Luis Pagani (Arcor)
El número uno de la principal alimenticia del país, que vio caer 2 por ciento sus ventas en volúmenes en 2018, cree que la recuperación demorará más de lo previsto. Pide una reforma tributaria a fondo, que termine con las distorsiones. Su análisis del momento actual y los planes para crecer en África y Asia.
La crisis de 2018 también golpeó a Arcor. Pese a que el gigante cordobés –principal fabricante de alimentos del país– cuenta con operaciones diversificadas en la región y presencia en múltiples categorías a través de su portafolio de marcas, el desplome del consumo masivo se tradujo en una caída del 2 por ciento en sus volúmenes. El grupo cerró su balance con una facturación de US$ 2800 millones –frente a US$ 3100 millones de 2017– y números en rojo por primera vez desde 2001, anticipa su presidente, Luis Pagani. “Ya asumí la mala noticia. Es una cuestión general del mercado y casi todas las actividades”, se resigna el empresario al repasar lo sucedido el año último.
Se lo nota preocupado a Pagani. En lo inmediato, observa que la recuperación de la actividad demorará un poco más de lo previsto. “La reactivación la veo más para mayo. Pensaba que iba a ser en abril, pero viene duro (el momento). Y ya estamos entrando en marzo…”, comenta. En el primer bimestre de este año, detalla, las ventas de Arcor están 1,5 por ciento abajo en volúmenes respecto de igual lapso de 2018, con la salvedad de que la comparación se da contra un período de crecimiento. “El primer semestre de 2018 había sido bueno”, aclara.
No deja de advertir el efecto nocivo sobre la economía real que está causando el programa del Banco Central para mantener estabilizado al dólar. “Las tasas (de interés) nos están matando. A todos. Con una tasa del 50 por ciento, ¿qué negocio es viable?”, responde durante la entrevista con APERTURA en la suite presidencial del Park Tower, una vez finalizada la foto de tapa con los otros presidentes y CEOS por Las 100 Mejores Empresas en Imagen.
Pero aunque la coyuntura está minada de desafíos e interrogantes ligados al escenario electoral –al que Pagani no quiso referirse–, Arcor continúa con sus planes de expansión. El gran objetivo internacional del próximo año y medio, revela, es África: en ese plazo espera poner en marcha una planta de golosinas y galletitas en Angola, en la ciudad de Luanda, la primera que tendrá el grupo argentino fuera de América. “África será
uno de los continentes más poblados para 2050. Es mirar hacia adelante”, argumenta. Asia es el otro foco que desvela a Pagani y en un futuro más lejano podría contar también con alguna fábrica para reforzar la presencia de la multilatina, admite.
Los planes de Arcor para Mastellone (de la que controla el 42,65 por ciento y puede optar este año por el total), la entrada en nuevas categorías y las tendencias de consumo que trazan los vectores sobre los que se apoya la compañía fueron los otros temas que tocó Pagani en el mano a mano, sin eludir, lógicamente, la situación macroeconómica.
¿Cuál fue el balance del año pasado?
Hay que separar lo que fue la Argentina respecto de las otras operaciones de otros países. En concreto, en la Argentina no escapamos a esta dura realidad que transcurrió durante 2018. Eso hizo que Arcor, en volumen, haya caído 2 por ciento en el mercado interno, logrando una facturación de US$ 2800 millones. Viendo así como fue este ajuste, por decirlo de alguna manera, también se empieza a ver alguna oportunidad en el comercio exterior. En los últimos 10 años, muchos de nuestros negocios tuvieron que ser atendidos desde otros países para no perder esos mercados. Así que, como síntesis de 2018, en el exterior Brasil fue mejor que 2017, y la Zona Andina y México también tuvieron un buen año. Fue una operación positiva.
Puntualmente, ¿cuáles son las expectativas con Brasil? ¿Se advierte un repunte?
Sí, desde el año pasado, antes del proceso electoral y más con el triunfo de (Jair) Bolsonaro, económicamente se nota un cierto entusiasmo y eso se traslada a los negocios. En el año 2015 hubo una caída grande en Brasil, que recién se pudo empezar a recuperar en 2018. Diría que ya este año seguramente estaremos logrando los niveles de 2015 o superándolos. Es una noticia positiva, no solo para Arcor, sino para muchas empresas y también para la Argentina.
Recién mencionó que empezó a ver oportunidades en comercio exterior. ¿Cuánto mejoró la posición competitiva con la devaluación?
