Preguntas que esperan respuestas
La economía argentina se encuentra inmersa en el valle de la estanflación, con todos los dolores que ello representa. Una combinación virulenta que la hace diferente a otras crisis vividas en los últimos años por la profundidad de la caída que arrastran muchos sectores (la industria y la construcción, por caso) y la recargada suba de precios –se espera una inflación de casi 10 por ciento para el primer trimestre. En este contexto, lo que abundan son los interrogantes. ¿Pasó lo peor? ¿La caída tocó piso en diciembre último, como sostiene el Gobierno, esperanzado por algunos datos difundidos al cierre de este número? ¿Hay alguna actividad, además del agro, en verdaderas condiciones de contribuir al repunte? Y la madre de todas las preguntas: ¿qué país deparará la batalla electoral? Todas esas incógnitas, y otras más, envuelven hoy a los empresarios. El ranking de “Las 100 Mejores Empresas en Imagen” que APERTURA publica en exclusiva desde hace 17 años suele ser, también, un termómetro pertinente del clima de negocios y de la realidad que están viviendo las empresas líderes. En ese sentido, las entrevistas con los máximos ejecutivos que ofrece esta edición dejan mucho material para el análisis. Se pueden resumir tres grandes coincidencias: la baja del consumo golpeó a todos, con pérdidas de volumen que, en más de un caso, sorprendieron; las preocupaciones por los problemas estructurales se acrecentaron; y –dato a tener en cuenta– la recuperación demorará más de lo previsto, en la óptica de los CEOS. La inflación siempre estuvo sobre el escritorio pero el salto de enero (2,9 por ciento) y el proyectado para febrero (3,5-4) encendió las alarmas, en el marco de una política de altísimas tasas de interés y absorción de pesos que –suponían– aplacaría la fiebre un poco más rápido de lo que lo ha hecho. La Argentina ya es considerada un país hiperinflacionario en la contabilidad internacional por haber superado el 100 por ciento de aumento de precios en los últimos tres años, y así lo asentaron varias de las multinacionales entrevistadas en sus balances. El otro reclamo que volvió a escena es la presión fiscal: los CEOS alzan la voz por la maraña de impuestos en todos los niveles y plantean que la reforma de 2017 fue un parche insuficiente. Pero todos están pendientes, obviamente, de las elecciones. Y ninguno se anima a un pronóstico. Comparten, sí, una impresión: habrá incertidumbre hasta último momento en torno a las candidaturas y mucho nerviosismo. Será un año plagado de indefiniciones. Ya se están preparando para ese tránsito incómodo y para un 2020 que también vislumbran dif ícil, cuando algunas de las preguntas hayan tenido respuestas. Hasta el próximo número,