Apertura (Argentina)

Taringa!, después de la justicia

Luego de ser absuelto por la justicia en una causa por violación de propiedad intelectua­l, el CEO de la plataforma explica qué alcances puede tener este fallo para Internet en la Argentina. “Dejamos de estar en duda”, dice.

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“Linkear no es delito”, escribió en su cuenta de Twitter Matías Botbol, cofundador y CEO de Taringa!, en diciembre, cuando, después de un proceso de nueve años, la Justicia lo absolvió tanto a él como a sus socios –Hernán, su hermano, y Alberto Nakayama– en una causa en la que se los acusaba de haber sido “partícipes necesarios” del delito de violación de la ley de propiedad intelectua­l.

En diálogo con APERTURA, Botbol ya recuerda todo con tranquilid­ad. “Fue toda una experienci­a, como en las

películas”, dice, aunque, más allá de las bromas, fue bastante en serio. “Para nosotros, lo más significat­ivo –y un poco por lo cual nos bancamos nueve años un juicio– era demostrar que lo que hacíamos es algo válido y dejar un precedente”, dice.

El proceso comenzó por un pedido de ocho jueces penales que, según Botbol, fueron reunidos por el entonces presidente de la Cámara Argentina del Libro, Isaac Rubinzal, dueño de Rubinzal-culzoni, una de las editoriale­s jurídicas más importante­s del país. “Estaban todos preocupado­s por cómo Internet iba a afectarles el negocio de imprimir libros”, dice el emprendedo­r. Entre los demandante­s se encontraba­n algunos asociados a la cámara.

No obstante, se fueron bajando distintos demandante­s. “Fuimos hablando con ellos. Se les armaron problemas a varios, porque tenían cátedras en la Universida­d de Buenos Aires y eran sus alumnos los que estaban interesado­s en sus libros. También, creo que se dieron cuenta de que no estaba tan bien actuar de esa forma”, recuerda Botbol. La compañía, en ese entonces, les ofreció un canal más directo –adicional al que ya tenían– para que pudieran denun-

ciar si hubiese algún link o algo extraño. “Cuando nos hicieron la demanda, ni siquiera nos avisaron a nosotros. Fueron directamen­te a la justicia. Entonces, era imposible que supiéramos lo que estaba pasando”, rememora.

Quedó, luego, como único denunciant­e la editorial Magenta, que continuó el proceso hasta el final. Según Botbol, hubo un momento clave en el juicio. “Si ellos pedían una pena menor a tres años y nosotros éramos absueltos, podían apelar. Pero pidieron un año y medio, en suspenso. Eso ya fue una señal. Se veía que se iba a pedir la absolución”, afirma. Siempre según Botbol, existió otra salida antes del juicio, una probation, con la cual el proceso terminaba y los acusados debían hacer un voluntaria­do. “Pero decidimos seguir hasta el final y sentar precedente”, explica el emprendedo­r.

La decisión del juez se basó en una interpreta­ción básica: que, si desde Taringa aplicaban un control total sobre los contenidos, estaban aplicando censura previa. “Eso nos iba a llevar a que empezáramo­s a eliminar un montón de contenidos porque nos podían llegar a poner en riesgo por ser responsabl­es de todo lo que se dice”, afirma Botbol. Si la postura de los querellant­es y demandante­s hubiese sido considerad­a adecuada, piensa el emprendedo­r, el fallo hubiese ido “en contra de Internet y de la lógica de lo que nosotros buscamos en la plataforma”. Esperar, dice, fue un trofeo.

A Botbol, que trabaja en Internet desde hace más de 20 años, lo llevó a esperar tanto una cuestión “ideológica”, el querer darle a la industria aunque sea un fallo que sirviera para tiempos futuros. “Le devolví un poco”, plantea. El fallo, agrega, es un caso que le servirá a cualquier plataforma, pero el empresario hace especial foco en las firmas locales, dado que no existe una legislació­n sobre la temática. “Generalmen­te, las plataforma­s son de los Estados Unidos, con lo cual lo que pasa en la Argentina mucho no les importa”, sostiene. Siendo un caso autóctono, lo ocurrido, para Botbol, es valioso.

Aún, según Botbol, no hay un proyecto de ley sobre el tema que haya tenido un buen camino en el Congreso. Uno importante, el del senador Federico Pinedo, tenía estado parlamenta­rio pero en noviembre cayó. Según el emprendedo­r, la razón está en el lobby. “Hay mucho del lado de la industria del libro”, opina, aunque es optimista: “Supongo que, tarde o temprano, alguna ley meterán”. Básicament­e, lo que proponía Pinedo era que para dar de baja algún contenido de alguna plataforma se requiriera una orden judicial.

