Calidad e inversiones
La crisis energética que describió el Gobierno apenas asumió tenía como síntoma los repetidos cortes de energía eléctrica entre los veranos de 2012 y 2015. Con pico en 2013, la frecuencia media de los cortes (Saifi) rondaba los 5 por semestre por usuario en el último año de kirchnerismo (febrero 2015 a febrero 2016, según el corte semestral
Noviembre 2019 que hace el Ente Nacional Regulador de la Electricidad, ENRE) en verano y 4,5 en invierno para Edenor, y algo menos de 3 para Edesur. La duración media de las interrupciones por semestre por usuario (Saidi) llegaba a más de 15 horas. En el último verano medido (septiembre 2018 a febrero 2019), Edenor tuvo un Saifi de 3,35 cortes y un Saidi de 9,16 horas; Edesur mostró un Saifi de 4,39 cortes y un Saidi de 13,86 horas.
Los programas de inversiones comprometidos en la Revisión Tarifaria Integral (RTI) de gas y electricidad, que abarcan de 2017 a 2021, llegan a US$ 6000 millones. Los desembolsos van por la mitad y pueden retrasarse ante una eventual larga extensión de los congelamientos de tarifas y la desdolarización que propone el presidente electo.
En la visión de Bernal, es para destacar que “las inversiones no dependen tanto de la tarifa, sino del rol de contralor del Estado y cómo este concibe a la energía: si como una herramienta estratégica del desarrollo humano y económico, o una simple mercancía”. Y asegura: “Las transportistas de electricidad tuvieron la tarifa que pidieron, pero las líneas de extra alta no se expandieron en 1 centímetro desde 2016. Y con la red de gas domiciliaria hubo el peor nivel de expansión de la historia”.
Las energías renovables, por otro lado, tenían un objetivo de cubrir el 8 por ciento de la matriz al 31 de diciembre de 2017. Ese número recién se alcanzó el mes pasado y llegará a cerca de 12 por ciento a fin de este año. Las inversiones ya desembolsadas por US$ 3500 millones representan un resultado tangible de estos 4 años, aunque las inversiones por casi US$ 6000 millones en marcha corren riesgo por los cambios de política y el cepo, que puso en riesgo de default corporativo a algunos proyectos.
Los biocombustibles, en cambio, apenas lograron una mejora de cuota en el mercado interno en 2016 y perdieron terreno contra la inflación a partir de sucesivos cambios en los precios regulados. El cierre de las exportaciones a Estados Unidos también complica a las plantas de biodiesel en el interior.