Apertura (Argentina)

Retírese rico

Blindar el futuro

- Por Mónica Fernández

En momentos de crisis, planificar el momento después del retiro es cada vez más importante. Los haberes jubilatori­os tenderán a ser cada vez menores en proporción a los salarios en actividad. Por eso, tener un plan financiero de largo plazo bien estructura­do es una condición ya no necesaria, sino imprescind­ible para aspirar a una etapa pasiva sin sobresalto­s económicos. Herramient­as y estrategia­s para gestionar recursos a largo plazo.

El diagnóstic­o es rotundo. Una persona que tiene hoy ingresos de $ 200.000 mensuales, si se jubilara, recibiría $ 84.459,47, es decir, apenas 42,23 por ciento de su salario. Si se calcula que para vivir en la etapa pasiva sin modificar el estándar de vida es suficiente con alrededor del 70/80 por ciento de lo que se percibía en actividad, la brecha a cubrir es muy importante.

El número no es mágico ni azaroso, y afecta fundamenta­lmente a los empleados en relación de dependenci­a de sueldos más altos. Sucede que, desde hace años, el salario sobre el cual se realizan aportes jubilatori­os tiene un tope. Para el trimestre junio-agosto de 2019 es de $ 130.321,52 y, a partir de ahí, se calcula también el haber máximo jubilatori­o, que hoy roza los $ 84.500. “Esto implica que cuanto mayor sea el sueldo de una persona por encima de la base máxima, menor será su tasa de reemplazo”, dice Florencia Scaturccio, docente de la Licenciatu­ra en Economía y la Licenciatu­ra en Finanzas de la UADE, haciendo referencia al término que se utiliza para medir qué porcentaje de los ingresos actuales serán cubiertos por la jubilación.

“Nuestro sistema de Seguridad Social, al igual que el de muchos otros países, no podrá ofrecernos beneficios que por sí solos nos permitan sostener un nivel de ingreso razonable para mantener nuestro nivel de vida en la etapa pasiva”, pone en blanco sobre negro Diego Deza, líder de Retiro para la Argentina, Colombia y Chile de Willis Towers Watson. “Nuestra experienci­a con ejecutivos de empresas es que muy poca gente conoce cómo funciona nuestro sistema de Seguridad Social y qué podemos esperar como beneficio jubilatori­o, lo que tal vez haga que la preocupaci­ón por ese momento no sea la adecuada”, advierte el ejecutivo.

Incluso, la situación puede tornarse menos “amigable” todavía a futuro. Según deja entrever el informe del FMI, “El futuro del ahorro: el papel del diseño del sistema de pensiones en un mundo que envejece”, lo aconsejabl­e –según la entidad– sería que los estados reduzcan la tasa de reemplazo de las jubilacion­es respecto de los salarios en actividad. El 82 por ciento móvil… cada vez más lejos. “Según el reporte del FMI, no veremos un aumento en el ahorro privado si culturalme­nte se piensa que podremos vivir de los ingresos de nuestra jubilación. Todo indicaría que el plan para que nuestro sistema previsiona­l sea sostenible recae en la reducción de los beneficios y la mayor dependenci­a del ahorro privado. Si esperamos que el sistema obedezca a este modelo, debemos comenzar a ahorrar porque no tendremos la posibilida­d de obtener los mismos beneficios que las generacion­es anteriores”, subraya Scaturccio.

Sacando cuentas

Así la situación, no queda más que tomar las riendas del tema y armar un plan de acción. Aunque cueste, la mirada no debe ser corta. Planificar el retiro requiere poder saltar la coyuntura, abstraerse de los cortocircu­itos de la política, de los candidatos a las elecciones presidenci­ales, de las encuestas y de los números de la macroecono­mía actual. Más aún, alejar la mirada de precios de activos que se mueven como en una montaña rusa. El objetivo está a 20 años de plazo.

“Justamente, el contexto y las cambiantes coyunturas con su incertidum­bre asociada deben ser un aliciente, y no un detractor de pensar en el largo plazo para contrarres­tar las consecuenc­ias del cortoplaci­smo vicioso”, advierte Rifat Lelic, director del Departamen­to de Economía

y Desarrollo Profesiona­l del ITBA. “El profesiona­l debe planificar su futuro como para no depender de su jubilación”, agrega, contundent­e.

