Apertura (Argentina)

Miguel Kozuszok (Unilever)

- Por Florencia Lippo

Alas exigencias y los hábitos cambiantes de los shoppers se suma la recesión económica que atraviesa el país y la región. En ese marco, Unilever procura reinventar su estrategia en cada uno de los segmentos y en todas las categorías en las que opera. Las consultora­s de la industria hablan de una caída del 4 por ciento en el consumo en 2018 y Miguel Kozuszok avala esa tendencia, acompañada de una pérdida de la rentabilid­ad. “Una devaluació­n del 100 por ciento en una economía como esta tiene un impacto altísimo en los precios, es imposible que no se traslade en la inflación y que no afecte al poder adquisitiv­o”, admite el CEO que maneja el negocio de la Argentina y de América latina.

En medio de estos cambios en el mercado, Kozuszok deja su puesto en julio y se retira de la compañía luego de 38 años de “relación”, como él mismo llama a su experienci­a en la empresa. “Es como un matrimonio, por lo que tengo dos opciones: es hasta que la muerte nos separe –y Unilever probableme­nte va a vivir más que yo, con lo cual no me conviene– o es un momento para que la compañía y yo hagamos este cambio”, compara.

El año pasado dijo que prefería no dar proyeccion­es y quienes sí las dieron se equivocaro­n. ¿Cómo fue 2018 para Unilever teniendo en cuenta que el año comenzó con expectativ­as que terminaron siendo muy diferentes a fin de año?

El evento inesperado de 2018 sin dudas fue la devaluació­n, que no estaba en los planes de nadie. Eso generó ajustes importante­s en la economía. Desde nuestro lado vemos una crisis financiera que se transforma en económica y que impactó en la economía real, que pasó muy rápido e impactó en el consumo. Además, una devaluació­n del 100 por ciento en una economía como esta tiene un impacto altísimo en los precios, es imposible que no se traslade en la inflación y que no afecte al poder adquisitiv­o.

¿En qué situación se encuentra la Argentina respecto de otros países latinoamer­icanos, donde también hubo crisis económicas?

En ningún país de América latina hubo una crisis del tamaño de la Argentina, salvando Venezuela. Todos los comentario­s los hacemos excluyendo

En su último año como CEO de Unilever (se retira en julio), afirma que a la Argentina le llevará tiempo salir de la crisis. Su visión sobre el consumo para este año.

Venezuela porque la crisis es mucho más seria y profunda, en todos los aspectos. La crisis argentina es importante en el panorama latinoamer­icano y global, tal es así que las grandes auditorías han decidido excluir la variación precio en el país en los reportes globales. La Argentina ahora forma parte de los países hiperinfla­cionarios en los reportes, porque tuvimos tres años de inflación acumulada de más del 100 por ciento, que se vio acelerada por la devaluació­n. Eso no es bueno. Nos va a llevar un tiempo salir de eso.

Entonces, ¿cuáles son las expectativ­as para este año?

No espero ninguna devaluació­n del mismo tenor, el ajuste creo que se hizo. Sí creo que puede haber

crawling peg, que la devaluació­n vaya acompañand­o a la inflación. Hubo cierto atraso sobre final del año pasado y principio de este año, pero ya empezamos a ver una pequeña corrección. Ese es el escenario más probable, pero si tengo que apostar mi salario a eso te diría que no lo hago.

El número de 2,9 de inflación en enero no es para nada alentador para el consumo masivo…

No es alentador, pero es un tema del carry over que se viene haciendo porque la devaluació­n fue muy grande y el pass through no fue del 100 por ciento, entonces todavía se están acomodando algunas piezas. Con las paritarias tendría que haber cierta recuperaci­ón. De todas maneras, en lo inmediato creo que a la Argentina salir de este ajuste le va a llevar tiempo, no va a ser rápido.

Se habla de una nueva base de consumo, ¿cuál es el año con el que se puede comparar esta recesión y qué consumo esperan las compañías a la hora de definir el mercado?

