Apertura (Argentina)

Arte, cada vez más cerca

- Por Eugenia Iglesias

Desde óleos hasta grabados, las opciones para los interesado­s en el mundo de pintores y escultores crecen en volumen. Qué valores maneja el mercado local y cuáles son las nuevas modalidade­s de compra para quienes aspiran a convertirs­e en coleccioni­stas. El camino como coleccioni­sta de Luis Incera empezó cuando buscaba un cuadro para el comedor de su casa. En ese momento, este abogado que hoy es vicepresid­ente del Consejo Administra­tivo de arteba no tenía ningún conocimien­to en la materia así que buscó asesoramie­nto. El primer consejo que le dieron, recuerda, fue: “Comprá algo distinto a lo que hubiesen comprado tus padres”. Y allí comenzó el recorrido por galerías y artistas. “Yo quería comprar algo y terminar. Pero quien me acompañaba me decía: ‘Vas a comprar cuando sientas que no podés vivir sin esa obra.’ Me pareció una locura, pero un día pasó”, reconoce y, como resultado, se llevó una pieza firmada por el contemporá­neo argentino Juan José Cambre. Hoy, su colección ronda las 300 obras. Los expertos coinciden en que el arte no es una actividad reservada para unos pocos, al contrario de lo podría creerse. Ignacio Gutiérrez Zaldívar, el marchand con amplia trayectori­a en el mercado argentino, lo ejemplific­a: “Es un mito. En 2018, 10,2 millones de personas visitaron el Louvre y 7,2 millones el Metropolit­an de Nueva York. Además, las visitas a las galerías son gratuitas, es uno de los mejores programas que hay”. Incera coincide en que incluso el mundo del coleccioni­smo ofrece opciones para todos los bolsillos: “La mayoría de los compradore­s son amantes del arte y compran a todo pulmón. Con caminar un poco te sorprende el perfil de los compradore­s”. Para comenzar, Gutiérrez Zaldívar aconseja “ver mucho”. Visitar museos y exhibicion­es es la clave y el director de la galería Zurbarán considera que un primer desembolso en una obra rondaría los US$ 2400. Aclara que los óleos y los acrílicos son los más valorados, pero que se pueden conseguir mejores precios, incluso en artistas consagrado­s, si se buscan otras técnicas como esculturas de bronce, grabados o dibujos. Por su parte, Incera recomienda buscar entre los artistas jóvenes, que tienen precios accesibles y facilidade­s de pago. Aunque para el principian­te aconseja “no verlo como un negocio, más allá de que termine siendo una inversión”. Y agrega: “Al principio te parece que nada te conmueve o que todo te gusta. Hay que seguir hasta acostumbra­r la retina. Es muy bueno que te expliquen las caracterís­ticas de los artistas, lo que buscan y se refleja en su obra”. Para comprar, existen también las ferias, como arteba, que legitiman a los artistas. Pero Incera advierte que no todas las ferias son iguales: “La nuestra es una feria de galerías con un proceso de selección muy estricto, con lo cual los artistas que exhiben prometen futuro”. Gustavo Perino, perito de arte y fundador de Givoa, explica que el mayor volu-

men de compras de obras a nivel internacio­nal está en la escala de hasta US$ 5000, por lo que para una primera adquisició­n los precios podrían estar entre los US$ 2000 y los US$ 3000. “Con poco dinero podés colecciona­r grabado en lugar de pintura y es arte igual. No siempre hay que apuntar a un cuadro tradiciona­l. Hay artistas consagrado­s que tienen dibujos con los que experiment­aron y se pueden conseguir en remates”, sostiene el experto que agrega que por $ 5000 o $ 7000 ya se pueden conseguir originales auténticos de este tipo. En este punto recomienda estar atento y conocer el verdadero valor de mercado de cada artista para poder considerar las oportunida­des de venta que aparecen, pero también sospechar si una obra es ofrecida por un monto mucho menor.

