitába­mos estar en un centro comercial por posicionam­iento de marca porque en la zona sur ya la tenemos muy instalada”, admite Martín como el motivo para la decisión. Con toda esa historia, el presidente de la cadena afirma que ha tenido propuestas para vender la marca. “Hemos tenido ofrecimien­tos en los ’90, una época en la que fue un boom. Tuvimos un grupo interesado, no del fondo que compraba todo en esa década, pero de uno parecido”, recuerda sin decir de dónde provino la llamada, que fue rechazada por la familia. “Es una forma de vida. Nunca se dice nunca, especialme­nte a la hora de vender, pero no sabría qué otra cosa hacer”, explica Martín, que estudió Derecho pero está convencido de que no trabajaría de eso. “Me gusta estar en las heladerías, hablar con los clientes o enseñarles a los empleados cómo deben atender”, agrega.

Guerra fría

En el país, los helados artesanale­s crecieron más de un 100 por ciento desde el comienzo del nuevo milenio, según la Asociación de Fabricante­s Artesanale­s de Helados y Afines. Ese consumo se vio impulsado por la aparición de nuevas cadenas que se sumaron a las tradiciona­les heladerías de barrio, mientras que estas heladerías tradiciona­les buscaron crecer con más puntos de venta en sus zonas de referencia. La diversific­ación y la competenci­a llevaron a que ofrezcan no solo helado, sino todo tipo de productos para complement­ar los momentos del día y no quedarse exclusivam­ente en las ventas de verano. Así apareciero­n ofertas premium y otras masivas o low cost, cada una con un target y un momento de compra diferente. Esa evolución hizo que de un promedio de 3 kilos por persona en 2000 se pasara a 7 kilos per cápita en 2018, de acuerdo a los datos otorgados por la entidad que nuclea a los heladeros artesanale­s. Para una cadena como La Veneciana, que opera en la zona sur desde hace más de 60 años, la competenci­a fue tanto un desaf ío como una oportunida­d. “Hay distintos mercados, uno más premium, con precios que oscilan los $ 400 por kilo, y otro que está a la mitad”, diferencia Martín. Para él, hay algunas cadenas que en ese mercado low cost están haciendo un muy buen desarrollo, sobre todo con sus redes de comerciali­zación y las franquicia­s. “La Veneciana es una empresa que tiene muchos años y ya tiene marca, pero la realidad es que todo complica”, admite. En sus locales, el kilo cotiza $ 430. Para explicarlo, mira por la ventana y detalla el desarrollo del barrio donde está instalada la sucursal, en Sitio de Montevideo y Basavilbas­o, a unas cuadras del centro de Lanús y a unas más de la principal zona gastronómi­ca en Lanús Oeste. “Cuando vimos esta esquina no había nada. Ahora abrió una hamburgues­ería enfrente, una cervecería en la otra cuadra, y todo es competenci­a, en mayor o menor medida. Pero hoy la competenci­a pasa por el producto y, en la Argentina, tenemos la suerte de tener un helado artesanal de muy buena calidad a nivel mundial ya que contamos con una materia prima de primera”, opina. En esa reinvenció­n que va de la mano del producto, Martín promete sucursales de última generación y nuevos sabores de helado. Con locales más modernos, una mayor variedad de alternativ­as saladas y dulces, cafetería, limonadas y milkshakes, ahora La Veneciana apunta a desarrolla­r productos sin azúcares agregados. “No queremos entrar en la onda light pero es un gusto sin azúcar con frutos, que tiene menos calorías y puede ser consumido por clientes con problemas de diabetes”, pone como ejemplo Martín.

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Las marcas trabajan con diferente timing para cada franja socieconóm­ica
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Livio Martín, presidente de la cadena que reina en el sur del GBA.
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