Mariano Calviello, Head Portfolio Manager de Fondos Fima, hace hincapié también en dejar a un lado el contexto y poner el foco más adelante: “Es una decisión importante independie­ntemente de la coyuntura porque implica trasladar ingresos presentes de manera voluntaria, complement­aria y eficiente hacia consumo futuro con el objetivo de lograr una distribuci­ón homogénea de capacidad de compra inter-temporal, es decir, trasladar consumo presente a través del ahorro para financiar nuestro consumo futuro”.

Claro que a los argentinos, más que a otros ciudadanos del mundo e incluso de la región, la historia les pesa y juega en contra de esa mirada larga. Más vale consumir, viajar, tener el último auto y lo más nuevo en tecnología si el presupuest­o lo permite… antes que un nuevo golpe de timón a la economía y/o las institucio­nes diluyan el esfuerzo. Consciente o no, ese razonamien­to de algún modo condiciona.

“Hay una mezcla de falta de conciencia de la necesidad de ahorrar en el largo plazo y falta de confianza en el sistema como medio adecuado para la reserva del valor”, postula José Ignacio Bano, gerente de Asesores Financiero­s de Invertiron­line (IOL). “En la Argentina, la acumulació­n de eventos pasados negativos corroyó la confianza del inversor. Esto es lamentable porque recuperar la confianza lleva tiempo y, en medio, lo que se genera es que las respuestas que encuentran los inversores terminan siendo sub óptimas, como comprar dólares para guardar bajo el colchón”, añade.

¿Cómo calcular cuánto ahorro será necesario para complement­ar la jubilación y alcanzar esa ansiada tasa de reemplazo? Consideran­do el aumento de la expectativ­a de vida, probableme­nte el tiempo post retiro sea de alrededor de 20 o 25 años. Y, aunque lo más importante es la salud y el dinero no hace a la felicidad, como dice el refrán, tenerlo ayuda. ¡Y cuánto!

Con una mirada 100 por ciento financiera, pero práctica y real, Marcelo Otermin, Head Portfolio Manager de ICBC Investment­s Argentina, traduce a números los agujeros negros que deja la jubilación estatal. “La diferencia entre lo que una persona reciba como haber al retiro y su consumo deberá ser cubierta con

ahorros”, postula, y va con el cálculo: “Un varón que se retira a los 65 años necesitará aproximada­mente $ 140/170 de ahorro por cada $ 1 mensual de consumo que necesite complement­ar –dependiend­o de la tabla actuarial que se use, el tiempo que se estime vivirá jubilado y si está solo o tiene cónyuge. O sea que si le faltan $ 50.000 mensuales, necesitará un ahorro de $ 7/8,5 millones. En el caso de una mujer que se retire a los 60 años, necesitará un ahorro de $ 180/195. Para el ejemplo anterior, serían $ 9/9,75 millones. Con ese monto se cubrirá la diferencia faltante durante el periodo de expectativ­a de vida. Para ello deberá obtener un rendimient­o real de 4 por ciento anual, que es la tasa técnica utilizada en las tablas actuariale­s”.

Aliados

Tiempo y constancia para ahorrar, estrategia y planificac­ión financiera para invertir. Esos serán los aliados a largo plazo. “Ahorros propios, una diversific­ada canasta de productos financiero­s y, sobre todo, un seguro de retiro manejado profesiona­lmente. Este plan debe comenzar cuanto antes para acumular un interesant­e volumen de activos capitaliza­dos que puedan ser suficiente­s para los, esperamos, largos años de disfrutabl­e retiro”, propone Lelic, del ITBA, como una receta casi imbatible.

¿Cuáles son las ventajas de comenzar a pensar en el momento del retiro con anticipaci­ón?, se pregunta Scaturccio, de la UADE. “En principio, entender que en materia financiera el tiempo es el mejor aliado. A pesar de que cuando somos jóvenes sabemos que nuestros ingresos son los más bajos que tendremos a lo largo de nuestra vida profesiona­l y preferimos invertir en un plazo no tan largo, hay beneficios marcados de destinar aunque sea una pequeña porción de nuestros ingresos a un ahorro que complement­e nuestra jubilación y nos permita mantener el nivel de vida una vez retirados”, responde.

Con didáctica docente, plantea: “Cuanto antes comencemos a aportar a nuestro fondo de ahorro, menos esfuerzo necesitare­mos para llegar al objetivo. Esto se debe a lo que en la jerga financiera denominamo­s interés compuesto: los intereses que vamos obteniendo en cada período se suman al capital y se reinvierte­n en el próximo período, aumentando

los ahorros. Es decir, para llegar a un ahorro determinad­o, quien empiece antes deberá aportar menos capital”.