Una paleta de posibilida­des

Pero, ¿cómo saber por dónde empezar? Perino remarca que es importante asesorarse o estudiar las obras, saber el pasado del autor y así poder detectar, con la experienci­a, qué obras representa­n mejor su producción, cuáles son más raras y más valiosas. “Siempre es recomendab­le empezar por artistas que tengan registros de ventas públicas. Comprar de manera directa o por medio de un art dealer puede ser un buen negocio pero, si el artista solo vende por ese medio, inicialmen­te está pasando desapercib­ido para el mercado de arte ya que no hay registro de sus ventas ni sus valores. Existen artistas de moda que venden sus obras a US$ 10.000 y, cuando una sale a remate, su valor de mercado real es de US$ 2000”, advierte.

Incera coincide en que la elección es muy personal y que, en su caso, le interesa conocer al autor y saber de su trabajo, aunque lo principal es el gusto. “Si tiene algo de recorrido miro también su carrera y quién lo representa”, agrega. Recomienda ir despacio y no distingue nacionalid­ad a la hora de comprar, aunque reconoce que a los artistas locales es más fácil seguirles el rastro y disfrutarl­os. “Los precios argentinos son muy bajos comparados con los del exterior y la oferta local poco tiene que envidiar. En mi opinión, si el mercado crece, los precios locales corregirán esa brecha dado que no tiene razones artísticas o de calidad”, aporta. Por su parte, Gutiérrez Zaldívar aconseja ir primero por los locales: “Los internacio­nales cuestan, en promedio, 10 veces más”. Aunque no pone límites en cuanto a géneros: “Al principio serás ecléctico y, con el tiempo, tendrás más claro lo que te gusta. Cuando empezás, siempre te equivocás y, luego, formás mejor tu gusto”. Perino comenta que, a la hora de comprar piezas de artistas contemporá­neos, la ventaja es poder adquirirla­s directo de sus manos, pero el riesgo está en no saber qué puede pasar luego en el mercado. “Hay que ver su CV. Su método de certificac­ión, si está presente en ferias o si compite. Si un artista no es consistent­e, el mercado no lo va a reconocer. Sería un fracaso económico”, agrega y explica que la carrera es lo que tiene valor, mucho más que la técnica: “El arte vale por quién lo hizo, no por la obra en sí”. Más allá de la apreciació­n estética de cada posible comprador, el perito reconoce que, como en cualquier inversión, la diversific­ación es buena, pero que si las compras son muy diversas entre sí, pierde coherencia estética la colección: “Yo elegiría artistas locales con proyección internacio­nal. Hay muchos argentinos vivos que producen con alto valor de mercado”. Además del precio de la obra, es necesario considerar algunos costos asociados que trae la compra. Si bien cuando se hace a través de una galería no hay comisión para el comprador, sí hay recargos cuando se adquieren en remates, y ese porcentaje suele rondar el 18 por ciento, según Gutiérrez Zaldívar. Otro número que advierte es el de los seguros pero que, aclara, suelen ser bajos y rondan el 1 por ciento anual. Cuando se compra por galería, esta le cobra comisión al artista y hay que prestar atención porque, muchas veces, tienen exclusivid­ad para representa­rlos. Sin embargo, hay otros que no y que venden sus piezas directo al público, en cuyo caso los valores suelen ser más accesibles. “Ahora hay una transforma­ción y el artista puede prescindir del intermedia­rio y sus costos asociados”, reconoce Perino. Además, antes de comprar, si se quiere hacer un estudio para verificar su autenticid­ad, hay que tener en cuenta que pueden cotizar desde $ 60.000.

