Apertura (Argentina)

Un paso trascenden­te que exige reformas

- Pablo Ortega

Tras 20 años de negociacio­nes, el Mercosur y la Unión Europea llegaron a un acuerdo de libre comercio que representa un paso trascenden­te para ambos bloques. El entendimie­nto, cuya entrada en vigencia no será inmediata para todos los sectores, necesita ahora la ratificaci­ón de los parlamento­s de cada país. Pero se trata de un marco que modifica el horizonte de la Argentina para los próximos años. Un cambio estructura­l para el que hay que prepararse desde este instante. Buena o mala noticia, oportunida­d o peligro de desaparici­ón para la industria nacional: la tentación de la lectura simplista dominó muchas de las reacciones iniciales. La dimensión del desafío exige lo contrario: hay realidades que deben ser atendidas y datos concretos que no pueden ser negados. El primero de ellos es que el Mercosur necesitaba salir de su encierro para impulsar su crecimient­o. Con la apertura de la UE, la Argentina pasará de tener acuerdos de libre comercio con el 9 por ciento a casi el 30 por ciento del PBI global, un número relevante no solo por el tamaño del mercado europeo (500 millones de habitantes) y su ingreso per cápita sino por lo que significa en cuanto a posicionam­iento internacio­nal y oportunida­d de atracción de inversione­s. Es un punto que no hay que pasar por alto al analizar las ventajas y desventaja­s de un pacto de estas caracterís­ticas. Con la competenci­a europea sin aranceles a la vuelta de la esquina, las empresas locales tendrán que hacer los deberes. De arranque, hay sectores más y menos preparados y con mayores o menores ventajas comparativ­as. Pero el acuerdo debe obrar como una meta que encolumne todos los esfuerzos. Y en ese sentido, el que tiene que poner la mayor parte es el Estado, en los tres niveles. Porque es tan cierto que siempre existirán los que argumenten que no están preparados para competir, como que las condicione­s macroeconó­micas, impositiva­s, crediticia­s y de infraestru­ctura con las que debe lidiar el sector privado son asimétrica­s frente a la realidad competitiv­a de sus pares europeos. La firma del acuerdo exige, sí o sí, que la Argentina encare reformas pendientes –como una reducción y simplifica­ción tributaria– y trabaje en una tarea poco explorada hasta hoy: la mejora continua de su competitiv­idad. Porque para exportar a la Unión Europea, además de calidad e innovación, se necesitará un sector privado ágil que no soporte sobre sus espaldas a un Estado ineficient­e. Hasta el próximo número,

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