Siempre digo que el dólar no es lo que hace que un país sea competitivo o no. Es una parte, alrededor de un 30 por ciento. Por ejemplo, hace un año había sido un tema la importación de tomates en la Argentina. Hoy estamos exportando tomates, en un año se revirtió. Pero para que un país vuelva a ganar un mercado tiene que tener una política constante de exportación. Esa política consiste en tener presencia en las distintas ferias de los rubros que hay en el mundo, y que estén alineadas las embajadas y agregadurías comerciales para apoyar a las empresas, especialmente a las PYMES, a ganar ese mercado. Y un tema que el Presidente tomó –y creo que Bolsonaro también lo está haciendo–, es darle una mayor amplitud de integración al comercio. Uno de los principales temas es tener acuerdos comerciales, con inteligencia, con distintas partes del mundo. Llegué este fin de semana (N. de R.: fin de febrero) de una feria alimenticia en Dubai y uno ve ahí todo el potencial de la Argentina, especialmente para la agroindustria. Soy de los más proactivos en cuanto a que nuestra mirada tiene que estar más puesta en Asia que en Europa.
¿Por qué?
Es donde tenemos más mercado para ganar y somos competitivos. Para ir a lo concreto, en Asia están los consumidores. Tenemos una oficina comercial en Shanghai. Desde Japón hasta la India atendemos toda esa región, incluyendo a los Tigres Asiáticos, más China, Japón y Corea. Es un mercado más que atractivo. Estamos lejos, hay que reconocer que un tema a trabajar es el costo de la logística, porque en containers que tienen bajo valor, pagar US$ 5000 de flete es bastante elevado. En esa zona, en general, vendemos golosinas y chocolates, pero ahora empiezan a haber algunas posibilidades de ventas de alimentos. La cuestión de las exportaciones no es automática, te lleva entre seis meses y un año volver a despachar el pedido y que la rueda se reinicie.
¿Dónde están poniendo el foco hoy?
Como desafío, de cara a 2019, tenemos uno fuerte que es la construcción de una planta de golosinas, galletitas y chocolates en Angola, en Luanda. Ese proyecto está en marcha y estimamos que a mediados del año que viene estará listo. Es en sociedad con un grupo local importante de Angola
“nuestra mirada tiene que estar más puesta en asia que en europa”.
y es la primera planta de Arcor fuera de América. Es poner un pie fuera del continente americano. África es un desafío con muchas complejidades pero, cuando uno analiza de cara a 2050, el continente africano va a ser uno de los más poblados del mundo. Es mirar hacia adelante. Seguramente, de cara a los próximos tres años, va a ser un proyecto muy importante y más adelante podría surgir una oportunidad en Asia. Desde ahí vamos a abastecer a toda la África Subsahariana.
¿Y desde esa planta podrían exportar luego a Asia?
No está contemplado, sería solo a África.
¿Hay posibilidad a futuro de tener planta propia en Asia, dado el potencial del que habla y los costos logísticos actuales?
No lo descarto pero hoy tenemos el proyecto de África primero.
CAMBIO DE CANAL
¿Qué tendencias observa con respecto al consumo interno? ¿Qué ocurrió con las categorías y primeras y segundas marcas?
El año pasado cerramos -2 en volumen, pero pudimos mantener el mercado e inclusive ganar algunos puntos de share. Se da, más que nada, en nuestro caso, por los canales de comercialización. Como Arcor tiene una red comercial de 155 distribuidores que atienden 250.000 puntos de venta, te da la fortaleza de llegar al pequeño punto de venta. Lo que ha prevalecido es el cambio del canal de compra: la gente en crisis va al tradicional y al mayorista, y cae el canal de grandes cuentas (por los supermercados). No percibimos una caída entre primeras y segundas marcas como otras empresas. Sí, desde ya, en un chocolate que pasa cierto precio los volúmenes cayeron mucho más que en otro más económico. Una de nuestras fortalezas es que tenemos alrededor de 400 referencias debajo de $ 100. Hoy, para una gratificación, lo más accesible es nuestra cartera. En alimentos, algunas categorías cayeron mucho, como el atún, que es importado, ahí sí se notó.
Y en materia de categorías y segmentos, ¿cuáles son los planes para este año?
Respecto a nuevas categorías o negocios, hicimos una alianza con Laboratorios Bagó para la línea Simple, de alimentos nutracéuticos. Está dando los pasos que preveíamos. Uno de los negocios a los que apostamos es este, en el cual tiene mucha importancia el canal de farmacias, que no es lo mismo que estar en un autoservicio, y hay que adaptarse y saber manejar a ese consumidor. Después, una línea de productos de cereales, como Natural Break o cereales para desayuno, con respecto a la tendencia de vida más saludable. Y nuestra inversión en La Serenísima (Mastellone). Entrar en el mundo lácteo te da otra perspectiva de los negocios y un manejo diferente al de productos secos.
¿Analiza alguna categoría nueva para entrar?
Vamos a estar avanzando en estas. Siempre hay un producto nuevo. En general, Arcor saca unos 200 artículos nuevos por año y da de baja unos 150, sobre todo en golosinas.
Las tendencias de consumo saludable –con el cuestionamiento al azúcar y otros ingredientes– están sacudiendo a la industria alimenticia. ¿El tema se transformó en un vector para Arcor?
Sí, por eso seguimos apostando a estos tres negocios. El consumidor joven está mucho más informado. La tableta de Nutrition Facts se lee y nosotros tenemos un Comité de Nutrición que está trabajando en todos esos temas.