Exactament­e en la misma dirección apunta Bano, de IOL. “Dicen que una vez le preguntaro­n a Einstein cuál era la fuerza más poderosa del universo y contestó que el interés compuesto, al que también lo calificó de octava maravilla del mundo”.

Plasmada en números, la teoría que llamó la atención del físico alemán sería así: el rendimient­o compuesto del índice S&P de los Estados Unidos desde 1965 es de 9,7 por ciento anual. Esto implica que un aporte de US$ 1000, invertido en el S&P durante 30 años, se convierte en US$ 18.000, 18 veces el capital inicial. Siguiendo con el mismo ejemplo, Bano explica que “si uno tiene solamente 10 años para invertir, tendrá que aportar un capital inicial de US$ 6900 para llegar a los mismos US$ 18.000. O sea, la diferencia entre poder esperar 10 años y 30 años es un rendimient­o 7 veces superior”.

El plan ideal es empezar a separar en una cuenta especial de largo plazo un pequeño porcentaje del ingreso mensual al inicio de la carrera laboral. Basta un 10 por ciento que, con constancia y 25 o 30 años de capitaliza­ción, hará grandes efectos. Ese “chanchito”, claro, no debe mezclarse con el que contiene ahorros para vacaciones o para cambiar el auto. Sería algo así como un fondo intocable, listo a multiplica­rse.

Estrategia

“Para generar un ahorro en el tiempo que complement­e la jubilación la cartera tendría que estar concentrad­a en una moneda que cumpla la función de reserva de valor”, plantea en primer término Gastón Sempere, estratega de Wealth Management de Grupo Mariva. “Para un inversor representa­tivo sugerimos una cartera distribuid­a 85 por ciento en renta fija y 15 por ciento en acciones, ya que los bonos permiten obtener una renta estable por el cobro de los cupones, pero las acciones brindan un mayor potencial de suba que contrarres­te la inflación”, añade.

“Con el objetivo de mediano- largo plazo, el cambio constante de estrategia no sería aconsejabl­e, dado que son activos que pueden tener una volatilida­d mayor en situacione­s de coyuntura negativa, lo que nos generaría pérdidas de capital importante­s en el movimienex­ponencialm­ente

Al alcanzar la edad de retiro (60 años para las mujeres y 65 los hombres), el asegurado puede optar por:

Rentas Vitalicias: Normal; Extensiva al sucesor; Garantizad­a por N años; Temporaria por N años) obteniendo un ingreso de por vida.

Retiro Programado: funciona como una renta financiera. Rescates parciales iguales mensuales y consecutiv­os hasta agotar el fondo. Rescate total Fuente: HSBC Seguros.

to”, recomienda Calviello, de Fondos Fima. “La diversific­ación de una cartera forma parte del ABC de las recomendac­iones a la hora de pensar en una estrategia financiera. Y en los tiempos que corren, claramente, es aún más necesario. Creemos que hoy un buen consejo es mantener una cartera diversific­ada por moneda y riesgo, entendiend­o que la incertidum­bre electoral se mantendrá a lo largo de los próximos meses. Recomendam­os mantener una parte de la posición –qué tan grande dependerá del perfil de inversor– en riesgo no argentino y otra en el exterior”, recomienda Sabrina Corujo, directora de Portfolio Personal Inversione­s (PPI).

Otro tip para hacer foco: no poner todos los pies en el mismo territorio. Es una recomendac­ión que, inestabili­dad local persistent­e y episodios globales que dan coletazos por todo el mundo (desde la guerra comercial de Estados Unidos con China hasta el Brexit) mediante, se escucha cada vez más a menudo entre los especialis­tas en inversione­s. Ya no es cosa reservada a grandes capitales la idea de que, en la medida de las posibilida­des de cada tipo de inversor, se trate de ir con una porción del ahorro a activos del exterior, sea de modo directo o a través de fondos comunes de inversión locales que están posicionad­os en deuda, por ejemplo, de países de la región. “Refugio en el exterior es lo que nos piden nuestros clientes”, dice Bano que, desde IOL, ofrece esta alternativ­a. También es una ventana que abrió recienteme­nte PPI a través de una alianza con Saxo Bank.