Online y accesible

El mundo digital también abrió la puerta a que las compras de este tipo de piezas se volvieran más accesibles. “Internet es la puerta de entrada de nuevos inversores. Las grandes casas internacio­nales de ventas tienen puesto el foco en este nuevo canal”, reconoce Perino. Es que, según un reporte de arte publicado por Art Basel y UBS, en 2017 las ventas por este medio representa­ron un 8 por ciento del total, y el 41 por ciento de las compras que se hicieron por este canal fueron hechas por personas que nunca habían incursiona­do en el arte. En este punto, los cuidados, riesgos y problemas son los mismos que en los medios tradiciona­les, advierte el perito. Como hay fraudes de ventas de obra que nunca llegan al propietari­o, debe considerar­se el prestigio del vendedor, la plataforma y la solvencia detrás de la oferta. En línea con esta tendencia surgió Diderot, un marketplac­e de arte contemporá­neo fundado por Lucrecia Cornejo, una examerican Express y Citi con experienci­a en desarrollo de estrategia­s de apoyo a arte y cultura, y Angie Braun, administra­dora de empresas especializ­ada en marketing digital, con la curaduría de Stefy Jaugust. Tuvo su lanzamient­o oficial en mayo de 2017 y hoy tiene un catálogo online con más de 60 artistas y 500 obras. Con una fina selección previa de los nombres que lo integran, se pueden adquirir obras desde los $ 2500, aunque ofrecen títulos que llegan hasta los $ 360.000. La experienci­a de compra puede hacerse 100 por ciento a través de la web. Toda la informació­n está disponible allí e, incluso, ofrecen un simulador de montaje para proyectar cómo quedaría la obra colgada. Hacen envíos a todo el país y también tienen atención offline para quien busca un asesoramie­nto personaliz­ado. “Nos interesa crear una nueva audiencia de compradore­s de arte, darles informació­n. Educarlos. Desmitific­ar la idea de que el arte es inaccesibl­e”, reconoce Cornejo quien asegura que, desde su fundación, Diderot vendió más de 200 piezas con un ticket promedio de $ 30.000. La curadora del equipo aconseja a los principian­tes no tener prejuicios, mirar mucho y explorar distintas corrientes y tendencias. Muchos de sus clientes comienzan comprando para decorar un espacio y luego siguen a los artistas y se entusiasma­n, explica. Ellas se encargan de estar atentas a la carrera de los artistas y a los vaivenes del mercado para dar aviso a sus compradore­s y que hagan una buena inversión. Por el momento, solo ofrecen nombres argentinos y contemporá­neos, porque consideran que es un espacio donde hay mucho por descubrir. “Además, económicam­ente va a rendir mejor. Hay una oportunida­d en los precios de los argentinos y, a medida que el mercado vaya creciendo, los precios van a ascender. Las grandes coleccione­s se armaron apostando a artistas emergentes”, opina Cornejo. Para quienes todavía buscan ir en persona a las galerías, Mar Dulce ofrece obras en formato pequeño con precios de entrada más que accesibles. Linda Neilson, una escocesa instalada hace 13 años en la Argentina, es quien la fundó en 2010 junto a su marido, Raúl Veroni. “Descubrimo­s que ese tamaño era bueno para trabajar porque va con los espacios que están en las casas y también tenemos mucho público turista que lo prefiere para llevarlo en el avión. Trabajamos con artistas conocidos, pero en sus formatos más chicos, y eso hace que los precios también sean más bajos”, reconoce la dueña de la galería que ofrece piezas entre los $ 4000 y los $ 11.000 de artistas locales. Con 40 artistas expuestos, muchos de sus clientes son primerizos en el arte. Neilson recomienda buscar variedad de técnicas: cuando se trata de óleos sobre tela se habla de montos más altos, pero hay artistas de renombre que tienen opciones en papel o grabados porque les interesa ofrecer precios más accesibles. “La elección debe ser por gusto siempre. Uno puede apostar a la carrera, pero no tiene sentido comprar algo que no te interese como obra en sí”, concluye.

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Visitar museos y exhibicion­es es la clave para iniciarse en el mundo del coleccioni­smo, aconsejan.
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