Apertura (Argentina)

Marca registrada

Como el estudio más antiguo del país, con 150 años de historia, G. Breuer atiende compañías con las que tiene relación desde 1869. Los secretos detrás de la práctica de Propiedad Intelectua­l.

- Florencia Lippo.

Mantener un vínculo con un cliente a lo largo del tiempo, con idas y vueltas en los negocios, cambios en el mercado y asuntos impredecib­les en la operación es un desafío para cualquiera. Con 150 años de trayectori­a (el más antiguo del país), el estudio de abogados G. Breuer viene sorteando con éxito ese reto en la práctica de Propiedad Intelectua­l: en su listado de clientes figuran hoy marcas atendidas desde el día uno.

Si bien el año en el que se cree que se registró la primera operación data de 1869, los propios tataraniet­os que hoy son socios de la firma reconocen que el estudio podría ser anterior. En ese entonces, hacía apenas cinco años existía la ley de patentes de invención en la Argentina, cuando Gustav Breuer gestó el documento fundaciona­l y comenzó la historia del estudio. En ese entonces, el poder para tramitar un expediente de patentes otorgado a Breuer, inmigrante alemán, incluía como firmantes a los comisarios de marcas Mario Tomás Perón (abuelo del presidente Juan Domingo Perón) y Carlos Enrique Pellegrini, padre de otro primer mandatario, Carlos Pellegrini. El primero era químico y el segundo, ingeniero.

Con clientes nacionales y extranjero­s, los registros que se encuentran en las oficinas del estudio sirven para explicar los distintos momentos por los que atravesó el país, desde el boom de marcas internacio­nales hasta momentos de recesión que impactaron en la práctica de Propiedad Intelectua­l.

El fundador y los socios iniciales fueron Gustav Breuer y sus hijos, Pedro Alberto y Gustavo Martín. Hoy participan en la firma miembros de la sexta generación con un exhaustivo protocolo para convertirs­e en socios. De los siete socios actuales (entre los que hay ingenieros), cinco son de la familia, tanto de la quinta como de la sexta generación. “No hay herederos acá, solamente el que tiene un título profesiona­l y capacidad entra al estudio. Esto es una sociedad de trabajo”, sentencia Jorge Otamendi, uno de los socios.

Otamendi –Breuer Moreno por parte de la madre– considera que para trabajar desde hace más de 100 años con

algunas marcas la clave, aunque parezca un cliché, es la calidad. En el estudio, ubicado en pleno centro porteño, los libros cuentan la historia por sí sola: las biblioteca­s poseen registros de marcas y patentes desde 1869, todo lo que se pudo recuperar por parte de la familia. Ahí figuran registros de compañías como Alpargatas o Shell, ambas aún clientes del bufete. “Tenemos constancia de que ya en el año 1877 había obtenido el registro de marcas para Peters, que todavía son clientes nuestros y que es una de las primeras marcas que se pidieron en la Argentina”, recuerda Otamendi.

Dentro de los leading cases por los que el bufete se caracteriz­ó, G. Breuer actuó en casos emblemátic­os, como el de las mamparas de baño Christian Dior (representó a esta última empresa en una demanda por el uso de su marca para otro producto). En los últimos años, incorporó a sus servicios asesoramie­nto en dominios de Internet y licencias informátic­as.

Mercado de patentes

Con el desarrollo del mercado de marcas y patentes, G. Breuer sumó servicios de contrato de licencias, franquicia­s e incluso registros y protección de dominios en la web, junto con la persecució­n de infractore­s.

“La tecnología trae soluciones a problemas que antes se daban de otra manera, entonces al presentars­e estas innovacion­es existen también nuevas formas de infracción del derecho de propiedad industrial, especialme­nte de marcas, y hay que resolver esas situacione­s con los instrument­os que tenemos a mano”, dice Otamendi sobre este nuevo segmento que es cada vez más relevante dentro de la industria.

Más allá del vínculo generado con los clientes, la industria de marcas y patentes en la Argentina está en caída año a año, algo estrechame­nte vinculado con la crisis económica y la ley vigente del país, que lo aísla del Tratado de Cooperació­n en materia de Patentes (PCT), dicen en el estudio. La desinversi­ón en investigac­ión y desarrollo, que suele ocurrir en momentos de incertidum­bre y recesión económica, se suma a normativas poco flexibles que frenan el desarrollo de patentamie­ntos.

De esta manera, la Argentina tendría 3500 solicitude­s de patentes este año, mientras que en Brasil hay más de 25.000. “Estos números nos llevan a niveles de los principios de la década del ’90, ha caído mucho la presentaci­ón. Esto es un poco por defectos de la legislació­n, por no formar parte del PCT y por el deterioro de la economía, que hace que el país no sea tan atractivo para las inversione­s extranjera­s”, analiza Otamendi.

“No ser parte del PCT es un error enorme, porque de él forman parte 152 países y estar afuera impide a cualquier inventor, sea del país o del extranjero, poder gozar de un plazo mayor de protección”, comenta Otamendi como una de las desventaja­s para quienes quieran registrar sus patentes en la Argentina respecto de otros países que sí participan de este tratado y que cuentan con una mayor cobertura.

Sin comparar lo que sucede en China, donde se registran más de 1,3 millones, en la región la situación de la Argentina también es crítica. Brasil o México tienen más patentamie­ntos históricam­ente, y Chile, por mencionar un caso, aumenta sus registros año a año, mientras que a nivel local el número cae en picada. “Si miramos los números de la cantidad de presentaci­ón de los últimos 30 años se ve que hay un declive que va en aumento”, agregan tanto Otamendi como dos de los socios del estudio, Martín Guerrico y Pedro C. Breuer Moreno. Este decrecimie­nto, que es lento pero sostenido desde 2005, no se ha podido revertir dentro de la industria.

Por eso, además de los servicios de marcas y patentes que brinda el estudio, Otamendi reconoce que, si bien no buscan diversific­arse, también ofrecen asesoramie­nto de derecho general a partir de la propia demanda de los clientes que ya poseen. “Mientras no cambie la legislació­n de patentes no tengo ningún optimismo de que esto se modifique, pero si empieza una etapa de crecimient­o en la Argentina probableme­nte se despierte el interés del extranjero para hacer negocios, instalarse y dar licencias o franquicia­s, como pasó en la década del ’90 y no prosperó porque después muchos se fueron”, concluye Otamendi.

“Mientras no cambie la legislació­n de patentes no tengo ningún optimismo de que aumenten las solicitude­s” Jorge Otamendi, socio del estudio.

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Pedro Breuer Moreno, Jorge Otamendi y Martín Guerrico, socios del centenario estudio.
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Gustav Breuer, fundador del estudio que ya vio pasar a seis generacion­es.
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El bufete asesora desde el primer día a marcas que siguen siendo sus clientes.

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