Diario de un viajero emprendedor
Pedro Ibáñez es el fundador de Explora, una empresa de turismo y hotelería que en los años 90 buscó posicionar a Chile como destino internacional con tours premium a lugares recónditos de la Patagonia.
Como empresario, Pedro Ibáñez tuvo una extensa carrera. Sin embargo, es Explora, su compañía de expediciones turísticas que fundó en 1993, la que hoy, a sus 74 años, lo sigue desafiando y motivando. A principios de los ’90, Ibáñez vio su oportunidad. Él, que había disfrutado siempre de viajar y conocer nuevas culturas, entendió que Chile, su país, estaba listo para posicionarse como destino turístico. Pero, a la vez, sabía que la realidad sudamericana requería una oferta distinta para los viajeros que llegaban de Europa o los Estados Unidos. Por eso, cuando fundó Explora, pensó en una propuesta de aventuras que, a la vez, combinara una experiencia premium y de alta calidad. Hoy, su empresa lleva a viajeros de todo el mundo a cinco destinos remotos de América latina. Allí, se instalan con hoteles cinco estrellas que funcionan de base para los clientes que, de la mano de expertos guías locales, recorren el terreno no como cualquier turista, sino como un auténtico explorador.
Explora propone una forma de viaje sobre la base de la exploración profunda, el desarrollo sustentable y el lujo de lo esencial. Este último concepto hace que la experiencia sea de alta calidad, pero sin excesos. “Nos enfocamos más en que en el hotel haya una buena cama, agua caliente y una buena comida”, cuenta el fundador en diálogo con APERTURA durante su visita a Mónaco, donde fue a competir con emprendedores de todo el mundo en la final del premio al Emprendedor del Año que organiza EY. La Patagonia chilena, el desierto de Atacama, la Isla de Pascua y Machu Picchu son los destinos donde montaron sus hoteles y donde los viajeros son recibidos en medio de la naturaleza con comodidades de primera como spa, bar con amplia carta de vinos, jacuzzi al aire libre y exclusivas suites con vistas de ensueño.
La experiencia se completa con el hondo recorrido de la zona, tanto a pie como en bicicleta o a caballo, de la mano de especialistas. Desde visitas arqueológicas para conocer los misterios del pueblo Rapa Nui hasta el ascenso al volcán Licancabur, los tours que diseñó la empresa se alejan de la oferta usual. El cliente tampoco es el tradicional: los precios de los paquetes arrancan en los US$ 800 por noche por persona y, en sus inicios, buscaron a los viajeros frecuentes especialmente de las costas de los Estados Unidos e Inglaterra. El objetivo, recuerda el empresario, era captar a ese target premium que ya había recorrido muchos destinos y estaba listo para una experiencia diferente. Pero este pionero en “vender expe
“El turismo tradicional tiene poco que ver con nuestra realidad sudamericana. Ahí vi una oportunidad”. Pedro Ibáñez, Explora.
riencias” reconoce que hoy su público se amplió y apuesta a sumar destinos nuevos. El siguiente, adelanta, será en El Chaltén, en el sur argentino, donde montará por primera vez en el país uno de sus exclusivos hoteles –aunque en la Argentina ya está presente desde 2005 con sus travesías también en El Chaltén y en Salta, sin alojamiento propio.
Pero la industria del turismo no fue la única en la que incursionó. Su familia estuvo muy vinculada a la educación. De hecho, la Escuela de Negocios de Valparaíso nació con el auspicio de la Fundación Adolfo Ibáñez, con fondos destinados por su abuelo. También se desarrolló en la industria alimenticia, de la que se desligó en 2013 cuando vendió su compañía Tresmontes Lucchetti (que manejaba marcas muy famosas en Chile como los jugos Zuko o el café Monterrey) al grupo colombiano Nutresa en US$ 758 millones, según informó el diario El Mercurio. Con el tiempo, Ibáñez aprendió que el secreto para tener éxito en los negocios es no dar el siguiente paso hasta que el primero no esté bien asentado.
Fundó la empresa hace más de 25 años. ¿Qué visión tenía en ese momento y qué comparación hace con lo que es Explora hoy?
Estos años nos dedicamos a perfeccionar lo que hacíamos al principio pero que, por falta de experiencia, no habíamos hecho tan bien. Pero en lo fundamental estamos haciendo lo mismo.