Una de las estrategias que siguió Arcor en los últimos años fue poner un pie en una categoría donde hay pocos competidores o uno solo dominante. ¿La de congelados, por ejemplo, donde el grupo estuvo presente en el pasado, puede ser un próximo paso?
Como tendencia, evidentemente el mundo consume congelados. Pero está relacionado con el poder de compra y en este momento, este año y el que viene, el bolsillo va a estar bien ajustado. Entonces a esas categorías no las veo despegando en el corto plazo. Igual, por cómo vienen los negocios, no se puede decir nunca. Estuvimos hace 10 años, teníamos una expectativa pero vimos que el mercado era chico. En Chile, por ejemplo, es un mercado tres veces el de la Argentina. Son distintas realidades. Todo se puede estudiar a futuro.
“entrar al mundo de los lácteos te da otra visión de los negocios”.
Con respecto a La Serenísima, ¿qué proyectos puntuales tienen?
A fines de este año tenemos la opción del put por el 51 por ciento restante (del paquete; hoy Arcor controla el 42,65 por ciento). Eso será para la próxima nota (ríe)... Seguimos bien, dentro de lo acordado, y a fines de este año, principios del que viene, está esa posibilidad. Tenemos cuatro comités, en los que Arcor participa con profesionales, y semanalmente se ven los temas administrativos, comerciales, industriales, de RR.HH. Pero el management lo tiene la gente de Mastellone. Van a seguir habiendo novedades en la categoría de leches.
INFLACIÓN Y PASS THROUGH
¿Cómo ve el momento macro hoy?
Lo que más preocupa es la inflación. Más en una empresa como la nuestra, de consumo masivo, que vivimos del consumidor. Es un tema preocupante. Está costando… En un momento yo pensaba que para esta época íbamos a tener una inflación de un dígito y no sé si este año pasará el 30, pero va a estar cerca. De todos los temas que influyen en los negocios, el inflacionario es importante, más en este país. Una devaluación en Chile o Brasil no se traslada como acá, que es mucho más rápido. También soy consciente de que el poder de compra de la gente tiene que estar aggiornado a esta realidad, si no todo se dificulta.
¿El traslado a precios del shock cambiario de agosto ya se completó o las empresas pueden amortiguar parte de ese impacto?
Hay una parte que todavía no se ha trasladado a este tipo de cambio, porque hay un valor, sobre todo en nuestro caso, de querer llegar a los 44 millones de argentinos. Entonces, la moneda tiene que ser la adecuada. Y hay que ver el margen del kiosquero en ese producto. Es una combinación de ambos temas.
¿Cómo afectó a la rentabilidad la crisis?
Mantener la rentabilidad es muy duro. El del año pasado va a ser un balance en rojo. Después de 2001, no habíamos tenido un balance en rojo. Pero ya asumí la mala noticia. Es una cuestión general del mercado y casi todas las actividades.
¿Y cómo vienen los primeros meses de este año?
Estamos 1,5 por ciento debajo en volúmenes en el primer bimestre, partiendo de un buen primer semestre de 2018. Hasta septiembre, de hecho, veníamos -1 en ventas (en volúmenes). Octubre, noviembre y diciembre nos llevaron al -2. No era malo el año pasado.
En relación a la macro, ¿cómo afecta la presión impositiva –que subió en 2018– en este contexto?
Para la exportación, es uno de los temas a analizar, como el costo logístico. Y en esto va a ser difícil ver algún cambio. Espero que el gobierno que asuma o sea reelegido encare una reforma tributaria correcta. Hoy hay muchas distorsiones, tanto municipales como provinciales. Cuando se analiza la carga tributaria de una empresa… no se pueden exportar impuestos. Es una injusticia fuerte.
¿Se sintió el impacto del Pacto Fiscal sancionado a fines de 2017?
Muy poco. Porque lo que bajó en Ingresos Brutos una municipalidad lo puso en otras partes.
¿La presión impositiva es el principal obstáculo que enfrenta el sector privado?
Uno es ese, pero también la carga laboral y patronal, especialmente en las PYMES. Hay que considerar una nueva flexibilización (laboral) desde el punto de vista de que los juicios laborales no manden a una empresa pequeña o mediana a la quiebra. Son temas a considerar.
¿Y la tasa de interés tan alta? ¿Cómo impacta en un grupo como Arcor?
Las tasas nos están matando. A todos. Con esta tasa de 50 por ciento,
¿qué negocio es viable? Te inviabiliza mucho. La reactivación la veo más para mayo. Pensaba que iba a ser abril, pero viene duro, duro, y estamos entrando a marzo. Tampoco es lo mismo el que vende camionetas que caramelos… En nuestro caso, podemos caer -2 y subir un 3 por ciento, pero no 20 por ciento.
“espero que el gobierno que asuma o sea reelegido encare una reforma tributaria correcta”.