Manual del inversor de largo plazo
Abstraerse de la mirada de corto plazo, de los vaivenes en las cotizaciones y los ruidos políticos.
Plantear una estrategia de inversión diversificada en moneda –dólares, pesos y UVA–, en jurisdicciones y en clase de activos.
Una cartera estándar de largo plazo: 85 por ciento renta fija (bonos públicos y privados), 15 por ciento acciones.
Se necesitan como mínimo 15 años de ahorro constante para conformar un fondo que sirva como complemento de la jubilación.
Continuidad le gana a cantidad, si ésta es errática.
A largo plazo importa más rendimiento que liquidez de los activos.
Tomar más riesgo cuando se es más joven y disminuirlo a medida que se acerca la fecha del retiro.
Revisar la estrategia como mínimo una vez al año.
Poner la inversión en distintas canastas valiéndose de distintos instrumentos: invertir directamente en títulos públicos o acciones, pero también sumar FCI, un seguro de retiro y/o de vida con capitalización e inmuebles.