En ese momento los objetivos estaban en los clientes y en los lugares. Explorar es muy importante porque no somos una compañía de hoteles, somos una compañía de exploraciones, donde te sacamos a conocer estos territorios tan especiales, tan poco visitados y tenemos un alojamiento en la noche. Y los lugares son muy remotos, están muy alejados, son diferentes a lo que nuestros clientes están acostumbrados. Hay lugares en los cuales hay culturas antiquísimas que están todavía muy vivas, por ejemplo en los pueblos relacionados al Valle Sagrado en Perú. Por ejemplo, cuando entramos en un determinado territorio tenemos que relacionarnos con los locales de manera que ellos nos dejen entrar. En la medida en que conocemos a la gente, su historia, su cultura y conocemos los lugares físicos y la naturaleza, te dan ganas de conservarlo. Nuestro proceso de exploración es la base para la conservación. Hay muchos proyectos: por ejemplo, hicimos una reserva de conservación en Atacama de casi 9000 hectáreas.
Yo era un viajero. Por esos años Chile era muy desconocido, pero se veía que iba a empezar a llegar gente y había que abrir el país de una manera que a nosotros nos parecía lo más adecuado. El turismo tradicional tiene poco que ver con nuestra realidad sudamericana. Y ahí vi una oportunidad de presentar una cosa distinta. La forma de conocer un territorio que es lejano y que es diferente no es haciendo tours tradicionales, nosotros decimos que la forma es explorándolo.
Hoy hablar de vender experiencias es moneda corriente, pero en ese momento no. ¿Por qué le dio resultado?
Porque era una experiencia de conocimiento, de cosas muy únicas, y curiosamente una experiencia también en el sentido del viajero. Cuando tú viajas a una parte muy lejana y muy diferente, se te forma una muy buena perspectiva de la vida que llevas normalmente. Cuando la miras de lejos, ves lo que estás haciendo. Cuando estás metido en tu ciudad no sabes bien lo que pasa. Pero si tienes la oportunidad de mirarla de lejos y desde una civilización o cultura que es distinta, entonces puedes sacar algunas conclusiones respecto a ti mismo.
¿Quién era el target en el inicio y cómo fue mutando?
No es un producto barato, porque cuesta producirlo, tener buenos guías, desarrollar las exploraciones, operar alojamientos... Un paquete puede costar entre US$ 900 y US$ 1500 por día por persona. Eso hizo que inicialmente nos dirigiéramos a determinados mercados objetivos que están en las costas de los Estados Unidos e Inglaterra. Gente que ya hubiese viajado por el mundo, con educación. Hoy, ampliamos nuestro espectro porque nos hemos dado cuenta de que aún hay gente que no ha viajado mucho e igual se fascinan con lo que nosotros les podemos ofrecer.
¿Está pensando en nuevos destinos?
Estamos preparando nuestro quinto destino que va a estar, justamente, en la Argentina. Será el primer hotel que abrimos en el país y estará en El Chaltén, donde formamos parte de un proyecto de conservación que se llama Los Huemules. Allí vamos a construir nuestro lounge para recibir a la gente y explorar esa zona. La inversión no la puedo decir porque no se puede saber todavía de cuánto va a terminar siendo. Para lo que hacemos nosotros creo que hay muchos lugares en la Argentina donde se podría desarrollar este tipo de actividades. No somos de los que te llevan a mirar el Perito Moreno y dar una vuelta al lago. Hacemos una exploración mucho más a fondo, más profunda. Y para eso en el sur hay muchos lugares. Hemos recorrido harto Argentina y hay algunos lugares por el norte en los que podríamos hacer algo.
¿Cuál es el secreto para que una empresa tenga éxito en el tiempo?
Lo puedes ir haciendo en la medida en que la cosa vaya resultando. Nosotros no lanzamos cinco o seis programas de una vez sino que invertimos con un programa en la Patagonia en Chile. Y cuando vimos que resultó y que el producto era muy atractivo luego partimos con una segunda en el desierto de Atacama, y así de a poco fuimos agregando. Fuimos sobre seguro, en el sentido de tener experiencias anteriores.
¿Cuál es su destino favorito?
Me gustan todos. No puedo elegir uno porque son todos tan distintos. En una época me dio por subir cerros y fui mucho al norte de Chile en el desierto de Atacama, donde hay cerros muy bonitos. Hay volcanes, todas cumbres de 6000 metros, para un montañismo suave es una zona muy adecuada.
“La forma de conocer un territorio que es lejano y diferente no es haciendo tours tradicionales, sino explorándolo”. Pedro Ibáñez