Wework, sin ganancias, busca alternativas
A Adam Neumann, el CEO de Wework, le encantan los shots de tequila, la avena artesanal y gastar dinero. Sin ganancias a la vista, está creando una alternativa para los benefactores que se están cansando de darle plata para que queme.
Neumann maneja uno de los pocos startups de la Tierra para el cual un financiamiento nuevo de US$ 2000 millones fue, o puede ser, una noticia terrible. Justo antes de la última Navidad, Masayoshi Son, el inversor más importante de Neumann, llamó para decir que esa era su oferta final y que las negociaciones por US$ 16.000 millones adicionales para la empresa Wework, de Neumann, estaban terminadas. Las acciones de Softbank Group, la firma de Son, habían caído fuertemente un par de días antes junto con el resto del mercado bursátil, y Son había decidido que los US$ 8500 millones que ya había desembolsado no ameritaban duplicar esa cantidad, ni siquiera para tomar una participación mayoritaria. Con una infusión en efectivo muchísimo menor a la esperada, Wework tendría que descubrir por su cuenta cómo dejar de perder US$ 1900 millones al año.
Ese cambio repentino revivió las preguntas sobre exactamente qué es y cómo debería ser visto el startup de alquiler de oficinas. Son hizo el llamado porque los principales inversores del Vision Fund de US$ 100.000 millones de Softbank no querían estar expuestos a una sola compañía de real estate, según una persona familiar con su pensamiento. Softbank no respondió a la consulta. Neumann dice que era entendible dado el pánico momentáneo del mercado y que es difícil enojarse mucho con un tipo que ya te dio US$ 10.500 millones. “Son gente muy amable”, añade.
Neumann es el tipo de CEO que ve siempre el lado optimista, así que no sorprende que, incluso después de la retirada de los US$ 14.000 millones, diga que la relación con Softbank es “muy, muy, muy, muy positiva”. Aunque es conocido como un negociador feroz e impredecible, cuyas tácticas de negociación incluyen shots de tequila, siempre tiene listo un discurso motivador sobre encontrar el propósito, hacer lo que uno ama y lograr que la gente se sienta menos sola. Los
en neón de las paredes de las oficinas de Wework imploran a “Moverse más rápido” y “Hacer las cosas”. Neumann le dijo a un periodista en 2017 que la valuación de 11 cifras de Wework tenía menos que ver con su facturación que con su “energía y espiritualidad”. En un reciente video promocional, entonaba: “La palabra más poderosa del mundo es ‘we’ (nosotros)”.
En los últimos nueve años, Wework abrió 425 locaciones de oficinas en 36 países, se convirtió en el inquilino más grande de Manhattan y cambió drásticamente el aburrido mundo del real estate comercial. Sus asientos de respaldo bajo, cortinas de enredaderas y barriles de cerveza no solo cambiaron las ideas de los agentes de real estate sobre cuántos freelancers se pueden apilar en un espacio de oficina; también reformaron las expectativas de los empleados sobre la cultura de la oficina. Mientras la compañía —valuada en US$ 47.000 millones— sigue expandiéndose, está buscando probar que es una apuesta segura. Dijo en los últimos meses que ya llenó los papeles confidenciales para un IPO, que seguramente sea el segundo más grande del año detrás de Uber.
Por supuesto, la mayoría de los inversores de Uber perdieron dinero desde que la compañía empezó a cotizar en mayo, y la caída de sus acciones llenó de incertidumbre a los otros mega-unicornios preparándose para sus IPOS. Los escépticos de Wework señalan que, incluso para los estándares de sus startups primos que también queman dinero, el modelo de negocios de la compañía — quedarse con alquileres de largo plazo y alquilar parcelas en el corto plazo— no merece el tratamiento favorable de una empresa tecnológica y es vulnerable a una caída de la economía mientra el mercado en crecimiento de equities camina con algunos tambaleos hacia su doceavo año. “No ganan plata ni siquiera con la economía en desarrollo”, alerta Scott Crowe, chief investment officer de Centersquare Investment Management, que se enfoca en real estate. “Si la economía se frena un poco, las cuentas pendientes no se van a pagar”.
Neumann dice que hay solo dos cosas frenando a su compañía: “Efectivo”, enumera, con una pausa para crear suspenso, “y espacio”. Además de Softbank ajustando su canilla, algunos edificios con Wework como principal inquilino tuvieron problemas para obtener préstamos de bancos. Y algunos dueños están más recelosos de alquiadam