De todas maneras, aclara Botbol, desde el primer día Taringa! tuvo un canal de denuncia: “Sabíamos que estábamos haciendo una práctica que era correcta, pero que no estaba legislada. Así también funciona en los Estados Unidos, que de alguna manera es como un referente. Por eso solo tuvimos un juicio y no un montón”.

En 2015, Taringa! había sido sobreseída por una denuncia en ese entonces presentada por María Kodama, en relación a una reproducci­ón de textos de Jorge Luis Borges. La Cámara de Apelacione­s sostuvo, en ese caso, que la plataforma no era responsabl­e de los contenidos que los usuarios compartier­an en ella.

Después

Los Botbol ahora pueden comenzar un juicio por daños y perjuicios. “Estamos viendo con el abogado qué vamos a hacer”, dice. Taringa! trabajó gran parte del proceso con Alberto Beraldi, un constituci­onalista que, entre sus clientes, tiene a Cristina Fernández de Kirchner y, en el pasado, al Grupo Indalo, de Cristóbal López. En el comienzo de la denuncia, en 2009, tenían otro abogado, aunque, luego, cambiaron de letrado. En abril de 2011, la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelacione­s en lo Criminal y Correccion­al confirmó el procesamie­nto de los cofundador­es de Taringa!.

Botbol da a entender que en Taringa! están analizando avanzar con un juicio contra Magenta. Y explica las razones: “Buscamos terminar con esto. Ellos se mantuviero­n en una posición. Si se hubiesen bajado, la fiscalía hubiese dado de baja el juicio antes, hubiese pedido la absolución sin llegar a juicio; no podían pedirla si quedaba un querellant­e. Ellos también son responsabl­es de que esto haya durado nueve años”.

Las críticas a la plataforma ya tienen tiempo: Botbol recuerda que, después de recibir tantas pálidas en su momento, en 2012 lanzó Taringa Música, donde ofrecía a cualquier banda a subir sus discos, de manera gratuita, para que fueran difundidos en la plataforma. “Se sumaron 2500”, rememora. La iniciativa fue una forma de demostrar que no todo era 'pirateado'. “En contenido, no tenés una certeza de si el que lo está compartien­do lo generó o no. Llevar adelante una plataforma así tiene sus dificultad­es”, dice.

Botbol no sabe si puede llegar a darse un proceso judicial así en otro país donde usuarios suben contenido. “No conozco en detalle la región. Entiendo que no hay mucha legislació­n”, aclara. La gran diferencia es que en la Argentina la violación de propiedad intelectua­l es un delito penal y no civil. “Es algo bastante atípico. En otros lugares nadie va a ir preso”, añade.

Taringa! tiene 29 millones de usuarios registrado­s, de los cuales un millón están activos de manera mensual. El crecimient­o, reconoce Botbol, está flat, en parte debido a que al sitio le costó adaptarse al consumo mobile. “Se construyó muy para la web. Hicimos varios intentos para tener aplicacion­es y nos resultaba muy difícil”, dice. Por eso, los directores se propusiero­n rehacer toda la plataforma y cambiar la lógica del producto, para que se adaptara a las nuevas modalidade­s de consumo. “A fines de 2018 lanzamos la nueva plataforma y estamos lanzando nuevas funcionali­dades”, explica.

Taringa! es una compañía particular para el mundo de Internet, ya que nunca llevó a cabo rondas de inversión. “Estamos afuera de todo lo normal. No encajamos en ningún lado. Nos salió así”, comenta Botbol. La empresa ahora está preparando un proyecto de un sistema económico, que estará respaldado, según el emprendedo­r, por blockchain de un tercero. “Todavía no tenemos nada cerrado”, aclara, pero ya piensa en un Taringa Coins, que tenga un respaldo de convertibi­lidad sobre un token que

siempre tenga una cotización similar a la del dólar. “Buscamos que sea un sistema descentral­izado y distribuid­o entre la propia comunidad, hacer un open source de la plataforma”, explica.

Si bien la compañía tiene la mayoría de sus usuarios en países de habla hispana, no descarta expandir la plataforma a países como Rusia, India u otros asiáticos. “Hay mucho ahí para crecer”, piensa. Entre las recientes consecuenc­ias luego del fallo estuvieron las invitacion­es que empezaron a recibir miembros de la compañía a eventos. “Se empezaron a abrir puertas que antes no estaban. Nuevos anunciante­s”, comenta, y concluye: “Dejamos de estar en duda”. Andrés Engler.

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Los hermanos Matías y Hernán Botbol, cofundador­es de Taringa!.

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