Apertura (Argentina)

Tira y afloje

Mientras fabricante­s y retailers afirman que el traspaso de la devaluació­n de 2018 nunca se completó, la recesión los obliga a moverse con pies de plomo. Cuánta rentabilid­ad se puede resignar para sostener el volumen.

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Lo mismo se observa al analizar lo que le ocurrió a las Bebidas sin alcohol. Pese a no estar entre las que más aumentaron de precio (46,04 por ciento de un año a otro), perdieron más de 15 por ciento en unidades. De las 15 familias que analiza Focus Market, Productos para bebé es la que más varió de precio –78,49 por ciento– y de las que menos cayó en unidades –3,50 por ciento.

“En la categoría de bebé no hay sustitutos, y los productos de la canasta básica son de demanda inelástica, se tiene que mantener el consumo más allá del precio. En cambio, los congelados son prescindib­les”, analiza Damián Di Pace, director de Focus Market, para explicar la diferencia entre dos categorías con distinto comportami­ento. Además, el especialis­ta agrega que el segmento de congelados es uno de los más afectados porque le pegó el costo de almacenami­ento debido al consumo energético y el costo de la distribuci­ón –que debe mantener la cadena de frío.

Otro rasgo de la foto de hoy del consumo es la tendencia a llevar menos unidades por acto de compra. En mayo último las transaccio­nes cayeron 6,4 por ciento frente al mismo mes de 2018 y, en promedio, las unidades por ticket fueron 4,48, contra 4,65 del año anterior. El ticket promedio ascendió a $ 207,3, un 51 por ciento más que un año atrás. El efecto palpable de la devaluació­n.

De todas maneras, Di Pace analiza los datos que muestran una desacelera­ción y es optimista respecto del tercer trimestre de este año. “En octubre, para las elecciones, más del 50 por ciento de las categorías que medimos podrían estar recuperánd­ose, aunque seguirán en su mayoría con números negativos”, grafica para explicar cómo será el leve repunte en lo que queda de 2019 . Pablo Ortega. Durante 2018, la devaluació­n de más del 50 por ciento impactó en los precios en las góndolas y aceleró la inflación y la pérdida de poder adquisitiv­o. Tanto los consumidor­es como las consultora­s de la industria coinciden en el efecto negativo que tuvo en las superficie­s de venta y en la retracción aun mayor de un consumidor que ya estaba receloso a la hora de comprar. Sin embargo, los proveedore­s afirman que el pass through no se pudo hacer al 100 por ciento, con la intención de sostener los volúmenes vendidos y no generar resultados incluso peores en las cadenas y en sus propios balances.

Ahora que el año pasó un primer semestre con una relativa calma cambiaria y una inflación que empezó a desacelera­rse, algunos jugadores se plantean si es momento de comenzar a recuperar esos puntos que no se pudieron trasladar a precios en 2018. La jugada es arriesgada, ya que busca recuperar la rentabilid­ad perdida pero podría profundiza­r la caída del consumo, la principal preocupaci­ón para los retailers y los fabricante­s. Del lado de las empresas,muchas dicen que los precios actuales reflejan solo el 80 por ciento del impacto de la devaluació­n.

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