Guardar para un objetivo concreto

Richard Thaler –Premio Nobel de Economía– decía que las personas utilizan diferentes cuentas mentales para tomar decisiones. En lo que a ahorro y planificación financiera se refiere, cada de una de esas cuentas mentales podrían ser un ítem o un objetivo a alcanzar. “Los objetivos hacen que sea mucho más probable el ahorro. Cuando se visualiza un resultado real al propósito de los ahorros, es más probable que se trabaje hacia ese objetivo en lugar del ahorrar por ahorrar”, explica Alan Mc Carthy, de Front. Ahorrar sobre la base de objetivos obliga a concentrarse y planificar con anticipación. Esto evita que se subestime la cantidad de dinero que se necesitará a futuro para concretar ese plan y reduce las posibilidades de fracaso. “La conciencia de inversión es algo que se trabaja”, apunta Agustín Ramello de la Vega, de Invera. “Generalmente, nuestro público objetivo tiene en mente plazos cortos de inversión y propósitos cercanos: viajar, cambiar el auto o tener un colchón ‘por las dudas’. A medida que se van consolidando como inversores alargan el horizonte temporal”. Además, tener metas de ahorro evita que se malgaste el dinero. “Los objetivos hacen que sea más fácil eliminar la brecha entre el dinero que se ‘puede’ gastar y el que se ‘quiere’ gastar”, razona Mc Carthy.