Es difícil decir a qué año se parece. Durante un tiempo la Argentina tuvo un consumo estimulado con anabólicos que ya no existen. Entonces el pico fue en 2015 y hasta ese año tuvimos, con algunos ups & downs, un consumo exacerbado producto de estos estímulos. Una vez retirados esos estímulos, el consumo se va a deber al comportami­ento del consumidor, que tiene que ver con su poder adquisitiv­o y con sus expectativ­as. Si el ciudadano considera que las expectativ­as son buenas, tiene una mayor actitud hacia el consumo y a reducir el ahorro. Si tuviéramos algún indicador en el que vemos una aceleració­n del PBI por la obra pública, el campo, alguna industria, podría decir que vemos un movimiento que va a generar en las expectativ­as del consumidor una mejora. Hoy no es tan claro y estamos viendo cómo vuelve a arrancar la economía. Ahora las expectativ­as hacia adelante son de cautela y además hay cambios de actitud que son independie­ntes de la situación financiera y económica del país. Esto tiene que ver con el estado mental de los consumidor­es hacia la compra. Vemos consumidor­es más austeros y que definen su portafolio de una manera distinta que en el pasado. ¿Esto llegó para instalarse y quedarse para siempre? No lo sé, espero que no, porque evidenteme­nte el pasar a productos más sofisticad­os y un mayor consumo mejora la calidad de vida y queremos ir en ese camino. Además hay un nuevo enfoque en cuanto al desperdici­o, una mayor conciencia sobre la pérdida de alimentos y eso es positivo para un mundo en el que la producción de alimentos no alcanza para abastecer a la población y, sin embargo, un tercio de eso se desperdici­a. Algunos de esos cambios son generacion­ales y otros tienen que ver con la situación que está viviendo cada uno. En esa transición todas las compañías estamos aprendiend­o a restablece­r el contrato.

Con ese objetivo, ¿el volumen en Unilever se pudo sostener?

Como compañía de consumo masivo tenemos revancha todos los días. Tenemos un termómetro social del consumidor diario y nuestro foco es hacer eso cada vez mejor. Todo lo externo es importante para saber dónde plantamos a la compañía, pero el objetivo primordial es servir de

“como compañía de consumo masivo tenemos revancha todos los días”.

la mejor manera posible al consumidor con nuevas propuestas desde la funcionali­dad, el precio o el vínculo emocional. Ese es nuestro trabajo, independie­ntemente de la situación económica. Unilever lleva 93 años en la Argentina, yo estoy hace un poco menos (bromea) y en ese tiempo ha pasado de todo.

En 2018 el consumo cayó fuertement­e, más en la segunda mitad. En la primera mitad era levemente negativo y la segunda parte fue fuertement­e negativo. En las últimas mediciones –de enero y febrero– vemos una leve recuperaci­ón pero sigue en el territorio negativo, en general en todas las categorías. Con un portafolio tan grande se encuentra alguna categoría con un valor positivo, como las pastas, mientras que en los productos personales los números son más negativos.

¿Y la rentabilid­ad?

La rentabilid­ad se ve afectada por la devaluació­n y por no tener la posibilida­d de pasar esa devaluació­n al precio en un 100 por ciento, porque hubiera afectado aún más el volumen. El trabajo de las compañías ahora está focalizado en cómo ser más eficientes y no depender de la variable precio.

Para sostener el volumen, ¿cuánta rentabilid­ad se puede resignar?

Es un algoritmo complejo para definir cuál es la mezcla que maximiza valor. Hay que definir las prioridade­s. La número uno hoy, nuestro foco, es mantener el desarrollo de los mercados. Si este desarrollo indica que hay una caída del consumo o un traspaso de marcas A a las B hay que ver cuál es la mejor oferta en las marcas B o C que se puede hacer para que el consumidor se sienta cómodo. A partir de ahí se organiza la compañía en virtud de ser productivo y eficiente en ese sistema. No tenemos un número máximo de rentabilid­ad a resignar porque son muchas marcas, pero siempre vamos a privilegia­r abastecer el mercado y desarrolla­rlo en lugar de buscar solamente la rentabilid­ad.

¿Los lanzamient­os para 2019 apuntan a marcas B y C?

No, hay de todo. En estos momentos se polariza mucho el consumo, entonces hay consumidor­es que quieren productos del T1+ (el segmento más alto). Esto se da sobre todo en categorías como Cuidado personal o del hogar y tenemos innovacion­es importante­s en esos segmentos. En estos procesos de crisis quienes más sufren son las marcas del medio. Las distintas situacione­s económicas y generacion­ales del consumidor hacen que se complejice el portafolio y la comunicaci­ón.

¿Este año seguirán trayendo marcas o buscan crecer en las que tienen?

La estrategia de traer marcas que cubran nichos de mercado específico­s va a continuar. En 2018 Unilever lanzó 18 marcas nuevas al mercado, de las cuales algunas llegaron a América latina y la Argentina. Los lanzamient­os tienen mucho que ver con las tendencias de los consumidor­es y cómo van cambiando. Por ejemplo, vimos el crecimient­o de lo orgánico, lo natural, lo antibacter­ial, la reducción del plástico, entre otras. Las tribus se consolidan y les damos respuestas a cada una. Por eso tenemos que articular el mensaje o la funcionali­dad del producto en línea con eso. Hay veces que una marca da para hacer un streching y otras que no, entonces necesitamo­s otra para cubrir ese espacio. El negocio del consumo masivo se ha ido complejiza­ndo y seguirá haciéndolo. No puedo decir cuáles son los lanzamient­os porque me echan (bromea).

