Apertura (Argentina)

Protección vs. negocio

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que se note’. Esto es un llamado a repensar el rol y las soluciones tradiciona­les”.

Marcelo Fondacaro, VP Global Sales de Veritran, coincide con esa necesidad. “Uno puede ser dinámico e innovar sin perder seguridad. Siempre tuvimos a la seguridad como base de la plataforma, pero eso no impide la innovación. Si bien a veces significa agregar más pasos a la operación, tratamos de trabajar con la experienci­a de usuario para que no sea una traba y evitar fraudes”, explica el ejecutivo de la firma especializ­ada en crear aplicacion­es financiera­s.

La cibersegur­idad tradiciona­l se refería a soluciones perimetral­es, como los antivirus y firewalls, que tratan de “blindar” a la red bancaria. Sin embargo, el enfoque actual acepta que habrá ataques que pasarán ese perímetro, segmenta a los usuarios y busca mitigar la agresión cuanto antes. “Una vez que el atacante lograba saltar el perímetro, ya no había más seguridad. Por eso ahora se está cambiando por el ‘soft model’, es decir, se desconfía de todo el tráfico y todo lo que está dentro del perímetro y se va otorgando acceso según la confianza que se le tiene al usuario. Hacia allí van a tener que ir migrando los bancos”, opina Carlos Castañeda, experto en Seguridad Digital de Unisys.

Por su parte, Damián Prieto Acosta, Networking Sales specialist para el Sur de América latina de Citrix, comenta: “La protección del centro de datos y el uso de antivirus y firewall no son suficiente­s ante los ciberdelin­cuentes modernos, por lo que es necesario crear un perímetro flexible, que permita verificar la identidad de las personas, credencial­es de acceso, el uso de software y apps, y que encripte el tráfico que circula en la red. Por otro lado, es importante que la infraestru­ctura esté protegida desde su concepción”.

Como complement­o, Prieto Acosta también recomienda “adoptar un enfoque de seguridad contextual, basada en el comportami­ento de los usuarios, que permite analizar a través de algoritmos de machine learning el comportami­ento de la persona teniendo en cuenta su contexto”. Para Fondacaro, en tanto, lo primordial es “tratar de eliminar las credencial­es físicas y tarjetas y convertirl­as en digitales y dinámicas”, así como combinar los canales para asegurarse de que el usuario es realmente quien dice ser. De lo contrario, explica, “una vez que el banco identificó al cliente, el hacker puede hacer un desvío de la transacció­n”.

Por ello, se refiere a la importanci­a de contar con varios factores de autenticac­ión, por ejemplo, un código numérico o token. “Si el mobile banking está bien hecho, evita la vulnerabil­idad del homebankin­g porque genera un segundo factor de autenticac­ión para firmar la transacció­n de la banca web. Lo ideal es usar datos de la operación. Nosotros hacemos que ese doble factor de autenticac­ión no sea simple sino que tenga que ver con la transacció­n en sí misma y tenga datos de la cuenta de destino y el monto de la transferen­cia, por ejemplo. Si un hacker quiere desviar el dinero, la autenticac­ión no se verifica”, argumenta Fondacaro.

Un eslabón débil en lo que hace a la cibersegur­idad son los propios empleados de los bancos que, al abrir un mail o descargar un archivo en su computador­a, pueden darle al hacker la ruta de acceso a informació­n sensible. “Un estudio realizado por Citrix en 2018 a IT managers de empresas en la Argentina reveló que el incidente al que más le temen los departamen­tos de tecnología es que los empleados caigan en trampas de phishing utilizando dispositiv­os corporativ­os (31 por ciento)”, puntualiza Prieto Acosta. Y añade: “Un factor clave que tienen que considerar los bancos es el de asegurar los puntos de acceso a los datos, teniendo en cuenta a los empleados y los dispositiv­os a partir de los cuales acceden a la informació­n corporativ­a dentro de las principale­s necesidade­s”. El tema presupuest­ario también influye en las estrategia­s que puedan tomar los bancos frente a la seguridad. “Antes se usaba una herramient­a para solucionar el problema. Ahora, en el modelo de riesgos, se busca mitigar el ataque y, a través de algunos procesos, volver a estar en servicio. Como no hay presupuest­o infinito para herramient­as infinitas, hay que priorizar los riesgos probables y sus formas de mitigación para volver a estar en servicio lo antes posible”, detalla Castañeda.

Desde Superviell­e, Germano resalta que en 2018 el presupuest­o en dólares de la entidad para cibersegur­idad se incrementó 25 por ciento. No obstante, Castañeda reconoce que los proveedore­s de seguridad deben acompañar a los bancos para alinear el presupuest­o con las necesidade­s y objetivos

92% de las entidades bancarias reconoció haber tenido ataques cibernétic­os en 2017. El 37% de ellas confesó haber sido víctima de agresiones exitosas. Fuente: OEA.

comerciale­s: “La cuestión es cómo hacer coincidir los presupuest­os de cibersegur­idad con su propósito. Muchas veces resulta compleja o aburrida para los usuarios y va en contra de la usabilidad. Por eso trabajamos en alinear los objetivos de negocio con la seguridad de modo tal que los clientes sean parte de esa estrategia”.

Desde la óptica del usuario, la seguridad de sus datos y transaccio­nes bancarias también es una demanda constante. El índice de seguridad desarrolla­do por Unisys, que encuesta a personas de 13 países, muestra que el 86 por ciento de los argentinos está preocupado por el fraude en tarjetas bancarias. Asimismo, un 80 por ciento de los encuestado­s dice que también está intranquil­o por un posible robo de identidad.

En esa línea, Germano comenta: “Los clientes están comenzando a demandar seguridad tanto para sus operacione­s financiera­s como para sus datos. En definitiva, exigen confianza a todo nivel. Además, evalúan seguridad y sencillez al mismo tiempo y esto requiere volver a pensar las soluciones, innovar, entender el negocio y su dinámica”.

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