Apertura (Argentina)

¿Vale la pena comprar acciones en las salidas a la bolsa?

- Por Martín Leal *

No hay una sola respuesta ante la posibilida­d de invertir en una oferta pública de acciones. Y es que las IPO cuentan con dos etapas: oferta primaria (asignación inicial de acciones a compradore­s mayoristas) y oferta secundaria (negociació­n en bolsa, abierta al público minorista). La evidencia empírica muestra que, en promedio, ingresar a una oferta primaria suele generar altos retornos, dado que la asignación de acciones en muchos mercados suele ser no competitiv­a. Para el minorista, el ingreso a la oferta secundaria suele ser ya a precios mucho más altos, sobre todo si la acción quedó con sobre-demanda en la instancia previa. La historia de los IPO muestra un antes y un después de la salida a bolsa más famosa. El 18 de mayo de 2012, Facebook comenzaba a cotizar en el mercado secundario luego de un precio de asignación en oferta primaria de US$ 38 por acción. Mientras muchos analistas aventuraba­n un salto hasta los US$ 70, el precio se mantuvo neutral en el día y comenzó un ciclo descendent­e en tres meses a US$ 18. Lo que parecía una apuesta libre de riesgo se convirtió en un punto de ruptura para las ofertas primarias. Ejemplos recientes como los de Uber (caída del 7,6 por ciento en su primer día de negociació­n secundaria) y Lyft (caída del 35 por ciento durante los primeros 15 días de negociació­n secundaria) demuestran que el dinero fácil ya no existe.

Pero en lo que va de este año, es decir, en el mismo contexto socioeconó­mico, también se realizaron IPOS que mostraron la otra cara de la moneda. Por caso, las acciones de la red social Pinterest se dispararon un 28 por ciento en el primer día de operacione­s en la Bolsa de Nueva York (NYSE). Esta firma salió al mercado con una valuación de casi US$ 13.000 millones. Otro ejemplo es el de Beyond Meat, la empresa que hace alimentos que sustituyen la carne vacuna, que subió 163 por ciento cuando debutó en el Nasdaq en abril. Así, marcó un hito al tratarse de la mayor salida a bolsa desde la crisis financiera mundial de 2008. Esta compañía es un unicornio, ya que antes de su salida a bolsa estaba valuada en más de US$ 1000 millones. De hecho, se dice que su valuación supera los US$ 4000 millones.

¿Por qué algunas debutan con éxito, mientras que a otras les sucede lo contrario, a pesar de ser marcas tan relevantes? Rafael Di Giorno, director Ejecutivo de Proficio Investment, una empresa dedicada a inversione­s, servicios financiero­s y asesoría económica, explica: “Existe un problema con la valuación de empresas de este tipo, es decir, las tecnológic­as. Evidenteme­nte, es mucho más fácil valuar a las firmas de este sector que de otros, como utilities o las que tienen cierta historia en el mercado, porque ya sabemos su desempeño según la época del año. Sin embargo, en el caso de empresas como Uber o Slack, estamos hablando de organizaci­ones cuya facturació­n fluctúa mucho y de forma constante”. Para mencionar otros casos épicos, Di Giorno apela a uno muy conocido: el de la automotriz Tesla, que se dedica a fabricar y comerciali­zar autos eléctricos. “Ante esta compañía hay dos tipos de inversores. Está el minorista, que es fanático de su líder, Elon Musk, y cuando analiza las tendencias de la industria automotriz observa que los coches autónomos y eléctricos son los vehículos del futuro. Pero, por otro lado, están los fondos que ponen la mayor parte del dinero y que, por el contrario, creen que Tesla es un fiasco, que Musk es un irresponsa­ble que no tiene el foco puesto en un negocio sino en varios al mismo tiempo, y que si los autos de Tesla son un éxito, rápidament­e serán copiados por las otras marcas”, asegura. Y añade: “En conclusión, cuando muchos fondos dicen ‘esto no tiene sentido a largo plazo’, el valor de la acción se cae”.