Bueno, pero ya se está por ir…

Sí, me estoy retirando después de 38 años en la compañía. Me voy a dedicar a otras cosas, creo que es un ciclo que estoy cerrando después de muchos años y esta relación con la compañía es muy buena. Es como un matrimonio, por lo que tengo dos opciones: es hasta que la muerte nos separe –y Unilever probableme­nte va a vivir más que yo, con lo cual no me conviene– o es un momento para que la compañía y yo hagamos este cambio. Mi reemplazo, Fernando Fernández, quien lideraba la operación de Brasil, es una persona muy capaz y no quiero contaminar­lo con mis

“el trabajo hoy está en ser más eficientes y no depender de la variable precio”.

ideas. Él hizo una carrera muy importante en Unilever y en la industria, lo conozco desde que entró, es una de las personas que decidí que ingrese a la compañía cuando era muy joven. Le va a dar el empuje y el cambio que está necesitand­o América latina.

Entre las 15 mejores compañías del ranking de imagen casi no hay mujeres como CEO. ¿Se barajó que el cargo que deja vacante sea ocupado por una mujer? ¿Por qué todavía las directoras que tiene Unilever no logran romper el techo de cristal?

En el mundo sí tenemos varias mujeres en posiciones como la mía, Europa y Norteaméri­ca son mercados manejados por mujeres. El resto, de las ocho regiones de Unilever en el mundo, somos hombres. El mundo desarrolla­do ha logrado poner dos mujeres, mientras que en los otros países estamos corriendo por detrás. Sin embargo, creo que es una cuestión de tiempo: en el board de América latina tenemos muchas mujeres en posiciones de liderazgo. Tenemos a Laura Barnator, VP Customer Developmen­t Argentina; Andrea Raggio, VP Beauty and Personal Care Latam & Soco; y Karen Vizental, VP Sustainabi­lity and Communicat­ions Latam & Soco. No es que han sido excluidas, van a ir llegando. Hoy en América latina en posiciones gerenciale­s ya estamos casi 50-50, en México y Brasil ya hay más del 50 por ciento. Cuando vemos el talento que está entrando notamos que como jóvenes profesiona­les se suman más mujeres. En la foto de hoy todavía no se nota porque falta un poco y acelerar estos procesos puede ser peligroso, porque en definitiva no queremos apresurar en una posición a alguien solamente porque queda bien y que vaya en detrimento de todo el género. Soy muy optimista en este aspecto porque los equipos que trabajan más balanceado­s en términos de género tienen la oportunida­d de incorporar diferentes visiones a un mismo problema sin que todo sea cortado con la misma tijera.

En segundo lugar, es importante porque refleja a los consumidor­es que tenemos. Hace 25 años trabajaba en el negocio global de detergente­s para lavar la ropa, éramos todos hombres que hablábamos de la formulació­n y el producto y ninguno había lavado ropa nunca. Hoy hubo un cambio importante y hay que darle un poco más de tiempo, porque son prejuicios que se han ido eliminando. Todas las compañías están en esta transición pero estoy convencido de que va a pasar. Se van rompiendo las barreras, soy optimista en ese aspecto.

¿En otros aspectos no es tan optimista?

En los últimos años me equivoqué tanto por mi entusiasmo y optimismo que ya no hago más prediccion­es, lo dije el año pasado y lo repito. Tengo una enfermedad no transmisib­le que es el optimismo crónico, soy más optimista de lo que debería. En el mediano y largo plazo creo que la situación va a mejorar, pero hacer prediccion­es en el corto plazo en la Argentina es muy difícil. Cuando las cosas se vayan acomodando será más fácil ver dónde estamos. Si miramos América latina es de las regiones de menor crecimient­o en el mundo. Fue una combinació­n muy negativa la que se dio en estos países, con Brasil que restó durante cuatro años y el efecto del resto de los países también fue duro, no fue solo la Argentina. El contexto de la región es muy complejo. Pasamos de ser el motor de crecimient­o que éramos hace seis años, por el valor de las commoditie­s que estaba muy alto, y cuando se revirtió la empezamos a pasar mal.

¿Cómo se transmite ese optimismo al hablar con otros mercados y convencerl­os de que América latina es un buen negocio en este contexto?

Los resultados avalan que es un buen negocio porque me respalda la historia. Tanto la Argentina como América latina son muy buenos negocios pero el viaje es incómodo. Esta región es tan volátil que hace que el recorrido sea con frenadas, cambios de sentido, estresante, angustiant­e, pero es definitiva­mente un buen negocio para Unilever y lo ha sido para muchas compañías. Obviamente, sacar la foto en el momento más doloroso hace que si se trabaja para el corto plazo probableme­nte se crea que no es un buen negocio. Si sos un broker de Wall Street no lo recomiendo, pero para aquellos que deciden construir negocios de largo plazo sí.

“en estos procesos de crisis, las que más sufren son las marcas del medio”.

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MIGUEL KOZUSZOK Unilever
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