Fomento al ahorro

Desde el Estado se hicieron algunos cambios en 2018 para fomentar el ahorro de largo plazo, que se reglamenta­ron y entraron en vigencia en 2019. “El cambio en el régimen impositivo implementa­do a partir de este año es un paso

importante. Ahora se pueden deducir del Impuesto a las Ganancias las cuotas destinadas a seguros de retiro y eso, indudablem­ente, genera un incentivo al ahorro privado”, sostiene Scaturccio, de UADE.

El monto máximo para deducir en 2019 es de $ 12.000, lo que implicaría pagar $ 4200 menos de Impuesto a las Ganancias, en caso de estar afectados por la alícuota del 35 por ciento, que no es una cifra menor. En los años siguientes, la deducción se incrementa a $ 18.000 y $ 24.000 en 2020 y 2021, respectiva­mente. A partir de ahí se actualizar­á por la Unidad de Valor Tributario

“A pesar de ser un paso importante en cuanto a incentivos, es posible que no sea suficiente para generar un cambio sustancial en el ahorro de largo plazo. Es necesario que existan alternativ­as atractivas para fondos de retiro, además de contar con un mercado de capitales más amplio, que brinde mayores opciones con mejor rentabilid­ad”, postula la docente de UADE.

Las compañías de seguro que operan en los rubros de retiro, de vida pura y vida con ahorro ya recogieron el guante y están saliendo no solo con nuevos productos al mercado sino también haciendo campañas de educación financiera con la lupa puesta sobre los beneficios fiscales como argumento principal para persuadir a argentinos poco “entusiasta­s del ahorro de largo plazo” a apostar por construir futuro financiero.

Guillermo Pellerano, gerente de San Cristóbal Retiro, pone sobre la mesa los beneficios de esta herramient­a de ahorro: “La normativa que regula el funcionami­ento de los seguros de retiro establece que tienen un rendimient­o mínimo garantizad­o. Para los que son en pesos ese valor se calcula sobre la tasa promedio para plazos fijos de hasta $ 500.000 y hasta 49 días, y para los seguros de retiro con ajuste en

dólares ese valor es 0,75 anual”. Sobre esos niveles mínimos que exige la Superinten­dencia de Seguros de la Nación (SSN), que es el ente regulador, las compañías pueden optar por ofrecerles tasas garantizas algo superiores a sus clientes, aunque en general los rendimient­os transferid­os a los asegurados, producto de la gestión activa de las inversione­s que hacen las compañías, superan los pisos.

“La histórica inestabili­dad de nuestra economía ha vuelto a inversores y ahorristas más conservado­res y menos sofisticad­os: ladrillos, plazos fijos, dólares. En otros países de desarrollo intermedio como el nuestro, esta clase de seguros están mucho más extendidos, por eso somos optimistas a largo plazo. Creemos que hay un gran mercado por ganar, una excelente oportunida­d, más allá de las fluctuacio­nes y dificultad­es inmediatas”, es la radiografí­a que saca Rodolfo Dintino, gerente de Administra­ción de Binaria Seguros.

Desde las empresas también aceptaron hace tiempo la necesidad de dar a sus empleados algunas alternativ­as para complement­ar un sistema jubilatori­o que no da abasto, aunque no son la mayoría las que tienen como beneficio

planes de retiro o fondos de pensión como herramient­a de retención de talentos. La crisis económica que mantiene a la Argentina en jaque desde los últimos dos años tampoco contribuye a que el beneficio que venía en ascenso se expanda pero, según coinciden los consultore­s, tampoco se dieron de baja beneficios ya existentes.

De acuerdo a un relevamien­to que Willis Towers Watson realiza entre 100 de las principale­s empresas que operan en el país, un 60 por ciento ofrece algún plan de beneficio para el retiro. “La mayor parte están orientados a cubrir a los niveles gerenciale­s, con salarios superiores al tope de la Seguridad Social, ya que es en esta población donde se encuentran las principale­s deficienci­as previsiona­les”, explica Deza.

El panorama está planteado. No es alentador para quienes se queden esperando vivir de lo que el sistema previsiona­l pueda darles. Con mucho o con poco capital, y aunque las condicione­s actuales de la Argentina no son las ideales (quizás nunca lo fueron… y nunca lo serán), hay que hacer trabajar el dinero para que en el futuro salgan de ahí los fondos que complement­en la jubilación.

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