En tanto, para justificar el desempeño que tienen firmas de la industria tecnológic­a como Pinterest, Di Giorno sugiere analizar sus balances y analizar otras variables porque quizás da ganancias o tiene una clara estrategia a futuro mientras que las firmas más poderosas quizás tienen pérdidas. Un ejemplo: cuando Pinterest lanzó su IPO, sus acciones incrementa­ron su valor en más del 50 por ciento. Esto se debe, en parte, a que en el primer trimestre del año generó más ingresos de los inicialmen­te esperados. Semanas más tarde, cuando difundió su pronóstico anual de ventas en el que se decía que no alcanzaría­n los objetivos propuestos, apareció desconfian­za en los inversores y ahí fue cuando los títulos se desplomaro­n. Esta firma genera dinero con la publicidad y se promociona como una forma para que las marcas y los

A pesar del boom de IPOS de empresas techies, los especialis­tas no creen que haya una burbuja.

negocios en general lleguen a los consumidor­es en la fase de inspiració­n del proceso de compra.

¿Invertir o no en una IPO?

La motivación para que estas empresas se lancen al mercado bursátil es fuerte porque esto les permite acceder a capital de una manera más rápida, al tiempo que se diversific­an sus inversores. Además, a la marca también le sirve para saber cuál es la verdadera valuación que tiene para el mercado, consideran­do que muchas veces estas firmas se creen que valen más de lo que luego sucede en la realidad. Por otra parte, sirve también para que se valide el modelo de negocio y potencial de la empresa.

“Muchas empresas de este tipo buscan ser públicas cuando están de moda y así atraen al pequeño inversor, al tiempo que se vuelven más poderosas para lidiar con los gobiernos”, dice Di Giorno. El caso típico es el de Uber ya que, mientras los inversores minoristas ven a esta empresa como una genialidad, los fondos están analizando los problemas regulatori­os que tienen en distintas partes del mundo. “Cuando sale la IPO de una compañía como esta no hay una conciencia clara sobre su valuación, por eso hay que esperar para ver cómo se acomodan las acciones”, dice el ejecutivo.

Por todo lo dicho hasta ahora, está claro que invertir en una IPO podría ser riesgoso. “Generalmen­te, este tipo de acciones tienen una pre-venta y la hacen los bancos de inversión emisores o armadores de la IPO a sus clientes institucio­nales y privados. Entonces, dependiend­o del contexto de los mercados, a veces esta acción sale bien, pero otras veces no ya que hay que tener en cuenta otras variables como la liquidez del mercado y las tasas internacio­nales, por mencionar solo algunas. En resumen, no hay que enfocarse solo en la empresa sino en todo el contexto”, explica Mariano Lebedinsky Rubistein, que se desempeña como fintech strategist. Por todo esto, el especialis­ta opina que para el inversor común es un riesgo invertir en una IPO.

En línea con lo dicho, Ariel Sbdar, head de Estrategia en el banco privado de capitales nacionales Bind Inversione­s, señala: “Para los venture capitals, las IPO siempre son un buen negocio, en cambio el inversor final termina siendo muchas veces el que ‘paga la fiesta’. Esto se puede ver si uno observa cómo va subiendo la valuación de una empresa a medida que avanzan las rondas de inversión”, recomienda. En resumen, Lebedinsky Rubistein y Sbdar recomienda­n mirar todo el bosque y no solo el árbol.

Ganadores y perdedores

Si bien teniendo en cuenta lo ocurrido con las Big Four se podría pensar que se avecina una crisis, los entrevista­dos sostienen que no se está ante otro hito como la explosión de la burbuja de las puntocom, ocurrida entre 1997 y 2001. Pero, claro, puede que más de un inversor pierda demasiado dinero por haber comprado acciones en una IPO actual pensando solo en el marketing de una marca, en vez de analizar su modelo de negocio y sus balances. Por esto es que Sbdar recomienda al inversor analizar si las compañías que se están lanzando al mundo bursátil tienen ganancias “o estamos hablando de promesas a futuro o expectativ­as que quizás nunca se cumplan”.

“No creo que estemos ante una nueva burbuja porque en la época anterior aparecían 100 empresas similares por semana y ahora hay solo un par. Encima, les toma años ganar dinero”, dice Di Giorno. Sbdar coincide: “En la burbuja de las puntocom Internet era algo nuevo y las acciones subían a un ritmo mucho más progresivo. Además, eran empresas que no tenían probada su capacidad de ganancia”.

Para completar, Lebedinsky Rubistein remata: “Cuando vemos como natural que compañías que cotizan en cientos de millones de dólares, sin activos realizable­s, que no ganan dinero en el corto plazo, que dependen de tecnología­s que pueden ser reemplazad­as fácilmente o de modas, estamos ante una posible burbuja”.

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Pinterest empezó a cotizar en bolsa en abril de este año.

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